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La criatura de Pancho Portnoy: El mensajero de los dioses

Jacobo Diego Portnoy, más conocido como Pancho es el artista responsable del enorme cóndor en chapa batida que fue instalado en Plaza de Mulas este verano.

Ingeniero industrial, andinista pero fundamentalmente escultor. Todo esto es Pancho, el hombre que le dio vida a un gigantesco cóndor en chapa batida para rendirle homenaje al coloso de América.

 

Aventurero y enamorado de las alturas Portnoy hizo realidad un pedido de su amigo Pablo Tetilla, propietario de Inka Expediciones, quien quiso devolverle a la montaña todo aquello que la montaña le da al hombre. “Un día Pablo dijo ´che me encantaría que vos que sos andinista, conoces el Aconcagua y sabes de qué se trata pienses en hacer una obra. Y salió hacer el cóndor, el proyecto lo gestamos juntos y después lo construí yo”.

Así surgió este fantástico cóndor que ya reina en la base de las expediciones al cerro más alto del continente americano. La ejecución de la idea quedó en manos del escultor que después de meses de arduo trabajo le dio vida a la criatura que mide casi 4 metros con sus alas semi desplegadas y un 1.80 metros de altura. “Trabajo con chapa batida y en este caso usé chapas nuevas y otras recicladas. Quedó casi el doble de lo que es un cóndor normal”, revela Portnoy.

A principio de enero de este año se inauguró la obra. “Fue una odisea subirlo en el helicóptero. Primero subí la base, y estuve en Plaza de Mulas desde el 23 al 27 de diciembre armando el soporte y esperando que subieran el cóndor. Se hizo una donación de la obra al Parque Aconcagua y hubo que hacer el pertinente estudio de impacto ambiental”.

Buscar al mensajero

Pancho como todo andinista tiene ese inexplicable apego por llegar a las alturas y aunque él no se dedique profesionalmente al montañismo pasó tres años de su vida en Nido de Cóndores, el penúltimo campamento antes de hacer cumbre en el Aconcagua, a 5600 msnm. “Me gusta mucho estar en la altura”, confiesa.

¿Por qué?

Me gustan el silencio y la soledad, por ahí el andinista no se hace preguntas, pero el asunto es ¿por qué subimos?, ¿por qué siempre la humanidad sube al lugar más alto?, tal vez porque pensamos que la divinidad (no hablo de dios) o ese algo más, está arriba. Y lo que me gusta cuando subimos y nos quedamos en la altura es que te das cuenta que la ´divinidad´ está en uno mismo. Cuando te permitís conectar  te das cuenta de eso. Subís a buscar el mensaje pero en definitiva el mensaje está adentro tuyo.

El cóndor para los incas es el mensajero de los dioses, es el nexo entre el cielo y la tierra. Es el ave voladora más grande del planeta, su nombre científico es vultur gryphus.  Gryphus  es un animal mitológico griego, mitad águila mitad león, y el cóndor tiene eso: lo majestuoso del águila en el cielo en conjunción con la potencia del rey de la tierra.

Soy de la montaña

Pancho dejó todo y comenzó a tomar clases de soldadura y escultura en chapa con su maestro Leandro Pintos.

Lo curioso es que Pancho es un artista emergente porque hace solamente cinco años que se dedica a la escultura. Sin embargo su talento es tan potente como la vitalidad que emplea para ser aventurero.

“Soy de la montaña”, dice sin dudar. Hago esquí de fondo en Las Cuevas, voy al dique, amo los perros. He hecho muchas cosas peligrosas, subí la pared sur del Tupungato, he escalado cerros en Perú, y  ahora vamos a Chamonix a hacer una travesía por Los Alpes.

Pero Pancho es también  ingeniero industrial, profesión que dejó atrás.  “Tenía una empresa constructora y un día me levanté y dije esto no lo quiero más. Siempre estuve en contacto con el arte por mi madre, y soy muy amigo de Leandro Pintos quien me invitó a hacer un taller y me enseñó todo lo que se. Me fasciné con la escultura y desde hace cinco años me dedico a esto y a la montaña”.

Para conocer más sobre su obra Pancho tiene su taller abierto a visitantes. Quien lo desee puede contactarlo a través de su instagram @pancho.escultor

 

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