Con el concepto de que cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista, nos proponemos entender por qué cada vez más, buscamos encontrar armonía desde distintos ángulos, aceptando que siempre, en diferentes alternativas hay soluciones para nuestros malestares de cada día.
Conversamos con Maytilli Devi de Asociación Sophia.
Maytilli me recibe en su lugar de trabajo. Su espacio relaja los sentidos. Me aísla de los ruidos de la calle y predispone a una charla tranquila y sin apuro. Para ingresar y siguiendo su filosofía, me saco los zapatos. Cuando ella se sienta no me sorprende la postura que toma: piernas cruzadas, me invita a ponerme cómoda, e iniciamos nuestra conversación.
Me habla en un tono pausado y con un perfecto español aunque con un claro dejo de sus orígenes italianos. Me cuenta que el yoga es una filosofía, que es mucho mayor que una técnica, “es una visión del universo, del ser humano en su relación con el cosmos”. Lo que nosotros conocemos del yoga en el occidente es la parte física, pero en realidad, el yoga parte de una visión del cosmos, mucho más profunda. El yoga se funda sobre lo que se llama “la filosofía de BHAI”, que es una filosofía muy antigua, de un bagaje de 5000 años de existencia.
Resalta que la India es de las pocas civilizaciones de la historia que tiene memoria de su historia, por eso “nosotros proponemos el yoga de la cultura Reishe, que significa vidente, quienes eran seres capaces de ver las cosas, cosa que nosotros no somos más capaces de ver”. La disciplina yoga es una disciplina de codificación, de técnicas, de prácticas que ayudan al ser humano a recuperar esta percepción que se ha perdido. Para entender sus palabras, nos da un ejemplo muy claro: “imagínate que la gente en el mundo pierde la capacidad de ver los colores y para que las personas o próximas generaciones puedan recuperar esta capacidad de ver al mundo de antes, el yoga le da herramientas, pistas a los seres humanos, para que puedan verlos nuevamente. Pero en este caso tiene que ver con la energía, con la intersección de niveles multidimensionales: el espiritual, el emocional, y el físico”.
Maytilli lamenta que actualmente sólo tengamos la capacidad de ver lo mineral, lo que es tangible, y pongamos en discusión un montón de cosas que no podemos ver. “Allí es donde el yoga interviene, ya que desde siempre mantiene una misma postura sobre los hechos o sucesos”.
El yoga tiene 8 ramas de trabajo (Ashtanga). Son, inicialmente, normas ético -morales, es decir: la no codicia, no avaricia, no gula, ser buenas personas, bien intencionadas. Después, se empieza con Atha Yoga, que es la más conocida porque tiene que ver con lo físico. El Atha Yoga habla del aspecto energético del cuerpo que está compuesto por corrientes y es a través de técnicas posturales y ejercicios de respiración que busca canalizar la energía universal, para así acelerar y ayudar a la restauración del estado de salud. “Es muy común observar en la parte superior del ser humano una alta concentración de energía, ya que al ser bípedos, no estamos bien anclados en la tierra, desde los 7 u 8 años todo pasa por la cabeza: estudio, adquirir información, y también, estamos ocupados por nuestros aspectos emocionales; entonces, damos por sentado que andamos de pie y vamos arrastrando la parte baja. Es importante que cada uno encuentre su propia raíz, su propia proyección de energía baja para compensar”.
Maytilli dice que “es natural la propensión del ser humano para irse para arriba pero si vos ponés un árbol bien alto, sin raíces bien afianzadas con el primer viento se cae”. A partir de ahí, hay una idea de lo que propone hacer el yoga, que no simplemente apunta a un bienestar físico o emocional, sino que es más profundo en realidad. Se trata de devolverle al ser humano su conexión con esta dimensión metafísica, o supra sensorial de quiénes somos, qué hacemos en la tierra, cuál es nuestra verdadera naturaleza.
Habla también del Pranayama (o control del prana) que está basado en técnicas de respiración rítmica que inspiran y retienen el prana (energía) en los pulmones por un determinado tiempo y luego lo distribuyen lentamente. El ciclo se repite un número específico de veces. Busca a través de la conciencia de la respiración, liberarla; que se ajuste a un patrón, a una realidad mucho más anclada en el cuerpo y no tanto en la mente. “Es algo muy irónico porque cuando uno se acerca al tema de la respiración, lo hace voluntariamente desde la cabeza y eso no es respirar profundo, lo que hay que hacer es exaltar la capacidad del cuerpo de tomar aire”.
Hay que imaginarse, nos dice, todo lo que puede generar a nivel metabólico si logramos que la respiración actúe sobre las emociones. Si pensamos en un estado de ánimo de ansiedad, lo primero que se ajusta a esta imagen es la respiración, lo mismo con el miedo, o la ira. Pero lo que debemos lograr es lo inverso, es decir, que los estados emocionales se ajusten a la respiración. “Yo creo que todas las situaciones de pánico, ansiedad se deben -en lugar de tomar tantas pastillas- solucionar a través de la liberación de la respiración que es la expresión de este campo vital. Sin este soplo vital no estaríamos vivos, la idea es buscar a esta fuente y dejar que se libere”.
