La reinvención de Piura en manos del fotógrafo Erasmo Wong Seoane y el pintor Humberto Saldarriaga, a través del mundo mágico que existe en Perú -con su luminosa belleza natural y gente cuyo espíritu sabe que en ese paraíso todo puede pasar- se mostrará en una exposición prevista para setiembre en el Espacio Fundación Telefónica, en Santiago de Chile.
El trabajo forma parte de un proyecto audaz y trascendental: capturar la esencia de las cosas. Se logra con creces junto a las narraciones en forma de micro cuentos de realismo fantástico latinoamericano del escritor Fernando Ampuero.
“La realidad geográfica, caprichosa y subyugante del Perú ha dado a su gente una imaginación fecunda y una disposición abierta para aceptar realidades y crear, con ellas, todo un mundo de fantasía. El trabajo ha sabido captar con un velo de cautivante misterio, este realismo fantástico piurano del que tanto nos ha contado Mario Vargas Llosa en algunas de sus más celebradas novelas y relatos”, afirma el Embajador del Perú en Chile, Carlos Pareja Ríos en la presentación oficial de este anhelado acontecimiento.
INMENDOZA.com dialogó en exclusiva con Erasmo Wong Seoane, el joven y profesionalísimo ojo detrás de cada una de las tomas fotográficas de esta muestra.
¿Qué significó para vos ser convocado a realizar este trabajo?
Es la primera vez en la historia de Perú que un gobierno regional convoca a un artista para realizar un proyecto de este tipo. Normalmente es el artista el que busca apoyo y toca puertas en municipalidades o gobiernos cuando quiere realizar un proyecto artístico de esta magnitud. Me sentí muy halagado de que el gobierno regional de una de las zonas más pobladas del país se interesara en mi trabajo y me pidiera realizar un proyecto fotográfico que mostrara la magia de su zona. Lo más interesante fue que la propuesta consistía en combinar mi trabajo con el de un pintor de Piura.
¿Habías participado en algo así?
Nunca antes había participado en un proyecto de este tipo en donde la iniciativa no viene de uno, pero en donde hay libertad para ser creativo y dar un enfoque propio. El gobierno regional de Piura quería hacer una serie fotográfica que mostrara el encanto de sus tierras pero no tenía claro de qué manera. Había que darle una dirección. Piura es una región muy rica en recursos, paisajes y cultura. Tiene además una flora y fauna única en todo el país. Para mí fue un reto definir qué fotografiar. Se podría haber fotografiado las playas interminables del norte peruano como también los bosques secos. Era muy amplio el tema. Así que decidí primero investigar. Pasear sin cámara por todas las provincias en la región y conversar con la gente. Quería que me contaran qué era Piura. Quería conocer esas historias únicas de cada pueblo. Es ahí donde me encontré con un material interminable de historias espectaculares con personajes sorprendentes que no podía dejar de fotografiar.
¿Cómo se planificó el trabajo y qué desafíos te puso adelante?
El primer viaje que hice a Piura duró menos de una semana, donde conocí brevemente la zona. Básicamente me sirvió para darme una idea de las opciones que tenía para crear imágenes. A pesar de que había visitado Piura muchísimas veces, ese viaje sirvió para ver una cara más genuina de lo que era realmente este lugar y su gente. El segundo viaje se realizó tres meses después y fue mucho más duro e intenso. En casi dos semanas tuvimos que viajar por las ocho provincias que tiene la región. En la mañana podíamos estar en las lagunas de Las Huaringas, a más de 4000 metros sobre el nivel del mar, con los chamanes más reconocidos del país, y en la tarde viendo el atardecer en el muelle de Cabo Blanco, conversando con un pescador que pescó con Hemingway, uno de los “merlines” más grandes de todos los tiempos.
Las horas de descanso eran cortas y partíamos casi siempre al amanecer. Lo más complicado fue ubicar a los personajes y fotografiarlos con buena luz. Muchas veces encontraba un personaje con una historia espectacular pero que tenía que fotografiar con una luz muy mala. O un personaje con una historia normal pero con una luz espectacular. Hubo situaciones en donde debíamos partir de un pueblo al siguiente día muy temprano, y eran las ocho de la noche y aún no tenía personaje ni foto. Algunos retratos tuvieron que ser creados con una calidad de luz muy pobre y en interiores, por ejemplo, en un cuartito y con un foco amarillo de 40 watts como única fuente de luz.
¿Qué te sorprendió de cada historia, de cada personaje?
Lo más sorprendente de las historias de los piuranos es que cuando te las cuentan no sabés si son totalmente ciertas. Tienen muchos componentes fantásticos que me hacen acordar a las historias de García Márquez y de Vargas Llosa. Se juega mucho con el realismo mágico. Es por eso que el proyecto en un inicio de llamó “Piura realismo fantástico”. La línea entre lo real y lo fantástico siempre fue muy estrecha en todas las historias. Algo que me pareció también muy interesante fue captar las historias de manera escrita siendo fotógrafo, ya que normalmente me dedico a captar imágenes y contar historias a través de ellas. En este caso fue distinto. Después de conversar con los personajes anotaba los puntos importantes y luego -antes de dormir- escribía todo lo que me habían contado. Es ahí donde entra el reconocido escritor Fernando Ampuero. Su capacidad para relatar cuentos cortos es increíble y me pareció que él era la persona ideal para darle vida a estos textos que acompañarían los retratos.
