A cuatro años del fallecimiento de Roberto Rosas, prolífico artista plástico nacido Guaymallén en 1938, su familia trabaja para que su casa-taller quede abierta al público. Parte de sus esculturas gigantes en metal aún se conservan en el taller que también habitaba. Su obra se ha expuesto en distintos lugares del mundo y actualmente es parte del ciclo MovArt que se exhibe en Bodega Trivento junto a la obra de su hijo Fernando Rosas.
«Hemos transitado estos años proyectando la forma de cumplir con el legado de transformar la casa-taller de Roberto en un espacio de arte que muestre su obra escultórica y que esté abierto a todos», indica la familia de Rosas.
Ubicada en la zona de Bermejo, Guaymallén, a pocos kilómetros de la casa de Luis Quesada y otros artistas mendocinos que decidieron instalarse allí, el espacio se inauguró oficialmente el 21 de marzo de 1993 y pertenecía a un ambicioso proyecto de radicación de artistas y artesanos de la zona. Rosas documentó todas las ordenanzas y propuestas elaboradas entre el municipio y los artistas que serán parte de una planificación a mediano y largo plazo para su posible concreción.
Actualmente, un grupo de historiadoras trabaja en el relevamiento y clasificación de las obras que se encuentran en el taller, además del acondicionamiento del lugar para preservar los espacios donde Rosas vivía y desarrollaba su trabajo.
El proyecto arquitectónico contempla dos sectores de muestra biográfica permanente, un sector de exposiciones temporales con un salón para gastronomía, un sector de exposición a cielo abierto, tres sectores de conservación y recreación ambiental, un depósito de obras y un laboratorio de registro de archivos. Con reserva previa ya se reciben grupos reducidos en «La Casa del Escultor».
«Además de este proyecto, el año pasado editamos el primer libro con la biografía y obra de Roberto y hemos puesto en marcha nuevamente la ‘Fundación Rosas para la Escultura’, creada por él hace 20 años», cuenta Fabiana Maza Ozcoidi, su compañera por más de 20 años.
«Si a Rosas le tomó casi 30 años construir y consolidar este taller, nosotros debemos planificar que su obra escultórica y sus enseñanzas trasciendan a lo largo del tiempo. Solo basta recordar sus palabras para no desviarnos del rumbo trazado», comenta Fabiana y cita las palabras de Rosas: “Cuando se nace con una vocación muy definida, todas las actitudes de nuestra vida apuntan a ordenar el tiempo, la economía, las ideas y el destino final de lo que hagamos. Toda la historia del hombre puede leerse a través de la escultura. He ahí el valor de la trascendencia», finaliza.
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