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Esas raras e ingeniosas ocupaciones (m’hijo no es dotor)

¿Qué tienen en común un detective privado, un instructor de un deporte extremo y una asesora de tuppersex? Son trabajos fuera de lo común. Full time o como complemento de otra actividad, vieron una oportunidad laboral y económica y siguieron sus “talentos naturales”.

Las estadísticas en nuestro país muestran que el 75% de los jóvenes se sigue volcando a las carreras tradicionales. Medicina, derecho y arquitectura son las más elegidas. Hay en la Argentina miles de opciones de estudios en entidades públicas y privadas. ¿A qué obedece entonces esta elección de los clásicos con todas las posibilidades que existen? Los expertos dicen que ante la urgencia de tener que optar, los jóvenes se deciden por lo que conocen; una carrera tradicional es algo que está probado, se puede llegar a tener una inserción estable en el mercado.

Lo que no tienen en cuenta es que una muy buena opción puede ser justamente la de prepararse en tareas “poco exploradas”. Las necesidades de las personas cambian continuamente, por eso quienes hacen trabajos fuera de lo común son cada vez más.

Hasta hace algunos años, ser wedding planner, community manager, asesor de imagen o hacker era una rareza. Hoy, esas ocupaciones les cedieron su lugar a otras, que -todavía- resultan algo extrañas. Conocé a tres personas que eligieron una alternativa a los trabajos tradicionales.

 

raras ocupaciones
Un detective privado investiga de forma reservada y aporta pruebas que permitan llegar a una conclusión sobre determinada hipótesis.

 

 
El Sherlock mendocino

Fernando Cartofield tiene 37 años y es detective privado. Estudió Criminología y Psicología forense en Mendoza y se especializó a distancia en una institución europea. “Hace unos dos años que me dedico a esto y en ese tiempo hemos resuelto más de 150 casos”, relata.

“Se trabaja en equipo. Esto es muy importante a la hora de ser profesionales porque hay diferentes tipos de investigaciones y de seguimientos, en donde muchas veces se requiere el apoyo de una o más personas. En nuestra estructura hay expertos en tecnología y hay mujeres, imprescindibles sobre todo si tenemos que seguir a alguien hasta un bar o un boliche. Alguien solo llamaría la atención y una pareja no”, ejemplifica Fernando.

Su trabajo consiste en investigar de forma reservada para una persona o una empresa y aportar pruebas -fotografías, filmaciones, escuchas- que permitan llegar a una conclusión sobre determinada hipótesis. En ocasiones esas pruebas sirven en procedimientos judiciales. “A veces los empleados intentar estafar a la empresa para la cual trabajan con demandas ante seguros, siniestros, enfermedades que no son tales. En el ámbito personal el tema de las infidelidades es el más común. También piden una investigación en caso de importantes herencias o juicios por cosas de mucho valor, o padres que quieren saber si sus hijos andan en algo raro”, cuenta.

La mayoría de sus clientes llega por recomendación, “por otras personas a las cuales hemos ayudado. También nos contactan por los avisos clasificados en diarios y por internet”.

 

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“Del 100% de las personas que se acercan a nosotros por sospechas de infidelidad, un 93% de esos casos se comprueba”, asegura Cartofield.

 

“Hay una entrevista previa con el cliente. Nos interiorizamos en el tema, establecemos estrategias y los acompañamos en el proceso. El tiempo de seguimiento depende de cada caso”, cuenta acerca de la metodología de trabajo.

Lo mejor y lo peor de ser detective privado, según Fernando, tiene que ver con la resolución y la reacción del cliente. Me siento sumamente feliz al ver el alivio reflejado en la cara de alguien. Es una caída de velo, una liberación. De repente algo que se intuía, se transforma en realidad con las pruebas que presentamos. Por otro lado, hay personas que se desmoronan al ver que quienes los engañaban eran sus mejores amigos, sus parientes más cercanos, lo cual es muy fuerte. Personas de su confianza de quienes jamás hubieran esperado algo así”.

Y continúa: “Un caso que causa mucha sorpresa, pero que es común últimamente, se da cuando se descubre que el amante de la persona investigada es alguien del mismo sexo. ‘Hubiese preferido mil veces que fuera una mujer’, nos han llegado a decir mujeres deshechas. Yo siempre me siento feliz de ayudar. Hay personas que están años dudando y luego de nuestra investigación quedan muy agradecidas. Resolver y ayudar es nuestra filosofía”.
La cantidad de infieles es alarmante: “Del 100% de las personas que se acercan a nosotros por sospechas de infidelidad, un 93% de esos casos se comprueba. Esto significa que cuando uno tiene una sospecha, un indicio, casi seguro que está en lo cierto”, señala.

