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“Sobre el escenario soy salvaje; en la vida, medio weona”

Llegó a Mendoza a los 18 años para concretar su sueño de estudiar teatro. Aquí echó raíces: tuvo un hijo, escribió sus libretos más desopilantes y se ganó un lugar entre las actrices cómicas más destacadas. Ha hecho de virgen y también de travesti. Una mujer sin filtros y sin celulitis.

Jessica Torrijos tenía 18 años cuando se aventuró a cruzar la cordillera y llegó a Mendoza. Corría 1987 y Santiago de Chile, su ciudad natal, todavía estaba -al igual que el resto del país- bajo la dictadura militar.

“Terminé la secundaria. Quería estudiar Teatro -era una época difícil para las carreras relacionadas al arte-, pero mi familia estaba en contra de que yo fuera actriz, querían que estudiara Medicina. Di la prueba de aptitud académica y entré a Plástica -mi papá decía que al menos tenía un futuro como profesora-. Estudié un año, y en enero del año siguiente, en el consulado argentino me postulé para una beca”, cuenta Jessica Torrijos, acerca de cómo llegó a estudiar Teatro en la UNCuyo. Para “la chilenita” -así la llamaban sus compañeros- “fue un cambio de vida total, estaba fascinada”.

 

Jesica Torrijos
Jessica presenta “Humor y más”, los sábados a la medianoche en Juan Sebastián Bar.

Actriz, profesora y licenciada en arte dramático, hace tiempo que Jessica escribe las obras que luego protagoniza. Interpretando sus monólogos es como más cómoda se siente, y así reparte su tiempo entre su espectáculo fijo y las funciones privadas, la crianza de su hijo adolescente, las tareas hogareñas, las salidas con amigos, los alumnos de stand up y las clases de teatro en una escuela urbano marginal de Las Heras.

Fuimos a buscarla hasta Juan Sebastián Bar, el lugar donde se presenta los sábados desde hace 5 años. En el camarín que ella misma hizo montar junto al escenario, respondió a todo sin filtro, fiel al estilo que la hizo ganarse un respetado lugar en el teatro local.

 

Jesica Torrijos
En su camarín, la actriz se viste, maquilla y prepara para salir a escena.

Su asistente le trae un café, cigarrillos y caramelos. De una percha cuelga el vestido con mostacillas que se pondrá para salir a escena y hacer reír con “Humor y más”. Una tanga turquesa “para la buena suerte” llama la atención desde una esquina del espejo. También anda por allí dando vueltas un consolador de grandes dimensiones que usa “la mujer moderna liberada que no necesita hombres”, uno de sus personajes.

 

Jesica Torrijos
La tanga “de la buena suerte”.

 

¿Te acordás cuál fue la primera obra en la que actuaste?

Sí, cuando estaba en primer año de la facultad, un grupo de actores consagrados ya, me llamó para hacer para un personaje chiquito, en la obra “Proceso a Jesús”, que auspiciaba el Arzobispado de Mendoza. Esa fue mi primera experiencia, nada más y nada menos que en el teatro Independencia, hicimos como diez funciones. Era una obra antigua y laaarga, de dos actos. Yo hacía de una judía, tenía un monólogo al final. Me tuvieron que dar clases para que hablara en “argentino”. En realidad, me pusieron un profesor de dicción que me enseñó a hablar en neutro.

¿Cómo siguió tu carrera?

Me sumé al grupo “Under” de Walter Neira. Hice muchas obras con él. Yo trabajaba en una peluquería, arriba había un gimnasio y ahí actuábamos. Nadie ganaba plata, la onda era hacer teatro.

Cuando terminé la facultad, me fui a Chile un año -allí conocí a mi ex marido- y volví a Mendoza. Al tiempo me llamó Laureano Manson para que hiciera un reemplazo en la obra que él dirigía en La Reserva. Era un unipersonal de humor negro. Ahí me di cuenta de que cuando me salía del texto, la gente se reía. Y a mí me encantaba que se rieran. Entonces, me empezó a dar vueltas en la cabeza la idea de escribir una obra. En 2003 lo hice, y se la mostré a una amiga, le dije que me la habían pasado. Me dijo: “Está buenísima”. “La escribí yo”, le confesé.

