Mujeres que mientras esperan ser atendidas hojean revistas cholulas de moda y farándula y beben café. De fondo, alguna radio local, que en el mejor de los casos no será exclusivamente de boleros en español. El televisor pasa una novela, pero está en “mute”. Estantes exhiben productos capilares, cuya marca se repite aquí y allá en el local. La escena no es más que el estereotipo de peluquería que la mayoría de nosotros tiene en mente o imagina.
Pero Ovni Lookería está muy lejos de ser una peluquería tradicional. Es una rareza en su especie. Murales “espaciales”, una “nave” que es la salita de lavado -¿o es al revés?-, coloridas obras de arte, una pantalla con videos musicales hipnóticos que dan ganas de danzar sobre el parqué. Un té de flores (jazmín, rosa mosqueta) o un trago con Pineral y tónica, dependiendo más de las ganas que del horario.
Es como llegar de visita a la casa de un amigo. Nada más que no nos sentaremos solamente a charlar, trago mediante. Iremos a lookearnos, a dejarnos mimar y tratar como amigos justamente, incluso si es la primera vez que vamos.
No hay nada que identifique a la peluquería en la fachada del edificio de la calle España de Ciudad, donde se encuentra. Por eso a Ovni se llega por un conocido, un amigo, o el amigo de un amigo, al que vimos con un look que llamó nuestra atención. O porque dimos en las redes sociales con Marcos “Ovni” (33), este cirujano capilar o gurú estético para quien -en tiempos de selfie- las fotos que importan no son las propias, sino las de sus clientes/amigos luciendo sus creaciones junto al logo de luz de neón que preside el salón.
Luego de tomar cursos de peluquería en Mendoza, Marcos vivió dos años en Buenos Aires, donde continuó capacitándose y aprendiendo el oficio. Cuando volvió, empezó a trabajar con un amigo y colega, Víctor Hugo, en su peluquería de Chacras de Coria. “Después surgió la idea de armar algo acá, en casa”, señala el anfitrión. “Primero fue algo chiquito en el balcón, y ahora es esto”, cuenta Marcos mostrando su lookería, que ocupa el ambiente principal del amplio departamento, y que comenzó a tomar forma hace cinco meses.
“Más allá de los cursos, la realidad es que vas aprendiendo más que nada trabajando, en la práctica, porque no es una carrera”, asegura. “¿Por qué peluquero? Siempre me gustó. De chico peluquereaba a mis hermanos pero me salía naturalmente, no lo veía como algo a lo que iba dedicarme. ¡Y con el tiempo me di cuenta que era bueno!”, recuerda.
No sos un peluquero “tradicional”. ¿Cómo te definís entonces?
En Mendoza se va mucho a la moda estándar, lo que se usa es lo que me pongo y lo que me hago. A mí no me gustan las modas. Obviamente que se pueden tomar las tendencias, pero siempre tratando de marcar la personalidad de cada uno. Soy un lookero retro-futurista.
¿Cómo es el público que te elige y por qué lo hace?
Me eligen las personas que quieren hacerse cosas no tan básicas… ¡El que quiere cortarse las puntas no viene acá! Viene mucha gente joven, aunque tengo algunos clientes más grandes. Pero no vienen a hacerse peinados de señoras. Y está bueno, me gusta la gente grande que se anima a cosas diferentes.
¿Qué es lo que más te gusta hacer en las cabezas de los clientes?
Me gusta mucho hacer colores reversibles, por debajo, mechas que podés subir y se ven o no dependiendo del peinado que te hagas. Me gusta el cliente que busca su look, que trae ideas, el que quiere un cambio rotundo, el que se la juega.
¿Hay algo loco que te gustaría hacer en una cabeza y no has hecho aún?
¡La verdad es que me he sacado las ganas! Mis amigos me gastan y me dicen que no tuve infancia.
¿Cómo es el mendocino a la hora de animarse a hacerse algo distinto?
Ahora se está animando más. ¡El que no tiene miedo viene acá!
¿A quién te gustaría lookear?
No soy muy cholulo. Pero te diría que a Prince. Y de acá… no veo tv… no sé, a Ricardo Mur, ¡jaja!
¿Y a las novias de Maradona?
Sííí, hay que arreglarlas.
¿Cómo y en qué te inspirás?
Me gusta mucho la música, soy bastante amplio para escuchar: pop, cumbia electrónica, jazz. Busco también en diferentes estéticas a lo largo de la historia. Me inspiro mucho en la persona, en realidad.
¿Sos el oído, el psicólogo, el confesor de los clientes, como muchos peluqueros?
¡Sí! Y me encanta. Me gusta escuchar y flashear con las historias. La peluquería se presta para eso.
¿Qué buscan las mujeres en realidad cuando dicen que necesitan un cambio de look? ¿Notás un cambio de actitud en la persona que sale de la peluquería?
Hay gente que quiere cambiar de look pero a la vez no quiere que sea rotundo. Hay que buscar un equilibrio para que sienta que hizo un cambio y que no sea tan drástico. Salen de acá con otra actitud. Para eso vienen, buscando un aire, y salen renovados.
¿Cuáles son los clichés que existen en torno a un peluquero?
Que somos gays, cortadores compulsivos y demasiado parlanchines.
¿Por qué Ovni y por qué Lookería?
Porque soy un objeto volador que nadie conoce. Lookería porque venís a hacerte un look, no venís a peluquerearte solamente.
En Ovni, por supuesto, no hay estantes con productos capilares. La marca omnipresente es la de un aperitivo, de la cual Marcos es embajador -término moderno para “representante”?-, un bitter con historia que está más vigente que nunca. No hay barra en el salón -todavía- pero el dueño de casa va y viene a la cocina a recargar los vasos del refrescante y vigorizante brebaje al que todos le decimos que sí.
Una especie de ping pong de preguntas y respuestas -debemos reconocer que no se la jugó cuando le preguntamos por qué todas las argentinas quieren ser rubias, pero entendemos…-, y un cambio de look -no tan radical- tanto para periodista como para fotógrafo, dejaron en claro que Ovni Lookería es una peluquería tan particular como su dueño y mentor. También que hay que ir con tiempo -sin apuros, no es un trámite-. Que hay que confiar; talento y dedicación sobran. Que definitivamente se sale de ahí con otra actitud y recargado con energía de la buena. Y que, como las cosas buenas de la vida, es un viaje de ida.