«En cualquier fiesta la gente quiere fiesta». Franco Fusari dice esto y nos cuenta cómo llegó de estudiar clarinete y saxo en la UNCuyo a animar fiestas en Universal Studio (Estados Unidos) para las quinceañeras que viajaban con Ríspoli. En cualquier caso nos resulta toda una curiosidad. Con aspecto de adolescente, a pesar de sus 25 años, Franco ha sido un estudioso de la música desde los 8 años y ahora se divierte haciendo covers con su saxo. En realidad Franco «canta» con el saxo, reemplaza la voz de un tema con su instrumento musical y además se mueve al ritmo haciendo un show que causa sensación entre los invitados de cualquier evento.
En su casa de Villanueva, un lago con un cisne de cuello negro que cuida su territorio y se llama Simona, es parte del escenario para esta charla informal. Sobre la mesa ratona del living, dos fotos hablan de su talento precoz. Una lo muestra a los 12 años tocando el saxo con Facundo Arana y otra abrazado a David Lebón. Hace poco estuvo con Alejandro Fantino en Animales sueltos. El productor de América, Juan Cruz Ávila lo vio en una fiesta privada en Mendoza y lo invitó al programa. También estuvo con Andy Kusnetzoff en el programa radial Perros de la calle. Es que lo que hace Franco con el saxo, no lo hace cualquiera.
A los 8 tocaba el piano y a los 10 el clarinete. Sin embargo, se enamoró del saxo. «Con el clarinete necesitaba un contexto musical mucho más clásico, el saxo me permite ser más versátil», asegura. Sus maestros fueron nada menos que Julio Lonigro en clarinete y Pablo Kusselman y Walter Casciani en saxo. Pero Franco se cansó de estudiar y se embarcó como coordinador de los viajes de Ríspoli, donde parte de su trabajo era animar la fiesta en Universal Studio, tocando el saxo para las chicas de 15. Nada más que decir: las chicas quedaban encantadas y el boca en boca comenzó a rodar. «Ahora las chicas le piden a sus papás que me contraten para la fiesta», dice.
–¿Cómo preparás tus shows?
–La presentación en una fiesta dura aproximadamente media hora. Es un toque explosivo, voy tocando y bailando entre las mesas y la gente se prende. Me armo las pistas (música pregrabada) yo mismo, porque busco temas en donde pueda reemplazar la voz humana con el saxo. Es como cantar con el saxo. El repertorio es variable, lo voy cambiando.
–¿En 30 minutos armás la fiesta?
–Arreglo fragmentos de temas, busco la mejor parte de cada uno y en 12 minutos puedo meter hasta siete temas. La idea es que no decaiga. Es como que me posesiono cuando toco porque me gusta bailar. Creo que la gente ve que me gusta lo que estoy haciendo y que doy lo mejor de mí. En la música es fundamental sentir lo que estás tocando. Me gusta tanto la música que disfruto de una chacarera hasta de un tema electrónico.
Franco es capaz de hacer hasta cinco shows en una noche. Su mamá lleva rigurosamente la agenda porque a él no le gusta hablar de plata y prefiere que el primer contacto siempre lo haga su «representante».
Su vestimenta también es llamativa y para nada casual… Franco nos confiesa que le gusta armar su propio vestuario. «Suelo comprarme ropa en Palermo (Buenos Aires), en El Burgués. Cuando toco en una fiesta me visto formal y trato de no repetir los sacos o los trajes», advierte.
–¿Qué tiene el saxo para vos que lo hace tan atractivo, tan estético?
–Puedo jugar mucho con el saxo y me permite hacer música arriba de las pistas. Es muy parecido a la voz humana. Además es cierto que llama la atención porque es muy bonito como instrumento.
–Estuviste en New Orleans (Estados Unidos) hace poquito. ¿Qué te gustó de «la ciudad del jazz»?
–Me encantó ver en la calle bandas de músicos que improvisan todo el tiempo, es una ciudad que tiene mucha magia. Hay bandas increíbles aunque estén tocando en la calle.
–¿A qué otros países te han invitado a tocar?
–Una vez me vio un empresario brasilero en una fiesta en Salentein y me contrató para su cumpleaños de 50. Viajé a Cascabel en Brasil con mi hermano.
–¿Cómo te divertís vos cuando no estás animando eventos?
–Me gusta salir con amigos a lugares tranquilos y a bares como Black Jagger, Zeta o Grita Ssshhh. También disfruto mucho del deporte, hago crossfit andino y juego al fútbol. Y aunque soy flaco me encanta comer, sobre todo me gusta ir a las bodegas y disfrutar de buenos platos en maridaje con los vinos.
–¿Qué varietales y qué bodegas preferís?
–Me encanta el Malbec, por supuesto, y lo vinos de Dominios del Plata, Catena Zapata y Rutini. Mi viejo tiene una cava y tengo para elegir (risas).
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