El mito sanmartiniano vive en muchos rincones de Mendoza. En las antiguas casonas y estancias siempre hay alguna historia para contar sobre el supuesto paso del General José de San Martín por el lugar. El árbol donde durmió una siesta, el banco en el que descansó, la parra donde se refugió del sol, etc. Seguramente nuestro prócer anduvo por esos y muchos otros rincones de la provincia, pero los datos históricos y los hitos sanmartinianos han sido definidos claramente por los historiadores.
Camino al Sur nuestro destino es el Portillo Argentino, a 4380 msnm, lugar espectacular por donde se realiza el cruce de Los Andes a caballo, expedición que dura siete días y será motivo de otra nota. Por ahora nuestra propuesta llega hasta el hito más alto, El Portillo, desde donde se aprecia el fascinante valle de altura del río Tunuyán.
Esta era la ruta antigua hacia el Paso Portillos de los Piuquenes, utilizada por pueblos aborígenes, españoles, jesuitas, arrieros y especialmente por la columna del capitán José León Lemos, del Ejército de Los Andes en la Campaña Libertadora, y por el general San Martín en su retorno.
Desde el Manzano Histórico tenemos que encarar el camino que sube al puesto de Gendarmería Portinari, en la ruta 94. Si no tenemos un vehículo todo terreno no será posible ascender hasta el Portillo. La aventura recomendada es hacerlo a caballo, o si te gusta el deporte aventura y tenés muy buen estado físico, podés llegar en auto hasta el refugio Scarabelli, después de Portinari, y seguir la senda hasta la ventana del Portillo. Será un duro trayecto, pero el paisaje de alta montaña es incomparable. El ascenso es abrupto, ya que en solo 50 kilómetros alcanzamos los 4.300 metros de altura, pero llegar al Portillo es una experiencia inolvidable, es una auténtica ventana que se abre y nos muestra hacia abajo el valle, impactantes cerros como el Mesón del San Juan –con más de 6.000 m.– donde se hace aventura extrema de ascensiones y heliesquí.
Por el Norte tomamos la ruta poco frecuentada que nos lleva a la Reserva de Villavicencio. Después de andar unos 25 kilómetros partiendo de Las Heras por la ruta 52, se abre la pampa de Canota, una típica recta que se marca en el desértico y desolado pedemonte mendocino. En medio de la «nada», un paredón partido que parece un portal abandonado. Son las ruinas de Canota, un monumento que indica el punto donde se dividió la Campaña Libertadora en dos columnas: 5.000 hombres se concentraron en este lugar en 1817 y se separaron para encarar el cruce de la cordillera, uno por Uspallata al mando del general Las Heras y otros por el Paso de los Patos al mando de San Martín.
Esta fue la primera ruta hacia Chile; por las 365 curvas que forman los caracoles de Villavicencio subían pequeños camioncitos que transportaban ganado hasta Punta de Vacas, donde tomaban el tren. Hoy recomendamos subir en vehículos todo terreno, porque el camino no está bien conservado. La reserva de 67.000 ha. tiene bosques y vertientes, en la zona hay zorros y guanacos y el circuito es fantástico para hacer trekking o un ascenso en mountain bike, también para subir en moto.
En el punto más alto llegamos a la Cruz de Paramillos. Acá el paisaje es imponente, a 3.100 msnm, con formaciones geológicas de millones de años. Algunos atractivos que pocos conocen se esconden en lo más alto de la precordillera: los vestigios del bosque petrificado de araucarias estudiadas por Darwin, el Balcón Mirador y la Quebrada del Toro, antiguo camino que se usaba para bajar a Mendoza.
Desde Paramillos hacia Uspallata la ruta de tierra se ensancha y está muy bien conservada, en el camino están las ruinas jesuíticas de lo que fue una mina, con galerías que se pueden visitar en circuitos de turismo minero. Desde este punto se ve el Aconcagua y toda la cordillera frontal.
Llegando al valle de Uspallata, están las famosas bóvedas que fueron hornos de la mina jesuítica, usadas por San Martín como escritorio de campaña.
Siguiendo la epopeya del Ejército de Los Andes les proponemos conocer el puente colonial de Picheuta, a 23 kilómetros de Uspallata por la Ruta 7 a Chile. Les recomendamos medir los kilómetros y estar atentos al cartel que indica la entrada. El puente histórico fue construido con cantos rodados y sellado con argamasa por el ingeniero Ambrosio O’Higgins, padre de Bernardo O’Higgins, a fines del siglo XVIII. El plan es remontar a pie el río Picheuta, caudaloso y cristalino, frecuentado por pescadores de truchas, y llegar hasta la cascada, trayecto que demandará casi dos horas. Sobre la Ruta 7 y mirando al Río Mendoza están las Ruinas del Fortín de Picheuta donde tuvo lugar uno de los enfrentamientos del Ejército de los Andes con los españoles.