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Disfrutar de una megadegustación

Desde un económico vino en damajuana hasta un extravagante blanco hecho con uvas Malbec. El enólogo del momento, Matías Riccitelli, recorrió con INMENDOZA.com la Megadegustación de Vendimia en la Ciudad. El abc para un bebedor sin mucho conocimiento.

Partiendo de la premisa de que son unos pocos los expertos y muchísimos los “simplemente tomadores”, recorrimos junto a una eminencia en el tema la sexta edición de la Megadegustación de Vendimia en la Ciudad, organizada por la Municipalidad de Capital. El laureado Matías Riccitelli nos enseña el ABC que un bebedor sin mucho conocimiento tiene que tener en cuenta en una feria de vinos o megadegustación.

Matías es uno de los enólogos jóvenes -tiene 33 años y nació en Salta- más prestigiosos del país, está haciendo grandes vinos y no para de cosechar premios. Es quien estuvo detrás –por más de una década- de los vinos de Fabre Montmayou, y el actual responsable de sus propios ejemplares: República del Malbec y Vineyard Selection. Recientemente se llevó, con estos últimos, en el concurso Argentina Wine Awards 2014, dos Trophy y dos medallas de oro. Su papá es Jorge Ricitelli, primer latinoamericano elegido “Winemaker of the Year 2012” por la revista Wine Enthusiast.

 

Megadegustacion
Matías Riccitelli creó en 2009 su propia línea de vinos, Riccitelli Wines.

 

 

La 6ta Megadegustación de Vendimia en la Ciudad se realizó como de costumbre en calle Sarmiento entre Belgrano y 25 de Mayo. Fueron dos cuadras con stands de importantes bodegas que ofrecieron sus vinos y espumantes y el asesoramiento personalizado de sus enólogos y sommeliers, durante cinco noches este año.

Como en las ediciones anteriores, al encanto de tomar vino al aire libre, se sumó la posibilidad de presenciar espectáculos musicales y adquirir botellas a precios promocionales, entre otras propuestas relacionadas con la industria vitivinícola. Hasta allí fuimos con Matías Riccitelli, quien respondió inquietudes que seguro se presentarán al recorrer nuevas degustaciones.

 

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Acercarse a cada stand sin prejuicios, un buen criterio para disfrutar de toda la oferta.

 

Desde un vino en damajuana que cuesta 10 pesos el litro, hasta un extravagante Blanc de Malbec -sí, un blanco hecho con nuestra cepa estrella-, pasando por un “cosecha nocturna” -ejemplares cuyas uvas fueron cosechadas durante la noche-, Matías nos fue mostrando el camino, siempre con la explicación justa y sorteando las gratas interrupciones de quienes lo paraban a su paso para brindar y felicitarlo por los recientes premios obtenidos o para preguntarle: “¿Dónde está tu vino?”, pensando que lo encontrarían en alguno de los stands.

 

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Blanc de Malbec, un blanco hecho con nuestra cepa estrella.

 

“Hay que descontracturar al vino. ¿Los pasos de una degustación? ¡Eso es viejo! Acá la gente viene a tomar vino, uno le puede gustar más, otro menos. En este tipo de degustaciones, si uno quiere interiorizarse un poquito, tiene que tener memoria, eso es fundamental. Hay que acordarse de lo que a uno le gustó y de lo que no le gustó, y comparar en el siguiente stand. Pero lo más importante es probar, ver si te gusta o no te gusta, si te parece agradable, atractivo, no tratar de sacar si tiene frambuesa o no sé qué. A veces eso a los consumidores los frustra”, asegura Matías.

 

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Clásicos o premium, categorías básicas de los vinos en cada degustación.

 

El sistema de cuponeras -clásica o premium- que se adquieren en la boletería, nos lleva a preguntarnos en
principio la diferencia entre un vino clásico y un vino premium. “Clásico quiere decir que es un vino varietal -también puede ser un blend o no decir la variedad-, sería el vino base de la bodega. Un vino sin madera, frutado, para todos los días, podríamos decir. Un vino premium tiene una mejor calidad de uva, una mayor concentración y seguramente tiene presencia de madera”, explica nuestro “guía”. Por eso sugiere “ir de los vinos más jóvenes a los más viejos en cosecha”, y “de los más amables a los más complejos”.

 

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Ante la enorme variedad de vinos ofrecida, es normal «marearse» y no saber por dónde empezar.

