Pudo haber elegido cualquier lugar del mundo: Londres, Barcelona. O su rosario natal. Pero eligió Mendoza, un sitio que además tenía un anclaje amoroso. Luciano Pietrafesa se instaló aquí para que este fuera su pista de despegue hacia esas otras geografías donde desarrolla normalmente su oficio, el de guitarrista virtuoso y elegante que toca y también enseña y aprende (esto último, especialmente de su maestro: Robert Fripp).
Con la chelista Lilian Giubetich –su pareja–, Luciano integra el grupo Argento, que combina el tango «post piazzolliano» con sonoridades rockeras y electrónicas. Pero, además, con los japoneses Shinkuro Matsuura y Fumihito Hatano es uno de los vértices de ese triángulo hecho de cuerdas que se llama Zum, un trío de guitarras que interpreta un repertorio asombrosamente variado y con una técnica aprendida, justamente, de Fripp y su célebre Liga de Guitarristas.
Con Zum, Luciano acaba de salir, una vez más, desde Mendoza para una gira internacional, con la que celebra los 14 años del grupo. De paso por la tierra en la que ahora «juega de local», se presentará el viernes 4 de noviembre en la Nave Universitaria (Parque Central, Ciudad).
Mientras afina las seis cuerdas en el new standard tunning (justamente, un sistema de afinación inventado por Fripp y que le da una sonoridad única a su guitarra), responde estas preguntas y piensa en el paisaje que lo rodea y que ha elegido como propio.
–El trío Zum celebra con esta gira sus 14 años. Me gustaría recordaras rápidamente cómo se formó el grupo, cuál fue desde sus inicios su «concepción sonora» y cómo ha evolucionado durante esta década y media.
–Con Shinkuro y Fumihito nos conocimos allá por el año 1995 en un curso que dictó Robert Fripp en West Virginia, Estados Unidos. A partir de ahí compartimos varios proyectos comunes como el Berlin Guitar Ensemble y The League of Crafty Guitarists hasta que en el 2002 durante un proyecto de la Liga descubrimos que la química musical entre nosotros era muy buena y decidimos ponerle nombre y comenzar a trabajar juntos en formato trío. Zum es el nombre de un tema de Piazzolla y uno de los primeros que ensayamos con el trío. Cuando lo tocamos por primera vez salió con mucha onda y supimos enseguida que ese sería el nombre de nuestro proyecto. Comenzamos adaptando versiones de temas de autores que resuenan con nosotros al formato de guitarras acústicas y a lo largo los años fuimos forjando un estilo propio. Los tres tocamos con guitarras acústicas amplificadas y si bien el estilo que desarrollamos durante estos 14 años de trabajo juntos se puede enmarcar en el Funk Prog, nuestro repertorio es muy variado. Invitamos a la audiencia a viajar juntos por una amplia gama musical.
–¿Cómo influye lo de japonés que tengan tus compañeros y lo de argentino que pongás de tu parte para la música de Zum?
–¡A mí me gusta el sushi y a ellos el asado! (risas). Es realmente un privilegio trabajar juntos con un background cultural tan diferente. La química es única.
–Desde hace un tiempo vivís en Mendoza y desde aquí se produce tu labor hacia el mundo, tanto con Zum como con Argento, el proyecto musical que compartís con Lilian Giubetich. ¿Cómo ves actualmente el «paisaje musical», especialmente de los guitarristas?
–Veo que hay excelentes condiciones, un gran potencial y mucho por hacer.
–¿Te interesa particularmente algún proyecto musical mendocino?
–Me gusta mucho el proyecto de Agustina Bécares.
–Sos rosarino, has vivido en España y has actuado en escenarios de todo el mundo. A pesar de todo ello, ¿por qué Mendoza se convirtió en el lugar elegido para que vivieras?
–Después de vivir muchos años en Europa elegí Mendoza porque es una gran ciudad pero no deja de ser tranquila. Además, el entorno paisajístico es único.
–¿Qué lugares de Mendoza recomendarías a un turista, o quizá a un compañero japonés de banda, para conocer? ¿Y a qué restorán lo invitarías a comer?
–Las áreas naturales de la provincia y las bodegas.