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La comida entra (primero) por los ojos

La especialista en Food Styling Marcela Lovegrove, llega a Mendoza para enseñarnos a preparar los alimentos de manera que den muchas ganas de comerlos. Sus consejos son para quienes trabajan en torno a la gastronomía y también para hacer más atractivos los platos de todos los días.

Marcela Lovegrove (61) nació en Buenos Aires, estudió Tecnología Industrial de los Alimentos en la UADE (Universidad Argentina de la Empresa) y, asegura, se convirtió en foodstylist “de casualidad”. Conoce muy bien el rubro gastronómico porque ha realizado numerosos cursos de cocina. “No tengo formación fotográfica”, confiesa, a pesar de que está casada con un fotógrafo publicitario.

 

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El food styling es preparar alimentos para ponerlos frente a una cámara, ya sea para fotografiar o para filmar.

 

¿Cómo fue que te especializaste en food styling?

Cuando empecé, el food styling era muy diferente de lo que es ahora. Había muchísimo trabajo para las tres que hacíamos esto. No existía obviamente el retoque, ni la bibliografía de donde sacar información. No había ningún lugar donde aprender. Así que las pocas que fuimos durante casi 30 años nos formamos a ensayo y error, experimentando, probando, aprendiendo de los utileros y de los fotógrafos. Recién en el año 2000, cuando a la Argentina llegaron empresas extranjeras a filmar comerciales, pudimos ver como trabajaban los demás. Fue un periodo muy enriquecedor y donde nos dimos cuenta que hacíamos muy bien las cosas a pesar de los pocos recursos que teníamos.


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La especialidad también se ocupa de todo lo que rodea a la comida: vajilla, mantelería, etc.

 

 

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Los alimentos deben lucir impecables.

 

¿Qué es el food styling y qué hace un food stylist?

El food styling es básicamente preparar alimentos para ponerlos frente a una cámara, ya sea para fotografiar o para filmar. La tarea de una food stylist es preparar los alimentos para que cumpla con los objetivos y las expectativas de quien nos contrata. Si nos contrata una panificadora, va a querer que su pan se vea impecable y que resaltemos todos los atributos que quiere comunicar. Si nos contrata una empresa láctea y estamos haciendo fotos de queso, va a querer que todas las características de ese queso se vean y luzcan en esa toma o comercial. También nos ocupamos de todo lo que rodea a la comida: vajilla, mantelería, fondos, etc.

 

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Uno de los errores más comunes tiene que ver con la mala elección del ángulo de toma.


¿Cuáles son los errores más frecuentes que ves en este ámbito?

La mala elección del ángulo de toma. La costumbre de rodear el plato de muchos elementos, lo que hace que la comida pierda protagonismo para ver saleros, servilletas, etc. Los puntos de cocción, ¡los brillos hechos con aceite!

 

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“Es muy difícil desprenderse de lo que tiene buen aspecto”.


«La comida entra primero por los ojos». ¿Podríamos decir que esa es la frase de cabecera de esta actividad?

Absolutamente. La comida entra por los ojos, especialmente cuando es una imagen, ya sea fija o en movimiento.

Esta especialidad está dirigida principalmente a cocineros, fotógrafos, publicistas,  diseñadores, etc. Pero, ¿de qué sirve tener conocimientos de foodstyling en la vida cotidiana? 

Creo que la impronta estética de un plato, una panera o de una bandeja con el desayuno, la llevamos siempre. Es muy difícil desprenderse de lo que tiene buen aspecto.

 

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“Yo no preparo alimentos para comer, los preparo para que te den ganas de comerlos”, afirma Marcela.

 

¿Cómo podemos hacer más atractivo un plato? Danos algunas claves.

Respetando las formas y colores de los alimentos, los tiempos de cocción. Rodeándolos -o no- de lo que mejor le quede y lo resalte. Sabiendo elegir la vajilla apropiada, creando un clima de luz adecuado.

 

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La comida debe ser protagonista de la escena.

 

¿Cómo son los talleres que dictás?

El asistente se encuentra con un mundo inimaginado. Nadie puede de antemano imaginar todo lo que hay detrás de una toma o un comercial de comida. Hay muchas horas invertidas, muchos aspectos que se tienen en cuenta. Es una mirada muy distinta. Yo no preparo alimentos para comer, los preparo para que te den ganas de comerlos. Los talleres están muy llenos de información. Mi mayor propósito es enseñarles a desarrollar una nueva mirada, una nueva manera de acercarse a la comida. Hoy en día no hace falta ser food stylist para hacer lindas fotos de comida, pero hay cosas que sin un conocimiento de las técnicas de food styling, sin esa mirada y esa cabeza diferente, no se logran. Es un mundo absolutamente fascinante. Como me dijo hace poco una alumna: «Esto es un viaje de ida», y es así. Después de un taller, la mirada es otra.

 

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Marcela Lovegrove, en uno de los tantos cursos de FoodStyling que dicta por todo el país.

 

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Para que un alimento luzca bien hay que respetar formas, colores y tiempos de cocción.

 

Marcela Lovegrove, llegará en los próximos días a Mendoza para dictar un Taller Intensivo de FoodStyling, los días 27 y 28 de octubre. También se podrá optar por otras jornadas donde se darán charlas: el 30 de octubre, Food Styling y Pastelería. Y el 31 de octubre, Food Styling y Fotografía. El curso está dirigido a quienes trabajan en torno a la gastronomía, ya sea desde la cocina o desde la comunicación: cocineros, pasteleros, publicistas, diseñadores, empresarios, blogueros, periodistas, fotógrafos, especialistas en marketing y aficionados.

La organización está a cargo de Alicia Sisteró, directora de Dos más Dos – Marketing Gastronómico ([email protected] – 261 658 1000).

 

 

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