Nadie sabe bien qué pasó por la mente de los jóvenes rusos que decidieron escalar rascacielos y caminar hacia los puntos más extremos para sacarse una foto. Lo cierto es que el skywalking cobró vida como “deporte” de riesgo y se propaga por la web de la mano de excelentes fotos.
En ellas se repiten los elementos: un joven loco acapara el primer plano volando sobre las principales ciudades del mundo. A veces son autorretratos –no al modo de selfie, ya que hay distancia y un despliegue importante para el segundo plano-, y a veces interviene un partenaire que captura la imagen.
El skywalking lo iniciaron algunos jóvenes rusos aficionados a la fotografía. Se trata de personas que suben a los edificios más altos de su ciudad, sin ningún tipo de protección ni permisos, y escalan hasta el extremo más cercano al precipicio. Desde allí se toman fotografías espectaculares con la ciudad de fondo y bajan antes de ser atrapados por la policía. Luego difunden las tomas por la web.
La adrenalínica aventura tiene sus riesgos, de hecho ya han ocurrido varios accidentes de graves consecuencias para los practicantes. Si bien los principales cultores del skywalking son los adolescentes rusos, la práctica ha trascendido las fronteras de ese país y algunos han decidido dar un tour por el mundo, buscando realizar fotografías impactantes y diferentes tomas en altura, desde los edificios y monumentos de las principales ciudades del planeta.
Caminar por la cornisa de un edificio, cruzar por un tablón, varilla o viga de uno a otro, colgarse de la punta de un rascacielos, son sólo algunos ejemplos de las cosas que hacen estos fotógrafos intrépidos, buscando la apreciación de sus imágenes. Ejemplo de ellos son Vadim Makhorov y Vitaliy Raskalov.
La foto debe darte la vuelta al estómago con sólo mirarla. Por extraño que parezca, los aficionados a esta práctica disfrutan muchísimo de la experiencia.
Uno de los skywalkers más famosos del mundo es Marat Dupri, un chico ruso de 19 años que se ha jugado la vida centenares de veces por conseguir una fotografía espectacular. Empezó haciéndose fotos en la terraza de su casa, y descubrió que las perspectivas en altura eran un punto interesante. Su afición fue creciendo de forma proporcional al tamaño de los edificios que escalaba.
Dupri no tardó en coronar un edificio de 33 plantas y 120 metros de altura, una experiencia definitiva para engancharse sin remedio al skywalking… y para que surgieran adeptos a esta nueva disciplina de alto riesgo. Uno de sus amigos se subió a un monumento de 215 metros de altura y existen fotos tomadas desde lo alto de Capital City, un centro de negocios en Moscú que cuenta con dos rascacielos.
Dejando de lado la espectacularidad y la belleza de las fotografías, aparte del peligro que entraña el skywalking, las instantáneas se toman después de acceder a edificios de forma ilegal (otro factor también adrenalínico).
El propio Dupri admite que es una locura y que, debido a la adrenalina que descarga en el momento de máximo riesgo, sufre fuertes dolores de cabeza durante los días posteriores. Pero, como sucede en deportes tan peligrosos como la escalada, crea adicción.
Si los americanos tienen el planking (fotografías con el cuerpo en posición horizontal), los rusos, que están un poco más locos, presumen de skywalking. En el segundo caso, el resultado es mucho más espectacular, como se puede comprobar en el photoblog de Vadim Makhorov, otro famoso skywalker. En Youtube también hay decenas de ejemplos en los que se puede apreciar lo impactante de esta experiencia. No apto para todos los públicos, desde luego.