Después, viene la técnica de retirar la conciencia de los sentidos a través de la meditación. Este paso se llama Dhyana y se trata de un trabajo sobre los estados mentales. Lo que se propone con la meditación, es apartarse de los sentidos y lograr observar nuestra propia mente. “Podemos trabajar con nuestra pierna, esforzarla hasta desagarrarla, que haga lo que nosotros queremos, pero cuando se trata de poner la mente 5 minutos en un lugar sin actividad, es casi imposible, o bien nos dormimos, o nos distraemos”. En realidad se trata de desarrollar otra parte de la conciencia que mira la mente que está funcionando. El último peldaño que busca el yoga es Samadi, que es la conciencia de ser uno con el todo. Es allí donde podemos comprender el significado de la palabra yoga cuya raíz deriva de yuga, que es juntar los hemisferios: lo femenino y lo masculino; las corrientes energéticas, el cuerpo con la mente; lo humano con el cosmos.
Maytilli afirma que lo más importante de entender es que el yoga es un legado de la humanidad, es algo que nos han dado a los seres humanos, una perfección en el mundo para que no sea totalmente materialista.
El primer paso es dejar de ver al cuerpo como sólo materia, como mi burro, mi vehículo, sino, apreciarlo, cuidarlo, curarlo y respetarlo: “observa cómo pasa en el mundo, cómo hemos perdido esta sensación de cuidado hacia el cuerpo: comemos porquerías, consumimos alcohol, drogas, es un ensañamiento con nuestro cuerpo, con nuestra parte biológica. Esto es lo mismo que hacemos con la tierra. Muchas veces queremos cambiar lo que pasa con ella sin darnos cuenta de que nosotros -como células de la tierra- estamos haciendo lo mismo con nuestra propia tierra que es nuestro cuerpo.”
Maytilli explica además que el yoga es una ciencia, una disciplina espiritual libre de lo religioso. Ayuda a comprender mucho mejor nuestra realidad, nuestra fe, independientemente de que seamos cristianos, musulmanes, judíos, o lo que sea “cada religión está conectada al plano espiritual y lo filtra según sus códigos, visiones, comprensiones peculiares, pero si nosotros saltamos de plano, ahí tenemos la fuente”.
El yoga sostiene que ‘uno’ es parte del universo y el universo está dentro de ‘uno’. Y si el universo es una manifestación de una obra divina, cómo es que la persona se puede cerrar a esta energía “somos limitados, y finitos pero, en el ahora, somos expresión de este cosmos”.
Y si nos preguntamos por qué cada vez hay más adeptos al yoga, la respuesta es que “como humanos somos work-in-progress, estamos evolucionando todo el tiempo”. El ser humano está empezando a tomar la curva, ha bajado a un mundo donde lo material prima, pero esta prioridad ha llegado a su límite y ahora estamos buscando reencontrarnos con nosotros mismos. Esta disciplina nos ayuda a sensibilizarnos, a despertarnos, a mejorar las percepciones que hemos perdido y lo que necesitamos mejorar, para integrarnos, para ser realmente seres humanos. Nuestra sociedad tiene que cambiar y aprender sobre muchas cosas y las tradiciones orientales nunca han perdido la conciencia de lo energético; han sostenido una continuidad y ayudado a las personas a recuperar la salud, la alegría, la calma y la paz interior.
Tal vez, cuando andamos por la calle, nos encontramos con una amplia oferta de tipos de yoga, nos preguntamos cuál elegir para iniciarnos y es allí donde Maytilli nos instruye y explica que el yoga clásico es el Ashtanga Yoga (“Ash: 8 tanga: ramas) “pero ahora, si hablás del Ashtanga yoga te referís a un grupo, porque hay una propensión del ser humano a adueñarse de las cosas, entonces le ponen un ‘trade – mark’, es absurdo, son herencia de toda la humanidad, de los hindúes, de todos”. Entonces, mientras se sigan con los 8 pasos que propone el yoga clásico estará bien.
Sobre el final de nuestra charla le pregunté a Maytilli sobre las Fiestas Yoga Rave. Me dijo que no las conoce personalmente ya que no le gusta mezclar las cosas, “pero que tienen una parte positiva ya que convocan a mucha gente y lo interesante es, ver cuántos chicos buscan este tipo de propuesta; me asombra y me alegra”.
Finalmente, agradezco a Maytilli por el tiempo que me dedicó para responderme las preguntas. Con serenidad me vuelvo a calzar y nos decimos adiós. Como parte de su impronta, me abraza y me sonríe. Yo, vuelvo al ruido, a la calle, pensando en qué bueno sería aprender más sobre esta filosofía, y respiro profundo…