¿Es difícil abordar la promoción de una zona turística a través de su gente y sus historias mágicas?
Yo creo que cuando uno mira a estos personajes y lee sus historias llega realmente a sentir que esta frente a ellos oyendo sus relatos. Mucha gente me ha comentado que tiene muchas ganas de conocer Piura después de ver la muestra, sobre todo su gente. Considero que en las historias se describen muchos detalles de cada provincia como para darse una idea de cómo es el lugar sin necesidad de utilizar imágenes tan evidentes.
¿Cómo fue unir el expertise de los tres profesionales que intervinieron?
Viajar con el pintor Humberto Saldarriaga y verlo crear situaciones en sus cuadros que yo también había presenciado fue una experiencia extraordinaria. Él tiene una manera muy peculiar de plasmar lo que ve y es algo muy distinto a lo que yo hago con mis imágenes. Es casi lo opuesto. Me gustó mucho verlo pintar en plazas de pueblos frente a la gente que miraba su obra boquiabierta. Fue muy enriquecedor ver cómo le daba un giro totalmente distinto a las situaciones que vivimos juntos en ese viaje. La experiencia con Fernando fue distinta. A Fernando lo fui a visitar con las imágenes ya creadas y con las historias en crudo. Cuando le conté del proyecto no estaba muy convencido de involucrarse y lo sentí vacilante. Me comentó que estaba muy ocupado y que tenía varios proyectos. Luego le mostré las imágenes y le conté un poco de las historias de los personajes. Ahí le cambió la cara y me dijo: ¿para cuándo las necesitás?
¿Qué hay de magia en el trabajo que desarrollás, en el día a día de tu profesión y qué proyectos tenés a futuro?
La mayoría de mis imágenes son básicamente documentales. He viajado muchísimo por todo el mundo y me gustaba mucho la fase previa a cada viaje en donde podía estar meses investigando sobre el lugar al que iba. Vivía imaginándome lo que iba a fotografiar. Durante el viaje mientras creaba imágenes, sentía satisfacción captando estos momentos, muchas veces surreales, en países totalmente distintos al mío. Viajar me ha hecho crecer muchísimo como persona y sobre todo como fotógrafo. Probablemente ha sido la mejor escuela. Lo más increíble de esta profesión es que siempre hay una imagen nueva con una historia que contar. Yo mismo me sorprendo al revisar mis imágenes, al volver a casa después de un viaje y encontrar una fotografía que no recordaba y que me conmueve hasta las lágrimas. Sin embargo, creo que con el tiempo documentar lo que veo, a pesar de ser siempre emocionante, ha dejado de interesarme tanto como el hecho de crear una situación que sucede o existe solamente en mi mente y documentarla.
¿Entonces?
Es así como se inicia una nueva exploración en mi trabajo fotográfico, que nació justamente durante la creación de las imágenes para el proyecto en Piura. Mientras buscaba al bibliotecario del pueblo en Sechura, una de las provincias de Piura, me di cuenta de que había muchísima gente caminando por las calles vestida de negro. Me sorprendió que con tanto calor, aproximadamente 32 grados, la gente estuviera vestida de negro sin ningún problema. Al encontrar finalmente al bibliotecario le pregunté por qué la gente se vestía así. Me respondió que en esa zona de Piura la gente cuando muere un familiar se tiene que vestir de negro por tres años. Ese fue un tema que despertó mi imaginación. Ese mismo día visité un pueblo con un nombre muy peculiar. Se llamaba Mala Vida.
Mala Vida está dentro de la provincia de Sechura, en el distrito de Cristo nos Valga, en medio de uno de los desiertos más grandes del país. Tiene una población de 710 habitantes. En Mala Vida la gente también se viste de negro cuando está de luto y este también dura tres años. En un pueblo tan pequeño, en donde muchos son familia y prácticamente todos se conocen, ¿cómo hacen cuando alguien muere? ¿Se visten todos de negro? ¿Qué pasaría si están a punto de cumplirse los tres años de duelo y muere otra persona? ¿Hay que sumarle los tres años más? Estas interrogantes hicieron que mi mente empezara a volar e imaginar fotografías de todo un pueblo vestido de negro en medio del desierto, … 700 personas vestidas de negro caminando sobre la arena caliente en una misma dirección bajo el fuerte sol del norte peruano. Que no se diga más.
¿Conocés Mendoza?
No he tenido la oportunidad de conocer Mendoza todavía a pesar de tener muchísimos amigos mendocinos. Me encantaría conocer tan increíble ciudad. Siempre he oído que es un lugar espectacular y me consta que su gente es extraordinaria.
La exposición de Erasmo Wong Seoane y Humberto Saldarriaga “Perú Realismo Fantástico”, testimonio gráfico y literario de algunos aspectos de la zona, presentará 13 retratos con historias atemporales y vivenciales en una muestra de las que promete ser una magnífica puesta artística.
Agendalo: desde el 2 de setiembre en el Espacio Fundación Telefónica, Santiago de Chile.