 

Nos encontramos con un montón de stands y más de 250 vinos… ¿cómo hacemos para no perdernos? “Lo que uno tiene que saber es qué quiere probar, hay muchísimas bodegas, muchísima oferta y eso marea un poquito. ¿Vamos a enfocarnos en los vinos blancos o en los tintos? ¿O en los dos? Yo vendría dos días, por ejemplo; un día haría blancos y espumantes, y otro día probaría tintos. Y para el final de todo dejaría a los vinos dulces, como un tardío, por ejemplo”, sugiere Matías.

Pero supongamos que en una sola visita queremos probar un poco de todo. En ese caso, Matías recomienda empezar por los espumantes -se prueban antes de los blancos-. Aquí aparece la disyuntiva de ir hacia los nombres conocidos o aventurarse a probar marcas ignotas. “Yo recomendaría ir a las bodegas clásicas, conocidas, para no equivocarse, ya que en espumantes sobre todo no hay mucha oferta”, asegura.

 

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Al probar los vinos blancos, se recomienda dejar al Torrontés para el final.

 

En el itinerario siguen los blancos. “Siempre hay que empezar por blancos del año, frescos, jóvenes: Sauvignon Blanc, después Chardonnay y luego Torrontés, por ejemplo. No comenzar por este último porque es una variedad muy invasiva, exuberante, que puede llegar a opacar a los vinos que le sigan. Después de los blancos podemos probar un rosado. Últimamente las bodegas están haciendo muy buenos rosados”, señala el enólogo.

 

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La temperatura del vino y la copa, elementales para degustar los atributos del vino.

 

Ahora sí, vamos por los tintos. Matías sugiere empezar por un Malbec: “Yo creo que el argentino y la gente que viene de afuera tiene en la cabeza al Malbec, y está muy bien. Malbec, Syrah, Bonarda son cepas muy similares en el sentido de la amabilidad, con presencia de frutas, lindos colores, con taninos no tan agresivos. Después sí podemos pasar a vinos con un poquito más de taninos como la familia de los Cabernet, dejando para el último al Cabernet Sauvignon, que es una variedad un poco mas tánica”.

También le preguntamos: ¿Pruebo un mismo varietal de diferentes bodegas y luego paso a otro varietal?, ¿voy alternando entre clásicos y premium? “Yo me enfocaría en probar una variedad, es lo que normalmente se hace, para no mezclar ni marearse. Probaría todos clásicos primero. Y luego de los clásicos, los premium, porque me imagino que la gente siempre tiene ganas de ir a lo mejor”, aconseja.

 

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Tomar vino sin ingerir nada sólido puede ponernos un poco alegres…

 

Muchas veces las megadegustaciones no incluyen comida. ¿Cuáles son los pros y contras de tomar vino sin ingerir nada sólido? Según nuestro guía, “lo bueno es que uno tiene abierto el apetito, eso hace que los sentidos estén más alerta, uno está predispuesto a la degustación. La contra es que si uno lo toma, no lo tira, bueno… ¡uno se puede emborrachar un poquito!”.

Si nos ponemos un poco más minuciosos y hablamos de la copa para degustar, la temperatura de los vinos… ¿las que nos ofrecen, son las ideales? “No podemos probar vino en un vaso, tiene que ser en una copa decente, con la cual podamos apreciar sus atributos. Por otro lado, la temperatura es fundamental. Estamos en verano y un vino blanco tiene que estar frío, entre 10 y 12 grados sería lo ideal. Y un vino tinto tiene que estar a unos 16 grados, para que cuando lo estemos tomando, se vaya calentando en la copa. Si venimos a una degustación, tenemos que exigir que estas condiciones sean dadas”, asegura Matías.

 

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“¿Los pasos de una degustación? ¡Eso es viejo!”, asegura Matías.

 

En cuanto a volcarnos hacia las bodegas “conocidas” o hacia las que no lo son, según el joven enólogo “está bueno arriesgarse y probar cosas nuevas, ya que seguramente las hacen con muchísimo cariño y cuidado, y tienen muy buena calidad. Yo creo que hay que hacer un mix de todo, para ver la diferencia entre una bodega grande, masiva, con mucho éxito y llegada al público, y las bodegas chicas, que están surgiendo, que elaboran a menor magnitud o volumen, y a veces eso es un diferencial”.

“Eventos como estos nos ayudan a difundir nuestro trabajo, lo que hacemos día a día; sirven mucho y hay que hacerlos más seguido. Hay que acercar el vino a la gente, no solamente a quienes vienen a la provincia a eso, sino también a los mismos mendocinos”, asegura Matías, sonriente y feliz de haber participado -aunque usted no lo crea- por primera vez en la Megadegustación de Vendimia en la Ciudad.

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