Con 27 años, Huilen Pascual logró unir sus pasiones en una experiencia inolvidable: la montaña, la cocina y los viajes. La chef y montañista se convirtió en la primera mujer al frente de la cocina del campo base del Monte Everest, el más alto del mundo (8.849 msnm).
La suerte estuvo de su lado mientras preparaba platos en Plaza de Mulas, donde era la Jefa de Cocina. Y es que su futuro jefe la vio en acción, se enamoró de sus preparaciones y la tentó para ir al otro lado del mundo. «No lo dudé y pocos meses después ya estaba laburando acá, con un cocinero nepalí y dos ayudantes».
El lugar paradisíaco que albergó a la godoycruceña queda en medio de hielos, arriba de un glaciar, lo cual significó un gran desafío para ella, «fue un reto para mí cocinar tan distinto, con otros ingredientes, a esa altura (casi 5400 msnm). Era un freezer pero me encantó».
Huilen marcó un hito en las cocinas de montaña de Nepal y quisimos charlar con ella para conocer un poquito más sobre su arte culinario, sus ingredientes favoritos y su proyecto que está pronto a lanzar.
«Fue un placer compartir con los sherpas y mis compañeros hombres en la cocina. Son súper educados, amables, serviciales y amorosos. Fue impactante para ellos que una mujer estuviera al mando de la cocina pero trabajamos en equipo. Me sentí cómoda y protegida, hasta terminé comiendo en su carpa, éramos más de 30».
Sobre su estilo de cocina confiesa que le gusta amalgamar todo, «Para mi la cocina es amor. Soy una apasionada de la tierra, me gusta respetar lo genuino de los ingredientes. Mientras menos invasiva sea la comida, mejor». A la vez que resalta que su comida es como la de la casa, «la que la gente más quiere y la que puedo hacer con mi corazón».
Como todas sus recetas vienen desde su interior, sus ingredientes esenciales son justamente la pasión y el amor, «y se sienten mucho», asegura Y para realzar la sazón de sus preparaciones, son infaltables la pimienta negra, el laurel, el pimentón, el aceite de oliva y el «ajo picado con sal, ahí les dejo un gran truco».
¿Hubo algún ingrediente desconocido que te haya conquistado?
Sí, las hojas del árbol de canela, son una magia y ellos las usan para hacer infusiones y son riquísimas. El curry también, tienen uno impresionante, muy diferente al que conocemos así que me llevo varios paquetitos.
En su aventura de cocinar bien en lo alto y en una cultura diferente a la nuestra, la chef tuvo que expandir el repertorio de ingredientes y conocer algunos autóctonos, como las carnes. «Tuve que aprender a manejarlas porque comen mucho búfalo y yak que son súper fibrosos y duros por lo que llevan otros métodos de cocción. ¡Imposible hacer un churrasquito!».
¿Te traés recetas para implementar en Aconcagua o en tu vida diaria?
Me llevo un montón, en el cuaderno y en la cabeza. Y técnicas también. Tienen un estilo de cocina buenísimo y lo pienso usar mucho porque son prácticos y eso, en la montaña, es ideal.
Estar detrás de una cocina es ser un artista con un lienzo en blanco, la imaginación es clave a la hora de crear platos, de elegir colores, sabores y propiedades necesarias para los deportistas que van a comer tus delicias. Por lo que le consultamos de dónde saca inspiración para elaborar platos que deben satisfacer a comensales exigentes.
«Es difícil explicar de dónde viene porque es algo que me nace desde adentro. Al tener un archivo interno grande de técnicas, recetas y métodos para cocinar y por haber trabajado en tantos lugares, las recetas me surgen solas. No miro programas ni leo revistas… a veces sueño un plato, lo imagino o se me viene algún recuerdo y veo cómo lo adapto al momento».
La cocina argentina, según nos cuenta, es muy reconocida a nivel mundial y se la piden mucho; «trato de darles lo que piden cuando es posible y si no, hago lo más parecido con lo que se tiene».
Un proyecto a punto de estrenar
Huilen Pascual no sólo planifica un menú y cocina a la par de sus compañeros sino que también piensa en el sistema de producción óptimo para la montaña, y así logró crear el suyo propio para implementar en cada campo base del mundo.
Desde hace varios años, prepara este proyecto que será probado esta temporada en el Parque Nacional Aconcagua (en caso de abrir) o en 2022, en el Monte Everest.
«El objetivo principal es disminuir el impacto ambiental que genera la actividad gastronómica en los campos bases de la montaña y más arriba también. Con un equipo se arma un menú que cumpla con todos los requerimientos nutricionales y que potencie la capacidad de los deportistas», revela.
Este proyecto de cocina «no tiene precedente en la industria de la alta montaña. Es súper ambicioso y pretende cambiar las bases de la industria porque la gastronomía es el 50% del servicio que prestan las empresas así que estamos trabajando para poder hacer historia».
¿Cómo manejan el tema de desperdicios en cocina y el cuidado ambiental?
Es un tema complicado. En Everest separamos lo orgánico de lo inorgánico y eso es buenísimo pero en Aconcagua se hace un poco más difícil porque hay mayor circulación de gente y en temporada alta no hay mucho tiempo. Justamente con mi proyecto, estas cosas estarían contempladas y esperamos poder disminuir el impacto negativo que generan nuestros desperdicios arriba y abajo de la montaña.