“Mentiras” se llamó esa primera obra, porque cuando yo llegué, me tuve que adaptar a una sociedad súper “caretona”, al idioma, a la forma de vestirse, de pensar, de socializar… Estrené en La Reserva, fue un éxito total, y de ahí nunca más interpreté una obra ajena.

 

Jessica Torrijos
“¡Yo quería ser una actriz seria! Quería ser una Norma Aleandro”, asegura.

 

La capacidad, el don que tenés para hacer reír, ¿lo tuviste siempre?

No sé. El año pasado fui a Chile a actuar y me fueron a ver mis compañeras de la secundaria. Ellas me decían: “Pero Jessica, ¡si vos eras así en la escuela!”. Yo no me acuerdo… Sí me acuerdo que cuando había hora libre, yo les contaba chistes. Pero la verdad es que más adelante, cuando tuve la idea de ser actriz, ¡yo quería ser una actriz seria! Quería ser una Norma Aleandro.

¿Sos la que hace reír en una reunión familiar, en un asado con amigos?

Ahora sí, porque todos me prestan atención y quieren escuchar lo que voy a decir. Yo creo que en realidad hago reír porque no tengo filtro.

 

Jesica Torrijos
“Hago humor con los temas universales: las relaciones de pareja, el sexo, la infidelidad…”.

 

¿En qué momentos de la vida cotidiana te ha servido o te sirve ser actriz?

Siempre. Si me para un policía de tránsito, me puedo poner a llorar. Cuando hay que hacer trámites y colas, puedo inventarme algo. Me he inventado, por ejemplo, que estaba embarazada.

El otro día estacioné mal, en la vereda. Cuando salí, una policía me estaba llevando la camioneta con una grúa. Me puse a gritar: “¡Por favor, apoyá a la cultura! ¡Tengo un hijo y yo lo alimento, no tengo un hombre a mi lado!”. Me perdonó la vida y le regalé dos entradas para el show.

 

Jesica Torrijo
Jessica actúa en la película mendocina “La pasión de Verónica Videla”, recientemente estrenada.

 

¿Alguna vez pensaste en probar suerte en Buenos Aires, que tiene tanta oferta cultural?

Sí, a veces me pregunto por qué no me fui a Buenos Aires… Pero no se dio la oportunidad, cuando me empezó a ir bien, mi hijo era muy chico. Recién empecé a vivir del teatro cuando él tenía 5 años. Y me quedé sola. No iba a andar probando suerte en una ciudad tan grande con un niño chiquito de acá para allá. A mí me costó mucho hacerme conocida, y decidí lucharla acá.

¿Tenés amigos en el ámbito artístico?

Mi gran amigo es Adrián Sorrentino. Hemos trabajado juntos, él me dirige las obras. Yo siempre que escribo algo, le digo a Adrián, y lo sacamos en 24 horas: 12 ensayos de 2 horas cada uno. Confío plenamente en su ojo estético.

 

Jesica Torrijos
En su casa anda de jogging y escucha tango o jazz.

 

¿Hay alguna obra o personaje que te gustaría interpretar?

Me gustaría hacer Yerma, de Federico García Lorca.

Si fueras protagonista de una película, ¿quién serías?

¡Sería una mala! Glenn Close en “Atracción fatal”.

Hablando de la que hierve el conejo, ¿qué cosas te ponen de mal humor?

La ineptitud y la irresponsabilidad de la gente.

 

Jesica Torrijos
Para crear a sus personajes se inspira en la vida misma, en las cosas que le pasan.

 

¿Qué hubieras sido si no fueras actriz?

Hubiera sido una doctora de emergencias, me hubiera gustado salvar vidas. Algo bien próximo a lo que hago en el teatro. Me gustan las cosas de riesgo, nada que sea aburrido. Por eso hago este tipo de humor: riesgoso.

¿A qué llamás “humor riesgoso”?

A decir todo y no ponerle un adorno a nada.

¿Sobre qué temas hacés humor?

Mientras los hombres que hacen humor se quejan de las suegras, las mujeres que hacemos humor hacemos autocrítica. Las mujeres no sabemos qué mierda queremos. Nunca nos levantamos con el mismo pensamiento con el que nos acostamos. Hago humor con los temas universales que tienen que ver con las relaciones de pareja, el sexo, la infidelidad…

Los temas con los que no me meto: religión, política. Tampoco la homosexualidad -excepto que sea para nombrar al peluquero gay que todas conocemos o al amigo gay que todas tenemos-.

