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Seba Ortega: “No puedo entregar un trago sin sonreír”

Con 24 años y una experiencia notable, Seba es un apasionado de experimentar y diseñar tragos. Dialogó con nosotros y nos contó su historia y sobre “Gimlet”, el curso de bartender que encabeza junto a Juampi Simic. 

De chico mamó la influencia gastronómica por parte de un tío que es chef internacional y por parte de su mamá, quien trabajó muchos años como administrativa gastronómica.

Con la cocina en sus genes, todo apuntaba a ese destino. Sin embargo, cuando trabajó en restaurantes, ya sea de mozo, bachero o ayudante, Seba se dio cuenta que en esos puestos no tenías contacto con la gente. Además, siempre le gustó vender, por lo que lo presencial y la experiencia frente al cliente le parecía fundamental.

Al salir de la secundaria y tener que pensar en qué estudiar, nada le llamaba mucho la atención, hasta que enganchó un curso de bartender por Facebook. Ahí arrancó toda su historia.

A mitad del curso, le ofrecieron ser jefe de barra y aceptó. Meses después llegó la pandemia, se fue un mes a vivir a Buenos Aires y volvió. Gonza Palacios, dueño de Garnish, le abrió las puertas para que trabajara en su bar. 

Seba vive solo desde los 18 años. Cuando volvió de Buenos Aires no tenía trabajo y tuvo que volverse a vivir con su mamá, en Lavalle. El viaje al laburo se le hacía eterno, entonces se mudó a una pensión con unos franceses hasta que encontró un departamento donde vivir con su madre, mucho más cerca de la Ciudad.

Actualmente, Seba se encuentra con varios proyectos: la jefatura de barra en Charco, asesorías personalizadas y el curso de bartender “Gimlet” junto a su colega Juampi Simic.

Seba Ortega, su amistad con Juampi Simic y Charco

“Mi relación con Juampi empezó hace algunos años cuando participé de un torneo de cócteles y Juampi justo era mi jurado de técnica. A partir de ahí pegamos buena onda y cuando volví de Buenos Aires terminé trabajando con él en eventos”, reveló Seba.

“Juampi me enseñó a dar el salto para no solo ser una persona que prepara cócteles si no que para que pueda armar un equipo, una carta. Es decir que me ayudó a profesionalizarme mucho más en el rubro”, añadió.

En diciembre de 2022, Juampi le comenta sobre el proyecto de Charco pero Seba estaba trabajando en otro bar. Después de un tiempo, se lo vuelve a plantear y le explicó que el lugar iba a estar orientado en una experiencia andina, con productos locales y demás.

Seba decidió darle para adelante. “Lo loco fue que todos los cócteles los armamos en su casa, entonces prácticamente conviví con él durante un mes, experimentando y diseñando tragos”, dijo Seba.

En Charco van cambiando la carta cada tres o cuatro meses. Seba y Juampi tienen un laboratorio que es una pequeña cocina, donde investigan, cocinan, hacen tinturas y toda la parte de los nuevos cócteles.

Gimlet, el curso de bartender de Seba Ortega y Juampi Simic

“Un día fuimos a un evento y con un par de copas encima dijimos que teníamos que dar un curso, yo se lo propuse y aceptó”. Así nació Gimlet, el curso de bartender de Seba y Juampi.

Gimlet es un curso presencial, con la idea de sumarle un formato online para el año que viene. “No lo hacemos por un tema de rentabilizar, si no porque nos dimos cuenta que al famoso ABC del bartender, le faltaba un ABCD. Ya no es como antes que el bartender tenía que salir sabiendo hacer un negroni o una piña colada, ahora tiene que saber hacer una cocción, tiene que saber usar un termocirculador, saber hacer una tintura, saber adaptarse al comensal, etc. Por eso cuando no sabemos de un tema o no estamos lo suficientemente interiorizados, llamamos a un profesional para que dicte las clases. Es un lugar donde compartimos y donde aprendemos todos de todos. Tratamos de que se le de valor al bartender porque realmente es una profesión”, manifestó Seba. 

El curso se llama Gimlet en honor al famoso cóctel que tiene gin, jugo de lima y almíbar. “Nos parece un cóctel que es súper equilibrado y que refleja la armonía de nuestra relación, además de que es la estructura más vendida a nivel mundial y a los dos siempre nos gustó”.

¿Cómo ves posicionada a Mendoza en la coctelería?

La parte de la barra evolucionó con el tiempo en Argentina. De hecho en Buenos Aires creo que se está por dar el título de terciario en Bartender. En Mendoza hay muchos lugares donde ir a tomar buenos tragos y donde la experiencia es enriquecedora. El tema con Buenos Aires es que es la capital del país, con más gente, más demanda y por lo tanto más propuestas.

También creo que existe un caretaje en el mundo de las bebidas. Los cócteles son para todo el mundo, tal vez los lugares no, pero un cóctel lo puede tomar cualquiera. Por eso buscamos que se explore. Es libertad no libertinaje.

¿Cuáles son los pilares para ser un buen bartender?

La persona que resalta en esta industria es un buen gastronómico, más allá de ser bartender. La clave es entender que estás dando un servicio, que le estás generando a la gente una experiencia. Ser gastronómico es saber adaptarse todo el tiempo.

El top 3 de cócteles de Seba Ortega

(Aclaramos que no están en orden):  Espresso Martini, Papper Plane y el Cuba Libre.

¿Un punto débil en tu trabajo?

Siempre un punto débil fue el rol de líder, el liderazgo. Entonces empecé a complementar la inteligencia emocional y la facultad de cómo nutrir la relación del equipo de trabajo. Creo que si se genera un buen ambiente, con respeto y responsabilidad, siempre sale mejor el trabajo. 

¿Qué tomás cuando te juntás con amigos?

La mayoría de mis amigos son bartender y con los que no son, nunca hago un cóctel, solo hago cuando estoy en mi casa, ahí sí me tomo el tiempo de agasajar. Soy fanático del Cynar, siempre voy con eso y una gaseosa de pomelo. 

¿Cómo te llevas con el vino?

No me termino de amigar con el vino, entiendo el valor que tiene a nivel mundial y como gastronómico, pero para consumo personal no es algo que prefiera. 

¿Cómo te ves de acá a 5 años?

Desarrollando emprendimientos relacionados con la profesión, míos o en sociedad. También me veo viajando.

Experiencia, pasión y sacrificio definen su paso por el rubro. “No puedo entregar un trago sin sonreír”, es la frase que lo define como profesional. 

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