Para Sebastián Rivas la guitarra eléctrica es una extensión de su propio cuerpo. Así lo es desde su misma niñez, cuando, hipnotizado por las manos de su propio padre (también guitarrista) quiso dejar empacada la infancia convencional para ponerla, literalmente, contra las cuerdas. Desde allí, la pasión y el estudio lo llevaron, muy joven, a tocar, componer y llamar la atención de una banda legendaria del rock nacional, La Cofradía de la Flor Solar, que quiso contarlo entre sus filas y le puso frente así la decisión que faltaba: Rivas debía dedicar su vida a la música. Década y media después, el músico ya es sinónimo de virtuosismo y versatilidad. Tanto puede rendir con sus manos un tributo a Pink Floyd o a Cerati como a elaborar su propio repertorio. Y así ya las preguntas están demás. Sebastián Rivas no tiene que preguntarse ahora si va a dedicar su vida a la música. Ahora, para él, la guitarra es parte de su cuerpo y la música, quizá, el propio aire que respira.
1Minuto con Alberto Thormann / 1Minuto con Mariana Päraway / 1Minuto con Dan Alterman / 1Minuto con Guillermo Rigattieri / 1Minuto con Javier López / 1Minuto con Tania Driban Molinelli / 1Minuto con Alejandro Herrera Guiñazú