Con antiguas locomotoras unos, con renovados vagones otros, a diésel o con combustión ecológica, la Argentina cuenta con al menos seis trenes turísticos que recorren tramos cortos de diferentes territorios del país. Las Cataratas del Iguazú, la Puna de Atacama, la Patagonia, las sierras cordobesas, la exuberante vegetación entrerriana y los incomparables paisajes fueguinos forman parte de sus trayectos. Ligados también a la historia del ferrocarril, estos trenes guardan sus secretos donde la aventura de bandoleros, presos y conquistadores forman parte del viaje.
A las nubes en un tren
Uno de los más conocidos y de trayecto más extenso es el del Tren a las Nubes, en Salta, que está entre los más altos del mundo y llega hasta Atacama pasando por parajes muy coloridos.
En 1978 el periodista argentino Federico B. Kirbus publicó en la revista del Automóvil Club Argentino una nota titulada «A las Nubes en un Tren». Así comenzó el interés turístico por este tren que parte de la ciudad de Salta, atraviesa el Valle de Lerma para introducirse en la Quebrada del Toro y llegar hasta la Punta de Atacama en el tramo que une la Estación Salta cn el viaducto La Polvorilla, a más de 4220 msnm. Se atraviesan 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, dos rulos y dos zigzags.
El tren salteño tiene una capacidad para 468 pasajeros y alcanza una velocidad máxima de 35 km/h en un recorrido de 434 km (entre ida y vuelta). A pesar de que trepa en altura no utiliza el sistema de cremallera comúnmente usado para que las formaciones ferroviarias puedan realizar ascensos. No utiliza ruedas dentadas ni siquiera para las partes más empinadas de la subida ya que las vías están dispuestas de una manera especial, en un sistema de zigzags y espirales que colaboran en la propulsión.
Para situaciones de emergencia el tren lleva en cada viaje, además de la locomotora que arrastra la formación, otra adicional. Un interesante es que para quienes sufren mal de altura o suelen apunarse el tren cuenta con médico a bordo.
El Tren del Fin del Mundo
En uno de los puntos más australes del país, el Tren del Fin del Mundo o Austral Fueguino, parte de la Estación que se encuentra a 8 km de Ushuaia, en el Valle del Río Pipo, entre el Monte Susana y la cadena montañosa del Martial, y se interna en el Parque Nacional Tierra del Fuego recorriendo 7 km del trazado original que recorría el antiguo “Tren de los presos”. La Estación del Fin del Mundo es todo un atractivo en sí mismo. Además de conservar antiguas locomotoras y vagones, su bar se jacta de tener excelentes platos a base de salmón o centolla, cazuelas de ternera, de conejo o paellas de mariscos, por lo que el paseo puede iniciarse o finalizar con una suculenta degustación de carnes.
El Tren del Fin del Mundo tiene su historia y está ligada al penal que levantó Roca en Ushuaia. Con el fin de recolectar leña para calefaccionar el edificio, uno de los directores de la cárcel decidió construir las líneas para un trencito de trocha angosta que trajera madera del bosque. El tren era del tipo Deucaville, es decir con una trocha de 60 centímetros. Su extensión originalmente fue de 17 kilómetros.
En 1947 el presidio es cerrado por el gobierno de Perón. Sin embargo el tren siguió funcionando para un aserradero hasta que el gran terremoto de 1949 lo destruyó. Actualmente apenas queda de él una locomotora y un coche (vagón) de pasajeros que se pueden visitar en la antigua sede del penal, hoy Museo Marítimo.
Como consecuencia exclusiva de la iniciativa privada de una empresa argentina, en 1994 nace el “nuevo tren de los presos” el cual rescata la historia del viaje de los presos pero cuya construcción es íntegramente nueva: rieles, durmientes, coches, la estación, puentes y locomotoras entre las que está la primera locomotora a vapor construida íntegramente en Argentina.
