Verás a Juliette Binoche, Isabelle Huppert, Monica Bellucci o Isabelle Adjani riéndose de sí mismas en una trama que muestra el lado B del glamour parisino.
Lejos de los estereotipos de Emily en Paris y muy cerca de Mad Men, Ten Percent llegó a Netflix para convertirse en un fenómeno que se publicitó de boca en boca y que hoy es de culto. Su nombre original es Dix pour cent, que es el porcentaje con el que se quedan los representantes de grandes actores en Francia, en un mundo lleno de egos, problemas absurdos, situaciones delirantes y mucho humor francés cercano, pero muy cercano al argentino.
La serie transcurre en la agencia de talentos ASK, que representa a la creme de la creme del mundo del cine en Francia. Quienes trabajan en esa oficina deben lidiar con el carácter, las manías, los tics y las pretensiones de los actores, mientras pasan por situaciones personales de lo más variopintas.
Además de tener un desfile de famosos que hacen y se ríen de sí mismos como Isabelle Huppert, Christopher Lambert, Monica Bellucci y Juliette Binoche; la serie cuenta con un elenco del que te vas a enamorar.
Camille Cottin es Andréa, la supertalentosa ejecutiva lesbiana que siempre se mete en extraños enredos, Thibault de Montalembert es Mathias, el hombre maduro que tiene logros profesionales pero ve naufragar su vida personal, Grégory Montel es Gabriel, el solterón que vive como un bachiller pero es experto en llevar adelante la psiquis de los artistas y Liliane Rovère es Arlette, la octogenaria que nació, creció y envejeció con el cine (y con un perro en brazos al que nunca suelta).
Todo comienza cuando Camille (Fanny Sidney), la hija no reconocida de Mathias, llega a pedir trabajo a la agencia de su padre y se enfrenta con la celosa secretaria Noémie (Laure Calamy), un personaje que va creciendo y transformándose en lo más cómico de la tira. Ambas comparten amistad con Hervé (Nicolas Maury), un asistente gay que se convirtió, con sus expresiones, en el rey de todos los memes de Internet en Francia.
Todos estos personajes se enroscan en una trama digna de telenovela mexicana, pero con la sutileza francesa y sin la corrección política -ya un poco aburrida- de la televisión de Estados Unidos. A esto hay que agregarle que espiamos el lado B del cine glamoroso, ese que sale en las fotos de Cannes y es portada de grandes revistas: la complicación de los contratos, la lucha de egos, la dificultad de una producción para filmar una película y las pretensiones de directores que siempre quieren hacer algo original.
Todo este paquete conforma una serie que, en medio de una pandemia que nos tiene a todos un poco hastiados, te va a relajar, te va a sacar muchas sonrisas y te va a enganchar desde el capítulo 1. Tiene 4 temporadas, así que dura bastante y se puede ver por partes sin perder tramas complejas ni ver desgracias ajenas para las que no estamos de ánimo.