 

Jesica Torrijos
Sus sueños: actuar en Chile, para que la vea su familia. Y también hacer un programa de humor en la TV mendocina.

 

¿En qué te inspirás para crear a tus personajes?

En la vida misma, en lo que me pasa. Hago humor en base a estereotipos -la separada, la liberada autosuficiente, la fea desprejuiciada, etc.-.

El personaje de “la fea” surgió una noche que había salido a un boliche con una amiga. No levantamos ni sospechas, y cuando nos dimos cuenta, la más fea del lugar, que era un travesti, se estaba yendo en un taxi con el más lindo.

 

Jesica Torrijos
Según Jessica, las feas tienen más sexo que las lindas.

 

¿Te gusta vivir acá?

Sí, me gusta el tipo de vida que tengo acá. No me gusta, en cambio, la vida en una ciudad grande, sobre todo por las distancias. Me acostumbré a la tranquilidad de Mendoza. Y lo increíble es que hay muchísimas opciones, por ejemplo, para ver teatro en una provincia tan chica. Ni en Santiago hay tantas. Además, en Chile, el teatro es para una elite. Allá hay dos culturas: una para los ricos y otra para los pobres. Y eso nunca cambió. Acá no pasa lo mismo porque el argentino es orgulloso. Acá quien tiene una gomería, puede tener plata e ir al teatro a ver la misma obra que el tipo que vive en el barrio privado más top. En Chile, la gente con menos recursos no tiene ese orgullo. Acá, en cambio, viene a verme gente que no tiene ni para la entrada, y gente de lo más paqueta.

¿Cómo es dar clases de teatro en escuelas urbano marginales?

Desde hace un tiempo es cansador y más complicado, por la situación en general. Pero yo lo disfruto. A los adolescentes les digo que si uno no se la juega por los sueños, no los logra. Yo logré mi sueño, pero con mucho esfuerzo.

 

Jesica Torrijos
“En Chile hay dos culturas: una para los ricos y otra para los pobres. Acá no pasa lo mismo porque el argentino es orgulloso”, opina.

 

¿Sentís que lograste todos tus sueños o te queda algo pendiente?

Quiero actuar durante un tiempo en Chile. Viajar, por ejemplo, todos los fines de semana para actuar allá. Por mi familia. Los que han podido, han venido a verme. Mi papá vino por primera vez hace tres años, y lloró cuando me vio. Ese día le dediqué la función. Él me había dicho que ser actriz no era una profesión, yo peleé mucho con mis padres… para ellos era una desgracia que yo quisiera ser artista. Ahora están orgullosos, ¡hasta mi abuela tiene DVDs que ve con las amigas!

También me gustaría dirigir un programa de humor en la televisión. La gente dice: “¡Qué mala que es la tele mendocina!”. Yo creo que podría ser mejor. Se podrían hacer muchísimas cosas.

 

Jesica Torrijos
Un perchero con los cambios de vestuario es la única escenografía.

 

Sus deseos de incursionar en la TV en un futuro, hacen que Jessica recuerde su participación en la serie de ficción “En la viña del Señor”, donde hizo de la Virgen de la Carrodilla. Realizada íntegramente por actores y técnicos mendocinos, “En la viña del Señor” resultó ganadora del Concurso Serie de Ficción Federal de 2010 para la promoción de contenidos audiovisuales digitales del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre (SATD-T).

Versátil y “salvaje”, como ella misma se define, Jessica pasó en poco tiempo y frente a las cámaras, de virgen a travesti. Ese fue el pequeño pero no menos importante papel que cumplió en la película estrenada hace días nada más, “La pasión de Verónica Videla”. La cinta producida y rodada en estas tierras, ópera prima de Cristian Pellegrini, participó de una veintena de festivales internacionales, donde cosechó importantes premios y menciones especiales.

 

Jesica Torrijos
El público se ríe a rabiar con su humor “riesgoso”.

Sin tapujos ni pelos en la lengua, Jessica se calza su mini enterito de lycra negro, que es “la base” sobre la cual irá disfrazándose para pasar de un personaje a otro sobre el escenario. “Por el yodo es que las chilenas no tenemos celulitis”, asegura orgullosa mientras luce sus piernas impecables a los 48 años. El resto bar está lleno y el público la reclama: es hora de salir a escena y de dejarse mimar por las carcajadas y los aplausos.

 

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