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«¡¿Quién es?!» cuando el terror es un espejo emocional

Inspirado en el terror de los 90s, el realizador mendocino Axel Rezinovsky presenta un corto que, en solo 10 minutos, logra incomodar y conmocionar, mostrando que el miedo no solo viene de afuera, sino que también habita en nuestro interior.

Axel sonríe mucho. Es amante de las pelis de Disney. Habla con entusiasmo. No parece, a primera vista, el tipo de persona apasionada por el cine de terror. Pero quizás eso sea lo más honesto de todo: su amor por el género no viene de la oscuridad a la que siempre se lo relaciona, sino de su expresividad, de ese permiso para exagerar, ironizar, convertir miedos reales en metáforas. Y de paso, disfrutar.

«Siempre me gustó contar los terrores de la vida desde un lugar artístico, de entretenimiento», dice. «Ves la peli, salís, y listo. Los monstruos quedaron ahí». Pero, claro, no siempre es tan simple. En este corto, puede que el monstruo que acecha (o mejor dicho el Bicho, como fue denominado dentro del short film) se esfume cuando la pantalla se pone en negro, pero lo que queda es otra cosa: esa incomodidad que no desaparece tan fácil. Porque ¡¿Quién es?! no se limita a asustar: también incomoda, interpela, deja preguntas flotando. Te deja pensando en cómo, a veces, el verdadero terror está en lo cotidiano. 

Su sinopsis lee lo siguiente: «Verónica y Pamela pasan el fin de semana en una casa en medio de la nada, pero al caer el sol su escapada romántica se convierte en una intensa batalla por sobrevivir cuando un extraño golpea la puerta. TOC-TOC-TOC».

Muchos creen que el cine de terror se limita a sustos, sangre y alguna que otra criatura tenebrosa que aparece de golpe en la ventana. Pero en este nuevo cortometraje del director de cine mendocino, Axel Rezinovsky, el miedo viene disfrazado de canción, se mete en una pareja, toca la puerta —literal y metafóricamente— y deja una pregunta sin respuesta: ¿Hasta dónde llega el amor cuando todo alrededor se está desmoronando?

¡¿Quién es?! fue filmado en tres días, en una casa de campo en La Plata, con dos actrices, el Bicho y un equipo técnico comprometido. «Fue una producción barata y sencilla, pensada así desde el principio», cuenta Axel. Pero que sea sencilla no significa que no haya exigencia ni cuidado. Él mismo se encargó del montaje, buscando resaltar al máximo el trabajo del equipo técnico, que aparece en créditos grandes mientras el corto aún sigue corriendo.

Todo ese cuidado técnico tiene sentido cuando se entiende la intención detrás: mostrar que el terror —bien pensado, bien hecho— puede hablar de cosas tan profundas como el dolor de amar a alguien que ya no muestra el mismo interés. O el miedo a quedarse solo. O la necesidad de elegirnos, incluso cuando eso implique huir de lo conocido.

Un regreso a lo esencial

Después de co-dirigir Parque Central, una película realizada en Mendoza que implicó un proceso más estresante y alejado de lo que realmente le gusta hacer, Axel quiso volver a las bases. En otras palabras, volver al terror, sinónimo de goce para él. 

En ese camino, lo primero que apareció en su mente fue una escena suelta: una de las protagonistas cantando la canción Olvídame y pega la vuelta de Pimpinela, interpretándola con un repasador en mano. Todo surgió desde ahí. La escena marcó el tono, el clima, el nombre y el núcleo emocional del corto. 

Porque esa canción, lejos de limitarse a lo literal, funciona como un canal para hablar de mucho más: del desgaste de los vínculos, del hartazgo que a veces se cuela en la rutina, del momento en que una pareja empieza a no fluir igual. De cuando uno se pregunta si lo que tiene enfrente sigue siendo amor… o ya no. Ese “¿quién es?” que en la canción suena exagerado, pero que en la vida real puede tomar la forma de una duda silenciosa: ¿te estás hablando con alguien más?

Terror queer, sin necesidad de aclarar

Aunque las protagonistas sean queer y el corto haya circulado por festivales de cine LGBT+, Axel insiste en que le gustaría no tener que aclararlo. «Me encantaría decir que es un corto de terror y suspenso, y ya», dice «Pero a veces, para que llegue a su nicho, hay que etiquetar».

Eso no significa que lo queer no esté pensado. Todo lo contrario. Hay una búsqueda consciente y respetuosa, alejada de lo morboso o lo forzado. «Hay muchas delicadezas en la representación queer. Me lo tomo en serio. Investigo mucho». 

Al mismo tiempo, expresa su deseo de encontrar en Mendoza colegas que estén en la misma sintonía. Esto es porque todavía no encuentra una escena consolidada de realizadores queer, aunque se ríe y dice: «Si hay, que me avisen».

¿Qué se viene?

Axel no para. Dice que su corazón está con el terror, pero que también está escribiendo un drama. No sabe aún si serán cortos o largos. Pero sí sabe que quiere seguir explorando. Que, aunque muchas veces no sea por plata, rebalsa de pasión. Y que, más allá de la industria, quiere mantener viva la necesidad de contar.

«Hay algo que te censura, eso de “si no me va a salir perfecto, no lo hago”. Pero yo soy de la escuela de hacer. Seguir aprendiendo. Rebuscársela. Buscarle la vuelta. Eso también es parte de hacer arte». Una clara invitación a seguir creando como forma de resistencia. A no parar. A dejar que la pasión rebalse.

¡¿Quién es?! ya pasó por varios festivales Latinoamericanos, y hoy puede verse libremente en YouTube. 



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