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1Minuto con Tania Driban Molinelli

La artista mendocina resume en 60 segundos cómo el arte la eligió desde la cuna y cómo la pasión de su madre se impuso en su profesión. VIDEO.

«Llevar el arte en la sangre» puede ser para muchos una metáfora. Pero para Tania Driban Molinelli apareció como una certeza, una constatación. Ser hija de la genial e inolvidable escultora Eliana Molinelli representó para ella un aprendizaje natural, con sus jornadas enteras de convivencia en su taller. Sin embargo, su camino pareció bifurcarse cuando Tania eligió la arquitectura como profesión. Después de 10 años de diseñar planos y pensar en espacios habitables, sintió un llamado irrefrenable de la plástica y decidió largar todo para hacer caso a la pasión callada que venía guardando dentro de sí desde aquellas tardes de la infancia. Su mano pareció moverse recordando las lecciones naturales de su madre y así fue que la artista se destacó de inmediato con una estética reconocible y personal, pero también inquieta, que va cambiando por etapas o series y que en poco tiempo la ha ubicado en el paisaje aquel que su madre hizo brillar: el de los grandes artistas de Mendoza.

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