Cuando Vale Simón terminó la carrera de Arquitectura decidió viajar al país del norte del continente, donde vive su hermana, para pensar qué rumbo tomar en su carrera. Confiando en su instinto apostó a la moda, algo que siempre le había gustado y llamado la atención. Así nació su marca Blac Le Cat, la cual llevó adelante junto a su socia durante siete años.
En 2017 decidió volver a México para hacer un curso intensivo de confección y, gracias a una casualidad, comenzó a trabajar como senior junto a Sandra Weil, exitosa diseñadora de ese país. «En 2018 conocí casualmente a Sandra, las dos pegamos muy buena onda e intercambiamos teléfonos. Cuando decido irme a México le escribo y le cuento que voy a hacer un curso y ella me dice que tiene que sacar una colección en dos meses y que por favor fuera a ayudarla. Yo iba por tres meses y ella me pidió que me quedara, y así tomé la decisión de instalarme allá. Fue una conexión muy mágica», cuenta Valeria.
Gracias a esto, tuvo la oportunidad de vestir a actrices famosas de la talla de Yalitza Aparicio, Marina de Tavira (Roma), Cecilia Suárez (La casa de las flores), y Paz Vega (Lucía y el sexo), entre muchas otras. «Dentro de las colecciones en las que trabajamos están los vestidos que usó Cecilia para la alfombra roja de los premios Platino. Ella usó el mismo vestido a rayas, pero en dos colores distintos, uno rojo para la alfombra y en la presentación se puso otro azul, causando la incógnita de si había cambiado de vestido, o el vestido cambiaba solo, algo que fue muy hit allá», explica Vale.
Luego de esa experiencia llegó el turno de los Oscar, Yalitza Aparicio necesitaba un vestido para asistir a los premios de la Academia por su participación en la película Roma, de Alfonso Cuarón (por la cual fue nominada a mejor actriz). «Fue una jornada muy intensa. Yalitza quería usar las telas que hacen los aborígenes de su pueblo, Oaxaca, entonces lo hicimos con tela mexicana autóctona y lo bordamos entero con pedrería. Finalmente, lo usó para una gala de Netflix, pero fue increíble», describe la joven.
El año pasado, luego de dos años y coincidiendo con la llegada de la pandemia, Vale dejó de trabajar en el atelier de Weil y le dio espacio a un nuevo proyecto: «Máxicos», una colección de kimonos bordados junto a su socia, una diseñadora australiana asentada también en el DF. «México es un portal a todo lo místico y a todas las cosas en las que no es necesario creer de manera científica. Desde que llegás, si estás un poco abierto a la sensibilidad del lugar, vas por ese camino. Máxicos tiene mucho de eso, una combinación entre mis creencias y las de mi socia. Nos inspiramos en cosas naturales y mágicas y creamos los kimonos como amuletos, a los cuales les cargamos una intención».
Durante el confinamiento, Vale comenzó a dar clases online de costura y tejido para mantenerse conectada con esas actividades. Cómo un plus también ofreció lecturas de tarot a través de su cuenta de Instagram, una práctica que empezó a utilizar para recuperar la confianza en sí misma. «Empecé con el objetivo de reafirmar mi confianza y llegó en un momento muy justo porque en la pandemia quedamos encerrados energéticamente y sentí que tenía que hacer algo para ayudar de alguna manera. Se me ocurrió leer el tarot a la gente que tuviera ganas y se armó una comunidad muy linda».
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Voy a seguir con Máxicos que acaba de empezar y tengo todo armado para irme a Europa. Mi próximo paso es hacer una maestría en moda y negocios, pero todavía no defino en dónde, así que sigo afuera, aunque me encanta volver a Mendoza porque es mi lugar.