Las portadas de discos son más que simples imágenes; son portales al universo emocional del álbum, una primera impresión que puede ser igual de poderosa como el primer acorde de una canción. Desde los colores que reflejan sonidos hasta las composiciones visuales que narran historias, estas tapas no solo acompañan la música: la complementan, la potencian y, en muchos casos, la inmortalizan.
En el mundo del arte visual, diseñar una tapa de disco es uno de los desafíos más emocionantes. Es crear un manifiesto que sintetice la esencia de un álbum en una sola imagen. Para dar algunos ejemplos brillantes, nombraremos a Alejandro Ros o Andy Warhol, quienes han marcado la historia de la música a través de sus portadas, demostrando cómo estas piezas visuales son tan relevantes como las canciones que enmarcan. En Mendoza, un grupo de artistas está dejando su huella en esta tradición, colaborando con bandas locales, nacionales e internacionales para dar vida a obras que conectan imagen y sonido de manera única.
En esta nota, seis de ellos nos cuentan cómo es habitar el universo de un álbum para traducirlo en imágenes. A través de anécdotas, reflexionan sobre su proceso creativo y sobre el impacto que sus trabajos tienen en la escena musical y cultural, tanto dentro como fuera de la provincia.
Tomás Wur: “El sonido y la imagen tienen una relación rica y recíproca”
Tomás Wur, diseñador mendocino y fotógrafo, es fiel creyente de que el proceso de crear una tapa de disco es tan intuitivo como meticuloso. Todo arranca con un primer encuentro con el músico: “Las ideas principales siempre aparecen ahí, como una catarata de imágenes durante la charla”, cuenta. Luego, entra de lleno en el universo sonoro del álbum, escuchándolo incansablemente para captar los gestos estéticos. “El sonido del álbum determina si el resultado será más pop, solemne o melancólico”, agrega. Así logra traducir el concepto musical en una imagen, tomando inspiración de las letras y sonidos, elementos clave que lo guían durante el proceso creativo.
Entre sus trabajos más destacados está la colaboración con Miranda, un proyecto donde reinterpretar lo ya icónico fue un desafío. “En esos casos, pienso cómo puedo aportar algo nuevo dentro del camino recorrido”, reflexiona. Pero no solo las grandes bandas ocupan su tiempo: Tomás también ha trabajado en proyectos que cruzan disciplinas, como crear la imagen para el podcast de Moria Casán, donde su historia y figura como ícono popular definieron la estética final. A través de su arte, Tomás mantiene una conexión con su tierra: “La montaña y la luz natural de Mendoza siempre están presentes en mi trabajo”, señala, demostrando cómo su identidad visual se entrelaza con la riqueza cultural de la provincia.
Martín Sánchez: “La sinestesia es clave para diseñar tapas que conecten”
Para Martín, el diseño de una tapa comienza con la búsqueda de la sinestesia, ese cruce sensorial que une sonido e imagen. Su reciente colaboración con Sasha Nazar fue un desafío particular, ya que el álbum se grabó de forma old school, con músicos tocando en directo, pero contrastaba con el uso de IA generativa en el diseño visual. “Quería hacer convivir dos mundos que parecen incompatibles para muchos”, cuenta Martín, quien utilizó elementos simbólicos como paisajes, plantas y referencias locales, reinterpretados desde un enfoque universal. El proceso fue dinámico: “Exploro múltiples caminos con la IA, sintetizo y trabajo artesanalmente hasta lograr algo único”, detalla.
Además de la música, Martín se inspira en referencias visuales que van desde tapas clásicas de Burning Spear y Marvin Gaye hasta paisajes mendocinos mencionados por Sasha, como Uspallata. “No busco replicar lo local, sino reinterpretarlo para que dialogue con el disco”, explica. Este enfoque, alimentado por su experiencia como fotógrafo, le permite crear imágenes que integran su identidad personal más allá del uso de herramientas tecnológicas. “La tapa de un disco es una extensión del universo del artista, no solo una representación visual”, reflexiona, dejando claro que la conexión entre música y artes visuales es fundamental para enriquecer la experiencia del álbum.
Fede Calandria: “El arte visual potencia y da identidad a la música”
“Escuchar el disco una y otra vez es clave para impregnarme del clima y las emociones que quiero transmitir”, comenta Fede Calandria, quien desmenuza letras y melodías para construir imágenes que representen la esencia del álbum. Su trabajo con Mi Amigo Invencible ha sido un viaje creativo marcado por la sinergia entre arte visual y música. Además, su colaboración en la trilogía Relatos de un incendio, La nostalgia soundsystem y La danza de los principiantes le dio vida a un universo visual propio, donde canciones e ilustraciones se retroalimentan constantemente. “Se gestó un mundo que tomó vida propia, donde mis imágenes inspiraban canciones y viceversa”, señala.