Apasionado por lo que hace, Fernando asegura que siempre tiene trabajo, aunque “no es muy redituable económicamente hablando, los presupuestos son muy variados. Junto con mis socios tratamos de adaptarnos”. ¿Qué profesión no podría ejercer? “Nunca podría ser político o abogado penalista. No estoy en condiciones de transar o de hacer la vista gorda con algo que está mal. No podría hacer algo que vaya en contra de mis principios”.

 

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Adrián Álvarez practica parapente en Mendoza desde hace 20 de años.

 
Pasión por lo extremo

Adrián Álvarez tiene 40 años y es instructor de parapente -contracción de paracaídas de pendiente-, un deporte nacido a fines del siglo XX por la inventiva de montañistas que querían bajar volando mediante un paracaídas desde las cimas que habían ascendido.

Adrián practica esta actividad en Mendoza desde hace 20 de años. “Hago vuelos de instrucción y vuelos tándem. Los de instrucción son para enseñar a aquellos que quieren realizar esta actividad solos y los tándem son los que se realizan con pasajeros ocasionales que buscan disfrutar”, explica. “Apasionado por la montaña, cuando me enteré que existía esto acá, hice un curso y junto a otros compañeros formamos la primera escuela de Mendoza que se llamó Areauca”, relata.

 

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Los vuelos de instrucción son para enseñar a quienes quieren realizar esta actividad solos y los tándem son los que se realizan con pasajeros ocasionales que buscan disfrutar.

 

“La gente nos contacta a través de distintas páginas web que ofrecen esta actividad. La ventaja que tenemos de vivir en Mendoza es que prácticamente todo el año puede practicarse. Combino lo laboral con el deporte, que me gusta mucho. Las posibilidades que te da en cuanto a sentir  libertad, a poder caminar entre los cerros, despegar y aterrizar en distintos lugares… es inigualable. Lo disfruto”, asegura Adrián.

Con respecto al viento Zonda, frecuente en alta montaña, nunca ha tenido una mala experiencia: “Entre todos los pilotos tenemos muy buena comunicación y además sabemos sobre meteorología que, sumado a la experiencia, hace que minimicemos todo tipo de riesgo al volar”, explica.

“Me gusta mucho el agua pero, sinceramente, ¡capitán de barco es algo que nunca sería!”, afirma.

 

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De recipientes para conservar alimentos -Tupperware- a productos eróticos. Hacer demostraciones y vender a domicilio es todo un éxito.

 
Entre geles y vibradores

Marcela tiene 44 años y es asesora de tupper sex. El origen del término nos remonta a la década del ’50, cuando las ventas de la compañía de recipientes plásticos para conservar alimentos, Tupperware, aumentaron rápidamente gracias a un novedoso plan de marketing que consistía en hacer demostraciones en los hogares. Este procedimiento de venta a domicilio se fue trasladando con el tiempo a otros campos, hasta llegar al de los productos eróticos. El fenómeno comenzó en Estados Unidos en el año 2000 y tardó en instalarse en otros países.

“Me contactan a través de clasificados pero sobre todo por recomendación de otras personas que me llamaron antes”, cuenta Marcela. “Me dediqué a ser ama de casa y a criar a mis tres hijos, hasta hace unos 5 años que fui a una despedida de soltera donde me encontré con esto por primera vez y ahí se me prendió la lamparita. Los chicos ya estaban más grandes y yo siempre fui una persona desprejuiciada al hablar de sexo. En un viaje a Miami con mi marido, encontré un lugar que vendía productos eróticos lindísimos y decidí comprar algunas cosas”, relata Marcela acerca de sus comienzos.

Despedidas de solteras, pero también “celebraciones” de divorcios parecen ser las ocasiones ideales para estas reuniones de tupper sex. Nada mejor que la intimidad, la complicidad y la confianza entre amigas para reírse, elegir y comprar sin inhibiciones.
 

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Despedidas de solteras, pero también “celebraciones” de divorcios parecen ser las ocasiones ideales para estas reuniones de tupper sex.

 

¿Lo mejor y lo peor de su actividad? “Aunque parezca mentira, hay mujeres adultas que se escandalizan al principio, que nunca experimentaron con nada y que se muestran incómodas. Esas son las que más terminan preguntando y quizás no se animen a comprar, pero después te recomiendan porque lo pasaron bárbaro ¡y aprendieron!”, asegura Marcela. En el otro extremo, está la agenda de reuniones, que suelen ser los fines de semana o en vísperas de feriado. “Pero no son demasiado largas, por lo que me queda tiempo para disfrutar con mi familia. Para mí es una actividad súper conveniente porque además de la tarifa fija que se cobra, siempre te compran”.

“No podría tener un trabajo monótono de oficina, y sí podría ser psicóloga, me he dado cuenta a partir de escuchar y aconsejar a tantas mujeres. Se me prendió otra lamparita, ¡en cualquier momento me pongo a estudiar!”.

 

 

 

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