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Zapallar: para nadar y comer mariscos

Frecuentada por pocos argentinos, la ensenada de Zapallar en Chile tiene todo el encanto mediterráneo. Bosques, casas señoriales, jardines de flores, una playa blanca y El Chiringuito, excelente restaurante de mariscos sobre el mar. Sin dudas, la mejor playa chilena.

Zapallar es el paraíso más cercano al que siempre podemos retornar. Una playa escondida en la ensenada, un bosque que se preserva, casas centenarias con jardines preciosos y el restaurante donde se comen los mejores frutos del mar.

 

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Una bahía tranquila para hacer kayak o nadar con la mejor playa chilena.

 

Nos gusta caminar por los senderos que se pierden entre las rocas de esa bahía. Nadar hasta la balsa en el agua helada pero siempre refrescante, hacer la plancha a doscientos metros de la costa y contemplar los cerros que caen colmados de eucaliptus y pinos hasta la playa de arena blanca-amarilla.

En este caso ningún camino conduce a Roma. Es curioso, pero con la intención de que no se sencillo encontrar la bajada a la playa, quienes diseñaron las calles del pueblo lo hicieron de manera laberíntica y con solo dos variantes para llegar en auto hasta la costa. Los que llegan por el día darán mil vueltas antes de saber cuál es la ruta correcta, pero perderse aquí no importa porque cada rinconcito se disfruta.

Las campanadas de la iglesia suenan a las doce, a las siete de la tarde, a las ocho. Es el único sonido que retumba en la inmensa quietud de esta bahía que no admite bares, boliches ni ruido nocturno.

 

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La playa de Zapallar rodeada de bosques, un paraíso.

 

También graznidos de pavos reales se sienten a la siesta. Provienen de una mansión, con murallones de piedra y rejas labradas en hierro que son una obra de arte. Las casas que cuelgan del cerro y las más antiguas, las que están en el casco fundacional de Zapallar son pequeños casteletes de verano con jardines de flora nativa y otras especies exóticas que se mezclan en el paisaje con el bosque costero de Zapallar, hábitat mediterráneo poco común e identificado como “hotspot” de la biodiversidad.

 

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En la caleta, El Chiringuito, excelente restaurante para comer mariscos.

 

Los hábitats mediterráneos son extremadamente especiales y se encuentran sólo en cinco áreas alrededor del planeta: Chile, California, la cuenca mediterránea, África del Sur y Australia. Cubren sólo el 2,2% de la superficie de tierra del planeta, pero cuentan con alrededor del 20% de especies de plantas existentes. El clima templado de la zona permite una amplia variedad de flora y los jardines de Zapallar, los naturales y los que cultivan con esmero los propietarios con azaleas, la flor del soldado, santa rita, capuchinas, adelfas, campanillas y todo tipo de suculentas son una preciosura.

 

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Pequeñas embarcaciones le dan color a la ensenada de Zapallar.

 

Después de recorrer cada vericueto de la costa Pacífica chilena en busca de la mejor playa para hacer snorkel, nadar, flotar en kayak o barrenar buenas olas, volvemos una y otra vez a Zapallar. Los días de mar calmo nos dejan nadar por toda la bahía y cuando la marea se pone brava, la ola rompe de manera abrupta en la arena retumbando en toda la ensenada. El agua es fría como en todo el Pacífico Sur por la corriente de Humboldt, sin embargo el cuerpo se acostumbra y hay quienes elegimos nadar con la puesta de sol porque a esa hora, cuando los vientos se calman el agua pasa de estar helada a fresca. La balsa siempre es la meta y las boyas que marcan el límite de una punta a la otra de la costa permiten nadar en forma paralela a la playa.

 

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Largas caminatas para hacer entre senderos que bordean la costa.

 

Existe como un pacto implícito entre los propietarios de casas veraniegas y la población estable de Zapallar por conservar el silencio, la tranquilidad, la naturaleza y todo el encanto del bosque. Este pacto viene de la época en que Olegario Ovalle Vicuña, dueño de esta hacienda le regaló tierras a sus amigos con la condición de que en un plazo de 2 años construyeran casas. Este peculiar origen hizo que desde sus inicios los vecinos no sólo se preocuparan de sus predios, sino que también del entorno. Plantaron bosques, trazaron la laberíntica red de calles y la rambla peatonal que une la caleta con la Isla Seca.

 

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La terraza del Chiringuito, ideal para un pisco sour mirando la bahía.

 

En la caleta está el famoso restaurante El Chiringuito, reconocido hasta por el New York Times por su cocina marítima. Unos ostiones al pil pil con Merkel y rodajas de ají, y un pisco sour de aperitivo serán el toque perfecto para un almuerzo de paso, antes de llegar a la playa. Con una terraza sobre el mar y una excepcional panorámica de la bahía, el restaurante se llena de gente todos los mediodías por lo cual caer de manera casual no es recomendable. Sugerimos hacer la reserva previa para no quedar esperando. La visita al Chiringuito también se puede hacer por la tarde, en este caso vendrá bien una vaina para esperar la puesta de sol y si el presupuesto alcanza continuar la velada con un pastel de jaiba o machas a la parmesana.

 

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Los platos del Chiringuito han sido recomendados por el New York Times.

 

En la caleta también están las escuelas de buceo, algunos yates y los kayaks para los que disfrutan de los deportes náuticos. Las tablas de stand up en su versión más liviana parten desde la playa cuando la rompiente permite pasar sin problemas.

 

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Preciosos jardines de flora mediterránea se descubren caminando entre las rocas de la costa.

 

Las caminatas por las rocas de la costa son un vicio personal. Desde Zapallar por el Pangue hasta la paradisíaca playita de Las Cujas en Cachagua hay un trayecto de una hora. Senderos que por momentos parecen paisajes lunares por las formaciones de las rocas, nos llevan a conocer jardines secretos y piscinas camufladas en el mar.

 

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Zapallar tiene casas señoriales del siglo pasado y otras modernas que cuelgan de los cerros.

 

Zapallar es un reducto bastante exclusivo de la clase chilena acomodada que preserva con celo la paz de su entorno. No hay mucho para hacer en materia de consumo –por suerte-, pero sí todo lo que se les ocurra si se trata de disfrutar el bio-ritmo natural del bosque y el mar, algo que elegimos una y otra vez.

 

 

 

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