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Lagarde: delicias en un ambiente del siglo XIX

En la casona de la prestigiosa bodega, un restorán sorprende por sus sabores y su incomparable ambientación histórica

En un entorno que se remonta al siglo XIX, el restaurante de la bodega Lagarde se anexa a la casona fundada en 1897 por una familia de inmigrantes portugueses que hacían vino de mesa.

Con amplios ventanales desde los que se ven uno de los pocos viñedos Malbec DOC de Luján de Cuyo que data de 1906, el restaurante Lagarde ofrece un lugar confortable para disfrutar de almuerzos maridados con los mejores vinos de la cava. La sala de degustaciones, la cocina y el restaurante se integran en un espacio nuevo contiguo a la antigua casa, preservando el estilo criollo de la época.

En los años ’70 Luis Menotti Pescarmona compró la propiedad para fundar Lagarde, bodega que hoy elabora algunos de los mejores vinos argentinos. El restaurante abierto al público en la última década, lo llevan adelante sus nietas Sofía y Lucila.

En la sala de degustaciones se prueban vinos clásicos, de gama media, de guarda y experiencias de las líneas más altas que tiene Lagarde, que incluye el Henry Gran Guarda, vino tope de gama de la bodega.

Para los turistas un rincón de delicatesen ofrece a la venta productos Deli como chimichurri con orégano, nueces de exportación, aceite de oliva, salsas Malbec para agregarle a la carne, además cerámicas y souvenirs.

Dos propuestas de almuerzos se pueden elegir, un menú de seis pasos que incluye tres entradas para degustar una a una, un plato principal que siempre lleva carne a la parrilla -lomo y ojo de bife- y dos postres, un pre postre para refrescar el paladar –suelen ser sopas frías frutadas con helados– y finalmente el postre contundente. Para maridar los seis pasos, se degustan cinco vinos Lagarde. Se trata de un menú estacional que cambia cada tres meses porque las entradas se elaboran con los productos de temporada que produce la huerta propia. En la cocina a la vista, se explica cada paso de cocción de los platos, y el sommelier se explaya sobre las bondades del vino a degustar y el porqué del maridaje elegido. Se genera así una experiencia de aprendizaje que incluye la visita a la bodega. Es un programa pensado para prolongar el almuerzo disfrutando de las siestas otoñales en un entorno que nos recuerdan los paisajes de la Toscana.

Otra de las opciones es el menú corto que consta de tres pasos: una entradas a elección, el principal y el postre.

La filosofía de Lagarde es utilizar la mayor cantidad de productos orgánicos que se pueda en la elaboración de sus platos, para ello cuentan con una huerta de 2000m2 de donde obtienen la mayoría de los productos para el restaurante, cosechados en el día.

Para los interesados en la degustación de vinos que acompañan  los platos, el restaurante ofrece hacer un «avance en los vinos». Por un plus en el valor del menú se sirven los vinos Premium, seis varietales de las mejores líneas de Lagarde.

Almorzar en Lagarde es una experiencia cinco estrellas. «Todos los que pasan por al lado de la mesa pueden hablar de la gastronomía y de los vinos”, asegura Francisco Jurin, sommelier y gerente de Turismo.

El menú de seis pasos tiene un costo de $1150 , el de tres pasos $780. El upgrade (mejora en los vinos) para seis pasos $250. Para el menú de tres pasos $150. Menú de niños $450.

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