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La española que agita Mendoza

Begoña Labandeira, la española radicada en Mendoza que impuso la cocina-terapia para mujeres de todas las edades, es también co-autora de la feria Zocco que en su primera edición reunió a más de 3.000 personas.

«Soy gallega gallega», dice Begoña Labandeira, la española que llegó a Mendoza en 1993, pasó unos años viviendo en Santiago de Chile y regresó para innovar con sus clases de «cocina-terapia». Instalada aquí se propuso «renovar a Mendoza con actividades socioculturales». Hace muy poco organizó junto a Gabriela Sánchez Nieto, la feria de antigüedades, objetos de arte y diseño Zocco, tomando la idea de los mercados que hay en el Norte de África y que son núcleos de encuentro social y cultural.

A Begoña le gusta agitar y generar encuentros. Hace poco trajo a Ramiro Arzuaga –uno de los frecuentes ambientadores de los casamientos del jet set porteño– para dar cursos de cómo armar mesas para un evento en tu casa. También la invitó a Tini de Bucourt, porque otra de sus grandes pasiones es la decoración.

En Galicia, de donde es oriunda, estudió Economía y durante un tiempo trabajó en un banco de Madrid. Después conoció a su actual marido, Ricardo Reina, y adoptó Mendoza como su tierra. En Santiago de Chile se entusiasmó con la cocina y empezó a dar clases en Geobazar: «Conocí a mucha gente y fue una manera de integrarme. Después, cuando regresé a Mendoza, me di cuenta de que dar clases se había convertido en una terapia».

«Soy economista de formación y cocinera por vocación», dice mientras trae un dulce de leche con pimienta, una deliciosa rareza de los productos De Mi Campo. Mientras probamos la genial combinación, Begonia asegura que en materia culinaria lo que más le gusta de Argentina es, sin ninguna duda, el dulce de leche.

«Cuando llegué a Mendoza lo primero que me dieron a probar fue una torta rogel y dije “qué horror, cómo pueden comer algo tan dulce”. Ahora no concibo una torta sin dulce de leche. De Mendoza me fascinan las tortitas y sobre toda las pinchadas».

De sus especialidades, Begoña prefiere cocinar pescados y asegura que le fascina el pulpo y la centolla. Su lugar preferido para comprarlos es Altamar. «Los mendocinos no cocinan pescado y prefieren los mariscos, posiblemente porque los comen en Chile», dice.

Sus clases de «cocina-terapia» se hacen en su casa, en una cocina amplia, especialmente preparada para ello. Dos veces por semana alrededor de 30 mujeres de 22 a 70 años se reúnen y comparten todo tipo de experiencias mientras aprenden nuevas recetas y formas de presentar sus platos. «Lo social y lo estético me gusta mucho», asegura Bego (así la llaman sus amigas) y enseguida aclara que un plato nunca puede salir de la cocina sin un excelente maquillaje porque «la presentación es tan importante como el sabor».

Sus recetas surgen de viajes y de todo lo que prueba. «Si como algo en un restaurante le saco una foto y charlo con el chef para conocer los ingredientes. En general te dan las recetas. En los viajes voy a los supermercados e investigo sobre nuevos productos y sus formas para usarlos en la cocina», cuenta Begoña.

Su casa en Dalvian tiene objetos envidiables como un auténtico Buda de la India. «Pienso más en las cosas de mi casa que en la ropa», confiesa, pero aclara que no le interesan para nada los electrodomésticos ni los autos.

El asunto de la terapia se genera de manera espontánea, porque mientras cocinan surgen diversos temas, experiencias y preocupaciones que las mujeres tiran a la mesa y también amasan hasta darle forma. «Uno se renueva en las conversaciones», dice la española, que aprecia la manera de ser de las mujeres mendocinas, a quienes considera «dulces, cariñosas y más afectuosas que en otros lugares».

Lo que notó en los ’90, cuando recién llegó de Europa fue que «faltaba algo de onda en la decoración de las casas de Mendoza. Esto ha cambiado para bien en los últimos años, igual que el interés por el arte. Recién ahora creo que se le está dando importancia y se lo reconoce», opina.

Vanguardista, innovadora, agitadora por esencia ella quiere motivar a la sociedad mendocina a comprar arte, disfrutar de lo estético, reunirse a compartir experiencias nuevas. Zocco surgió con ese objetivo y convocó a más de 3.000 personas. Ahora Begoña nos anticipa que está preparando algo nuevo para fin de año que  por el momento se mantiene «en secreto», pero que sin duda será «todo un acontecimiento cultural y social».

 

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