Hay algo fascinante en ver cómo la cocina de un restó cobra vida. Tal vez sea curiosidad, o el placer de sentirnos parte de algo que normalmente ocurre detrás de una puerta cerrada. Ver el proceso de creación de un platito genera una conexión distinta: nos volvemos testigos de un acto que combina técnica, emoción y un poco de riesgo. Porque abrir la cocina no es solo mostrar lo que se hace: es abrir una parte del alma del lugar.

Pero esta tendencia va más allá de la transparencia y del diseño. En cada experiencia, mirar cómo nace un plato es ser parte de una historia en tiempo real: una coreografía de movimientos, sonidos y aromas que nunca se repiten de la misma manera. Estas cocinas mendocinas lo demuestran a su manera, ya sea con una pizza napolitana que se amasa frente a la vereda o un menú entre las montañas. Lo que las une no es un estilo, sino algo más profundo: el deseo de compartir, de mostrar el proceso y celebrar el espectáculo cotidiano de cocinar.
Bigalia: la tradición napolitana que tiene de escenario la vereda

En Bigalia, la cocina se abre hacia la vereda como una invitación: desde las mesas, o incluso al pasar caminando, se puede ver el corazón del lugar: el horno encendido y las manos del pizzaiolo en pleno movimiento. Esa escena no es casual. Es una forma de traer a Mendoza la esencia napolitana, donde la pizza siempre fue un acto público, visible, compartido.
A la vista de cualquiera, la cocina de Bigalia respira cercanía. No hay distancia entre quien amasa y quien espera la pizza: el proceso se convierte en diálogo, en un pequeño espectáculo cotidiano que resume lo que el lugar representa. Lo que en otros sitios sería diseño, acá es cultura. Cocinar así es abrir el corazón del oficio, con la naturalidad de quien confía en lo que hace. En Bigalia, la transparencia se siente cálida, cercana; es una pizza naciendo a la vista de todos, con las mismas ganas que en una esquina de Nápoles.
Chirivía: un menú que cobra vida a la vista de todos

En Chirivía, la cocina no se encierra: se expande. En medio de las montañas y frente al dique Potrerillos, cada paso del menú se convierte en un pequeño acto escénico: desde unas vainas que se doran al fuego hasta una ensalada que se mezcla frente a todos, mientras los aromas se confunden con el aire puro. No hay barreras ni backstage. Acá, cocinar es estar, mirar, compartir. Los anfitriones, Benjamín y César Montes de Oca, además de elaborar platitos, recorren el espacio entre las mesas, conversando y conectando con cada comensal.
Todo sucede a cielo abierto: la cocina, el vino y la charla. Esta exposición, que en otros contextos podría intimidar, acá se vive con la serenidad que da la montaña. En Chirivía, lo que se comparte no es solo la comida, sino la sensación de estar rodeado de belleza, formando parte de un espectáculo que cambia con cada visita. Tal vez por eso, más que una comida, la experiencia se siente como un día entre amigos: una escapada a la montaña que sabés que no puede salir mal.
Dónde: Potrerillos. Podés hacer tu reserva por WhatsApp al +54 9 11 6287-9903 o a través de su Instagram.
Animal Organic: el arte de cocinar como si fuera en casa.

Hay lugares donde uno entra y de inmediato se siente cómodo, como si ya hubiera estado antes. En Animal Organic, esa sensación aparece apenas cruzás la puerta: la luz natural, los aromas, las copas tintineando entre charlas. Este restaurante, ubicado en Chacras de Coria, nació dentro de lo que fue la casa de Ernesto Catena y Joanna Foster, y todavía conserva su espíritu doméstico. La cocina, integrada al salón principal, hace que no exista distancia entre anfitriones y comensales. Los cocineros se mueven con naturalidad, acercan los platos, explican qué se está sirviendo y se quedan a charlar.
Esa dinámica hogareña es la esencia de Animal. Acá, la cocina abierta no busca ser un espectáculo sino una forma de conexión. Cocineros y sommeliers comparten el espacio como quien recibe amigos en casa, y esa cercanía se traduce en una energía distinta: más relajada, más humana. Así, lo que antes fue el quincho de una familia, hoy es escenario donde la cocina se vuelve conversación y cada plato, un gesto de hospitalidad genuina.
Dónde: Alem 5170 de Chacras de Coria. Podés hacer tu reserva en WineObs según la experiencia que quieras vivir.
Cal: una cocina que acompaña el ritmo de la tierra

En Gualtallary, rodeado de viñedos y montaña, Cal es un refugio donde la alta cocina se vive al ritmo de la naturaleza. Ubicado en Sitio La Estocada, dentro de la finca de Matías Michelini, el proyecto está liderado por Daniela Ovejero Michelini y Enzo González Petra: ella al mando de la hospitalidad, él en la cocina. Cada experiencia comienza en la huerta y termina en la mesa, con un menú que cambia con las estaciones y se inspira en el paisaje que lo rodea.
La cocina abierta de Cal es parte esencial del lugar. No está pensada como espectáculo (aunque inevitablemente se vuelva uno), sino como una forma de integrar al comensal en lo que sucede: de dejar que se vean los movimientos, los aromas, las pausas del proceso. Cocinar a la vista, acá, es una manera de decir que no hay nada que esconder: que todo lo que pasa (desde la recolección de los ingredientes hasta el emplatado final) forma parte de una misma historia. Este restaurant no solo muestra cómo se cocina: muestra cómo se vive, con sencillez, calma y una profunda conexión con la tierra.
Dónde: En Bodega Matías Michelini, Callejón Los Europeos 900, Gualtallary, Tupungato (Valle de Uco). Abre de miércoles a sábados, solo almuerzos.
Zonda Cocina de Paisaje: el territorio hecho experiencia
En Luján de Cuyo, entre plantas, viñedos y olivos, se encuentra Zonda Cocina de Paisaje, el restaurante de Bodega Lagarde. Toda su propuesta nace ahí mismo: en la huerta orgánica, de donde provienen los vegetales, hierbas y frutos que completan una cocina atenta a la estacionalidad. En cada plato se refleja el espíritu del lugar: la gastronomía cuyana, sencilla en sus formas pero precisa en sus sabores.
La transparencia no solo se expresa en el origen de los platos, sino también en la forma en que se elaboran: a la vista de todos y en plena armonía con el entorno. Su cocina abierta permite que no exista distancia entre cocineros y comensales. Así, la energía del equipo en acción se mezcla con las conversaciones de las mesas. Cocinar a la vista, para el equipo de Zonda, es una forma de encuentro, de enseñar y de compartir. Incluso, en su experiencia Full Day, los visitantes pueden sumarse al ritual y preparar una tortita mendocina o hacer el repulgue de una empanada junto al equipo.
Dónde: San Martín 1745, Mayor Drummond, Luján de Cuyo. Abre de martes a sábados de 11 a 14 hs. Reservá tu experiencia acá.







