Un encuentro al aire libre en plena siesta mendocina, con un sol sin obstáculos y una inmejorable temperatura de veintitantos grados. En ese perfecto contexto consultamos a la reconocida paisajista Cristina Niven, acerca de la importancia que tienen los espacios verdes en nuestras vidas.
¿Qué es el paisajismo?
Para la Real Academia Española, el paisajismo es el arte cuyo cometido es el diseño de parques y jardines, así como la planificación y conservación del entorno natural. Nuestra entrevistada va más allá: “Es una organización basada en la naturaleza, que la hace un ser humano tratando de acercarse a la divinidad, a Dios, que ha creado bellezas. El paisajismo es el superávit de una ciudad o de un país, solo los países desarrollados tienen paisajismos de alto nivel”.
“El paisajista es el profesional que ordena la naturaleza, ya sea un espacio pequeño como un jardín -menos de 500 m2- o uno más grande como un parque –más de 500 m2-, ambos son igual de complicados. En una casa, la tarea del paisajista es como la del arquitecto o el decorador. Nosotros ordenamos, visualizamos, controlamos y recreamos el espacio para una armonización familiar del conjunto. Es más, investigamos sobre cómo está conformada las familias, si tienen o no niños, si tienen o no mascotas, si quieren un jardín para vivirlo o solo para mirarlo, si desean poner allí obras de arte, etc.”, explica Cristina.
“El mundo va hacia procesos autosustentables”
Cristina Niven es miembro de una asociación iberoamericana de paisajistas llamada PARJAP (Parques y Jardines Públicos), que organiza congresos en diferentes ciudades de Latinoamérica y España para fomentar los avances técnicos y la formación continua de sus profesionales asociados, provenientes del ámbito de la jardinería pública y privada. En estos encuentros, los paisajistas se ponen al día en cuanto a las tendencias. Comparten lo que está pasando en distintas partes del mundo.
“En el siglo XVIII los jardines eran maravillas arquitectónicas: simétricos, bilaterales y axiales, con un trabajo de mantención, de mano de obra impresionante, todo tenía que ser milimétricamente perfecto”, relata. “Hoy esa mano de obra especializada ya no existe, por el tiempo y por el dinero que demandaría. El jardín ha evolucionado como lo hace la moda, la gastronomía, los autos, etc. Por el ritmo de vida, las personas hoy buscan lo práctico, es una filosofía que se suma al microclima del territorio que uno habita”, continúa.
Según la experta, “siempre hay que analizar muy bien las características de nuestro territorio y lo que nos puede dar. Aquí, como en Israel, puede crecer cualquier cosa, porque hay conducción del agua. Y no es que una xerófila sea menos que una rosa híbrida té o una orquídea. Son individuos con nombre y apellido a los que se debe respetar y poner en valor”.
“El paisajismo, al igual que la arquitectura, tiende a tener un diseño autosustentable, con ahorro de recursos y de energía. Hay una emergencia hídrica mundial, no solo en la provincia. Así que se trata de que todo se auto-sustente, esa es la tendencia, a tratar de minimizar los recursos que usás. Y de optimizar y potenciar esos elementos”, agrega.
Pero, ¿qué es lo que hace furor actualmente en cuanto a diseño de jardines? Cristina nos da tres ejemplos:
-Estanques. Los jardines con agua estancada -como su nombre lo indica- tienen una enorme variedad de plantas, muy bellas visualmente, y son de bajo sustento porque allí está precisamente el agua, la materia prima.
-Jardines ópticos. Son seriados: la misma variedad puesta permanentemente de distintas maneras, generando efectos muy interesantes porque la luz solar modifica las tonalidades de los verdes.
-Cactus. Se ven mucho actualmente, pero estos jardines no son para todo el mundo, no los recomiendo cuando hay niños o personas grandes.
Un jardín que goce de salud todo el año
“Aunque la tierra mendocina tiene particularidades muy especiales (en un viñedo, por ejemplo, el sustrato cambia a medida que uno va avanzando: hay calcáreo, arenoso, arcilloso, pedregoso, salitroso…) hay cuestiones importantes a tener en cuenta, no importa el lugar adonde vivamos”, señala Cristina. Estas son sus cinco recomendaciones básicas:
Conciencia hídrica. El agua es un elemento fundamental de vida. Por eso hay que regar en tiempo y forma. Pocos riegos, cortos, en horarios convenientes, nunca en horario de evapotranspiración, siempre por la tarde o tarde-noche.
Compost orgánico. Desechos como papeles, cartones, cáscara de huevo, de verduras y frutas… Se los deja con un poquito de tierra y se va a empezar a fabricar esa turba, esa famosa tierra maravillosa con ese olor tan especial. Es algo fácil de hacer, incluso en un departamento, y hasta los niños lo pueden hacer. Debería ser parte de la educación primaria, de lo que les deberíamos enseñar a nuestros hijos. Hacer compost orgánico es una tendencia mundial, es lo primero que recomiendo para ayudar al planeta.
Planificación. El diseño de un jardín y su funcionalidad son muy importantes. Por eso no es necesario hacer cambios bianuales, o colocar flores de estación. Lo atractivo, lo elegante, lo recreativo lo va a dar el diseño, la planificación previa que es fundamental.
No a los químicos. Tenemos que aprender a mantener los ecosistemas pequeños de los hogares lo más vírgenes posible. La gente a veces contamina más de lo que cree, utilizando insecticidas, fungicidas o químicos en general. Hay muchas técnicas naturales que funcionan: para las rosas el tabaco; para el pulgón el detergente; polvo de hornear y harina para matar hormigas… Es mejor para los habitantes de la casa y para el universo.
Huertas caseras. El hecho de plantar una semilla y verla crecer, verla convertirse en una planta, es algo maravilloso. Además, el contacto con la tierra y con el aire libre es incomparable. La gente cree que es difícil, pero no lo es. Y el broche de oro: poder comer algo absolutamente orgánico, libre de químicos, con lo que preservamos la salud.
El cuidado del medioambiente, un compromiso de todos
“No hay que confundir: la tierra es fuente inagotable de recursos energéticos, solo hay que saber cuidarla. Si bien pareciera frágil, cuando la naturaleza se enoja no hay cómo sujetarla, entonces tenemos que ser respetuosos de ella. Porque los incendios, los tsunamis, los movimientos telúricos… todo es producto de que la tierra está sufriendo los inconvenientes que causa el ser humano”, concluye Cristina. Y nos deja pensando en que deberíamos transitar la vida con más pausas, para poder admirar y disfrutar de las pequeñas -y al mismo tiempo enormes- maravillas que nos rodean, y dejar -como ella- un poco de lado la virtualidad del teléfono celular para revalorizar la comunicación cara a cara, esa que poco a poco muchos fuimos perdiendo.