A bordo, se recorren los últimos 7 kilómetros del trazado original, pasando por el Cañadón del Toro, el Río Pipo, el Puente Quemado y la Estación Cascada La Macarena donde se observa la reconstrucción de una vivienda yamán (aborígenes fueguinos). Mientras se disfruta del paisaje, los pasajeros se interiorizan de la enigmática historia de los presos que alguna vez hicieron ese viaje. Bosques, ríos, montañas y valles con los extraordinarios colores verdes en verano, amarillos, ocres y rojos en otoño; y blancos de nieve en el invierno, ameritan un pasaje al fin del mundo.
El Tren de la Selva
El Tren Ecológico o Tren de la Selva que recorre el área Cataratas del Parque Nacional Iguazú, en Misiones, es impulsado a gas licuado de petróleo (GLP), que no contamina el ambiente ni deja residuos sólidos porque tiene una combustión limpia. Este trencito fue diseñado exclusivamente para el Parque Nacional Iguazú por la compañía inglesa Alan Keef Limited (especialista en trenes de paseo para otros parques de Asia y Europa), y se adapta a las características especiales del clima, de la frondosa naturaleza que lo rodea y del espacio de preservación en el cual se desempeña.
Se desplaza a no más de 18 kilómetros por hora, con un impacto sonoro muy bajo. Tiene capacidad para 250 personas y viaja a 20 km/h, hasta los principales puntos del Parque, como las estaciones Cataratas y Garganta, desde donde se accede a los circuitos Inferior y Superior y a la Garganta del Diablo.
Por las Sierras
El Tren de las Sierras en Córdoba, recorre, entre curvas, túneles y puentes, las pintorescas villas del Valle de Punilla. Sale todos los sábados del barrio Alto Verde, a 12 kilómetros de la capital provincial, con la primera parada en el dique San Roque.
Tras atravesar el arroyo Cosquín, trepa en La Cumbre a más de 1.100 metros, llega a las localidades de Cruz Grande y Los Cocos, y finaliza en Capilla del Monte, donde se almorzar y conocer la zona.
Trencito Histórico
El Tren Histórico, en la campiña de Entre Ríos, recorre un trayecto de 36 km desde Villa Elisa a Caseros. El paseo propone vivenciar el andar de un verdadero tren cuya locomotora diesel data del siglo pasado y es considerada en categoría de “especial” por su sistema de rodamiento y estructura. De allí la denominación de “Trencito histórico”.
En el viaje se atraviesan lomadas, sembradíos y el pueblo donde se encuentra la antigua residencia del Gral. Justo José de Urquiza, “El Palacio San José”, una monumental obra arquitectónica construida a mediados del siglo XIX.
El Expreso Patagónico
El Viejo Expreso Patagónico de Chubut, conocido popularmente como La Trochita, es impulsado por una máquina a vapor con vagones de madera que se calientan con una salamandra a leña. El tendido de La Trochita serpentea entre valles y mesetas del sur patagónico.
En la inmensidad de la estepa patagónica, atravesando los extensos territorios de Chubut, el trencito, de trocha súper económica, de 75 cm de ancho, cubre hoy un servicio turístico entre Esquel y Nahuel Pan y periódicamente el servicio de pasajeros hasta El Maitén, sede de los talleres centrales y hoy cabecera norte del recorrido. El trayecto final se realiza a más de 700 metros de altura, por las laderas rocosas del valle del arroyo Esquel, y conforma una postal imperdible durante los días de nieve.
El Expreso Patagónico es una reliquia viviente de una historia llena de aventuras, anécdotas y todo tipo de acontecimientos. Dos veces al año y en temporada alta, tanto de invierno como verano, se organiza con gente del lugar que se caracteriza para tal fin, un «asalto» emulando a los bandidos del siglo pasado que embestían contra el viejo expreso. Hoy es un atractivo más para aquellos que contratan la excursión y en medio del recorrido los maquinistas son obligados a detener el tren y dejar subir a los bandidos que interactúan con los pasajeros.