Inventiva, genio, talento, fantasía, originalidad. El capot de un porsche, una botella de gaseosa o vino, un par de zapatillas, una barrica de roble, entre otras mercancías, han sido “víctimas” de la huella de un artista plástico que se animó a imprimir en alguno de sus costados. Se trata de productos que formaron parte de una colección, de una edición limitada, y prestaron su esencia para que en un acto de inventiva, un pintor, un diseñador, un creativo, plasmaran su trazo en ellos, convirtiéndolos en exclusivas obras, productos que bien pueden formar parte de tu vestuario, adornar una mesita de luz o estar en tu heladera.
Acuerdos originados en la necesidad de cruzar intereses, tanto empresas y artistas se benefician cuando estos “matrimonios” se proponen despertar el interés público. De este modo, la creatividad es apreciada por un gran número de personas y el solo hecho de que un artista sume su talento al producto, lo convierte en original objeto de deseo, inclinando la flecha del consumo para el lado que más importa.
El arte sale del atelier, museos o galerías para tomar por sorpresa a las calles, sus carteles y vidrieras. Así es como diversas marcas de gran prestigio transformaron en objetos de colección algunos de sus productos y acudieron a los más reconocidos artistas a fin de plasmar en ellos todo su talento.
He aquí, diseñadores y artistas unidos, para convertir un stock en partidas exclusivas y/o presentarlos en acontecimientos especiales:
Coca Cola Light fue una de las marcas pioneras en unirse a artistas reconocidos para plasmar las mejores creaciones en sus botellas y hay sobrados ejemplos en el mundo de su asociación a grandes figuras a través del tiempo para este propósito. Bajo el concepto “vivir más liviano” reunió a Fernanda Cohen, Ernesto Bertani, Ricardo Liniers, Milo Lockett, Marcos López y Nicola Costantino, quienes intervinieron sus botellas con esta interpretación creativa.
Hace unos años, Marta Minujín, Eduardo Stupia, Rogelio Polesello, Luis Benedit, Carlos Páez Vilaró, Eduardo Hoffman, Marcia Schvartz, Clorindo Testa, Juan Doffo y Ricardo Roux entre otros, intervinieron con su genialidad el capot de una colección de autos Porsche que se exhibieron de forma itinerante en diversos y exclusivos puntos de la Argentina. ¿El resultado? la fusión de dos tipos distintos de arte: el exquisito diseño de los autos Porsche y la expresión individual de plásticos contemporáneos de esta talla. La muestra recorrió Buenos Aires, España, Alemania, el Reino de Barheim -para el Gran Premio de Fórmula 1- y Chile.
Para el artista Polesello, las propuestas del coleccionista Jorge Gómez lo obligan a la permanente inspiración: ya intervino para él un Audio R8 Spyder, firmó una Harley Davidson Night Rod Special, un capot de Pagani Zonda R y un capot de Porsche 911 GT2.
Por otra parte, Topper y la Asociación Civil Arte Sin Techo se unieron en una convocatoria a artistas plásticos para convertir 300 zapatillas en obras de arte, y más tarde beneficiar a personas sin hogar. El programa “Caminando la Vida con Arte Sin Techo” realizó un trabajo en conjunto con Topper para transformar el calzado en una verdadera obra de arte. El mismo reunió 200 artistas que transformaron 300 pares de zapatillas aportándole los más creativos diseños. Los mejores trabajos formaron parte de la serie limitada que Topper fabricó y puso a la venta, con el fin de promocionar el proyecto solidario.
La firma de alimento para mascotas Cat Chow ofreció también partidas limitadas de ciertos productos para oficina con obras de Milo Lockett que acompañaban la compra de sus productos. Además, la cafetera Piccolo Dolce Gusto de Nescafé eligió al reconocido diseñador catalán Custo Barcelona para intervenir su máquina de café, y puso a la venta en Argentina 2500 unidades del modelo.
Mendoza no se quedó atrás en materia de intervenir productos con arte. Ejemplos sobran para mostrar cómo en la industria vitivinícola se mezclan a la perfección y potencian mutuamente el vino fino y las bellas artes: los tradicionales diseños de estudio de las etiquetas de los vinos fueron en muchos casos desplazados por obras de los artistas plásticos locales que imprimieron su mirada sobre el vino y su magia, o fueron producto de una experiencia inspiradora.
Las etiquetas de bodega Salentein ostentaron creaciones de Marita Lavoisier. Las botellas del vino ícono de bodega Antucura -Antucura Grand Vin-, presentadas en una caja cuyas tapas simulan la Cordillera de los Andes, lucieron las pinturas de Fernando Jereb. La línea “Colección privada” de bodega Navarro Correas posee obras de reconocidos plásticos argentinos como Milo Lockett, Luis Felipe Noé, Mariano Guiraud, Ana Bonamico, Paula Madero, Mariano Ferrante y Ricardo Crespo, entre otros. Es la más completa y emblemática línea de la empresa y está compuesta por diez vinos que representan el arte de la vitivinicultura. También las ediciones especiales de ciertos vinos de bodega Familia Zuccardi renuevan año a año su imagen, de acuerdo a la creatividad de los pintores que intervienen en la experiencia “Cosecha de artistas”, donde, luego de recolectar el fruto en un sector de la viña, plasman sus sensaciones en trabajos que más tarde –transformados en etiquetas- visten el cuerpo de cada una de las botellas.
En esta misma línea, también barricas de roble han sido intervenidas por grandes creativos mendocinos, que posteriormente han sido subastadas para una causa solidaria, especialmente durante las acciones que se desarrollan en torno a la Fiesta Nacional de la Vendimia.
En el mundo, fueron Philippe Julian, Andy Warhol, George Braque, Salvador Dalí, Joan Miró y Rufino Tamayo, entre otros, quienes desde 1945 han echado mano en la ilustración de la etiqueta del vino Mouton –de la casa francesa Mouton Rothschild-, uno de los cinco Grand Crus de Médoc, práctica que se convirtió en una regla de la prestigiosa casa vitivinícola.
Un caso aparte es el del vodka Absolut. Su vínculo con el arte es una completa apuesta de la marca. Grandes artistas han pasado por sus botellas y en 2012 la marca decidió directamente alterar la línea de producción en el mundo entero para diseñar desde la propia fábrica una partida Absolut de 4 millones de botellas con una propuesta distintiva y original. Ese fue el comienzo de Absolut Unique, una edición limitada distribuida en todo el mundo con diseños exclusivos en cuanto a colores y formas. En Argentina se consiguieron algo más que 27 mil ejemplares.