Desde chico, Julián Bustelo Drovandi (26) encontró en el cine una conexión profunda, casi inevitable. Las películas clásicas que su padre le mostraba en casa fueron el inicio de una vocación que despertó en él una curiosidad creciente hacia este arte.
Para él, el cine es más que un trabajo: es una manera de vivir y entender el mundo. Está en constante búsqueda de historias que exploren la belleza de lo ordinario, y se siente especialmente atraído por la juventud y el crecimiento: «Quiero entrar en la cabeza de los personajes, descubrir lo asombroso de la vida cotidiana».
La mirada, tanto literal como metafórica, es un elemento fundamental en sus narrativas, reflejando la forma en que los personajes observan y son afectados por el mundo.
Del aprendizaje a la creación cinematográfica
Meses después de cumplir los 18 años, Julián se mudó a Buenos Aires para estudiar dirección en la Universidad del Cine. «Uno llega con una idea de lo que es filmar y te explota la cabeza en mil direcciones. Entendés la realidad que hay detrás de una imagen».
Durante sus estudios, dirigió cortometrajes como Entre Puntas, donde empezó a explorar el trabajo colaborativo que implica la creación de un producto audiovisual. También ocupó diversos roles, como asistente de dirección y director de fotografía, lo que le permitió ampliar su comprensión del cine desde diferentes perspectivas: «Los primeros años fueron para buscar cuál era mi universo dentro de todo esto».
En el año 2020, el cineasta mendocino alcanzó un logro en su carrera como director de fotografía en el corto Muralla China, dirigido por Santiago Barzi y seleccionado para estrenarse en el Festival de Cannes. Si bien no pudo viajar al evento, este reconocimiento representó un punto de inflexión en su vida y una gran motivación en su carrera en medio de la incertidumbre generada por la cuarentena: «Fue el primer indicio de que lo que hacíamos estaba cobrando sentido, fue un motor muy importante».
Después de la pandemia, regresó a Mendoza. Esto le permitió conectar su trabajo con sus raíces al involucrarse en varios proyectos locales. Entre ellos, se destaca la codirección de un corto para la Vendimia de Luján y la producción de videoclips para artistas mendocinos, como Feli Ruiz, White T y VHS.
Durante esta etapa también llevó a cabo la dirección de Si Vos te Vas. Este corto es recordado con mucho cariño y orgullo por parte del cineasta debido a que le permitió filmar en nuestra provincia, algo que venía deseando desde que empezó su carrera. Julián afirma que, si bien lo podía grabar en otro espacio, fue importante realizarlo en Mendoza debido a la manera en que los personajes hablan y se tratan. «Para mí había algo muy importante en el acento de los actores, en la manera en la que se trataban. Quería registrar algo que yo viví en Mendoza». Además, este proyecto le dió la posibilidad de finalmente asistir al mercado del Festival de Cannes.
Nuevos proyectos, nuevos desafíos para Julián Bustelo Drovani
Actualmente, Bustelo Drovandi se prepara para una nueva etapa en su carrera: el lanzamiento de su productora Otro Cantar, en colaboración con Santiago Barzi, con la que ya realizaron Sacrificio, un cortometraje de Joaquín Cazenave que estrenará próximamente.
Haber armado su propia productora también significa una oportunidad para dar vida a nuevas ideas, explorar nuevas narrativas y seguir conectando con su identidad artística.
Con múltiples proyectos en mente, Julián Bustelo Drovandi demuestra que en su vida el cine sigue siendo un viaje lleno de descubrimientos. Para él, «es un camino que está lejos de estar concluido».
A pesar de los desafíos que implica dedicarse a este arte, siente una fuerza interior que lo impulsa a seguir adelante. «Termino un rodaje y quiero empezar otro mañana», afirma con convicción, reflejando esa pasión que no conoce límites.
Entre sus sueños, destaca la realización de un largometraje en Mendoza, la cual describe como una provincia inspiradora. Esperamos con ansias que ese sueño cobre vida en la pantalla grande.