Fede incorpora elementos de la cultura mendocina en sus obras, desde paisajes postapocalípticos hasta referencias icónicas como Nicolino Locche o la piedra pintada de Chacras. Para él, las tapas de discos son más que simples representaciones: “Un buen álbum debe tener una buena portada; potencia al disco, lo hace más recordable y le da identidad visual a sus melodías”. Esta conexión mendocina no solo aporta a la movida musical local, sino que también expande el alcance de su arte hacia nuevos públicos. “La música me inspira a seguir creciendo y explorando, llevando mi arte a lugares insospechados del mundo”, concluye.
Chiara Bagnato: “El arte visual y la música caminan de la mano creando mundos habitables”
La multifacética Chiara Bagnato aborda el diseño de tapas de discos como una experiencia profundamente colaborativa y emocional. En su trabajo con Tom Pez para Un lugar feliz, la inspiración surgió de una conversación donde reflexionaron sobre la existencia de espacios felices, reales o imaginarios. “La idea de esta casa de los sueños, con una estética inspirada en Studio Ghibli, mezcla inocencia con un toque de añoranza”, explica. Chiara escucha a fondo las canciones para captar los colores y sensaciones que el sonido le evoca, y construye sus imágenes a partir de detalles íntimos compartidos por los músicos. “Para mí, habitar la creatividad y la vulnerabilidad de otro artista es una gran responsabilidad”, agrega, destacando la confianza que se deposita en el proceso.
La conexión con su provincia natal también está presente en su obra. “La flora y la luz de esta provincia me inspiran enormemente”, señala. En el caso de Un lugar feliz, integró plantas nativas facilitadas por la Facultad de Ciencias Agrarias para materializar un concepto que empezó como ilustración y terminó cobrando vida en un set de fotografía. Para ella, el arte visual es una extensión del universo sonoro: “Muchas veces un disco puede acompañarte a través de las circunstancias de la vida; mi objetivo es potenciar esas emociones desde la imagen”. Con un enfoque colaborativo y sensible, sigue creando mundos que conectan lo visual con lo musical de forma única.
Enzo Elizondo: “El diseño de una tapa es un eslabón más en la comunicación de la música”
Para esta mente creativa, el diseño de tapas de discos comienza con una idea clara: capturar la “temperatura” del álbum. En su colaboración con La Lucía, este concepto fue clave para plasmar emociones ligadas a procesos emocionales, vínculos y erotismo. “El rojo engloba explícitamente todo eso”, señala Enzo, quien construyó un moodboard basado en referencias visuales alineadas con el tono del disco. Su proceso incluye buscar conexiones entre melodías, acordes y las sensaciones que estas reflejan, con libertad creativa y retroalimentación constante. “Con artistas como La Lucía, que saben lo que quieren comunicar, el proceso fluye naturalmente”, explica.
Enzo integra elementos de nuestra cultura en sus diseños, como la montaña o el vino, para posicionar el arte local a nivel nacional. “Usar nuestras esencias en las tapas de artistas mendocinos es una forma de representar nuestra identidad”, reflexiona. Para él, el arte visual es un eslabón más en la experiencia de un álbum, que posiciona a quienes lo oigan. “Lo que más me emociona es ensamblar arte en colectividades, que las partes se unan para comunicar”, concluye, destacando su compromiso con la fusión entre música y diseño.
Gonzalo Varas: “Cada banda es un mundo; el secreto está en saber descifrarlo”
Diseñar tapas de discos es un proceso tan único como las bandas con las que trabaja, dice Gonzalo. En su colaboración con La Pandilla de la Muerte, los músicos ya tenían claras sus ideas, lo que facilitó su labor: “Solo tuve que plasmarlo”, comenta. Gonzalo confía en las conversaciones como punto de partida para construir conceptos. “De esas charlas se desprende el corazón de la imagen, que luego llevo al papel o la pantalla”, explica. Aunque las letras y la música suelen ser una potente inspiración, su método es menos de bocetos y más de reflexión, un enfoque que le permite traducir la esencia del álbum en arte visual.
Aunque su trabajo no siempre incorpora elementos explícitos de Mendoza, Gonzalo encuentra riqueza en su alrededor más cercano: “Uso más elementos de Las Heras que de Mendoza; me parecen más interesantes para mis diseños”. Considera que el arte visual es primordial en la experiencia de un álbum: “Muchas veces elegís o descartás un disco por su portada”. Su sueño no se limita al diseño; imagina un festival en la cancha de Huracán Las Heras, con él como organizador, diseñador del flyer y cantante ocasional junto a La Mona Jiménez. “Es una forma de ensamblar arte y música, y eso me emociona”, concluye.
Esta nota refleja que el talento mendocino no conoce fronteras. En cada diseño mencionado e ilustrado hay horas de escucha, reinterpretaciones visuales y un enorme compromiso por capturar la esencia de un disco.
Por eso, la próxima vez que agarres una tapa de disco, pensá en todo lo que hay detrás: un diálogo constante entre sonido e imagen, donde cada detalle cuenta una historia que vale la pena explorar.