Domingo, 7 de la tarde en la plaza de Chacras de Coria. Una plaza que reúne una amplia diversidad de personas, con acentos, costumbres y particularidades disímiles. Un concierto de voces de adultos y niños. Voces que trabajan y ofertan; que pintan y crean; que juegan, que ríen. Voces que consultan y admiran sin apuro. Voces en silencio frente a la misa vespertina de la capilla local. “Pueblo sin prisa”, dice un refrán.
Chacras, pintoresca y entretenida, donde converge el pasado tranquilo con el actual desarrollo de la zona, donde se alternan el descanso y la tranquilidad; con comercios y una vida urbana en incipiente acción, es uno de los polos turísticos y culturales más cool del Gran Mendoza.
Caminar un domingo por el pueblo es uno de mis programas favoritos. Y no por ser de la zona –que me adoptó hace pocos años-, sino porque tiempo atrás, con amigas y en bici, cruzar la ciudad para llegar a su tradicional heladería ya significaba un intento encantador.
Los domingos en Chacras se pintan con los colores creativos de los artesanos, con las piezas de los anticuarios y con obras en tela, en prendas, en lienzos, hierro o madera de sus artistas.
En un recorrido fugaz por los puestos de la feria de artesanías –que irrumpen en las cuatro veredas de la plaza- podés encontrar sahumerios, cajas pintadas, piezas de cerámica, cuchillería, artesanía en madera, vidrio y papel; joyas artesanales, vitrofusión, veladores, jarrones, cuadros, sillas y hasta flores para decorar rincones en tu hogar. Cactus y otras plantas fuera de lo común.
Los jóvenes diseñadores exponen sus prendas, con bocetos originales y precios para aprovechar. Los amantes de los objetos antiguos y piezas de colección te tientan con sus reliquias. Objetos en plata, porcelana, alpaca, cobre, hierro y cristal, piezas que denominan únicas o eslabones sueltos de antiguos juegos de loza, vasos, cubiertos o té. Frascos, balanzas, muebles, lámparas, candelabros. Portarretratos, tocadiscos, fotografías, vinilos, revistas de época y solicitados ejemplares de colección. La lista no tiene fin.
El movimiento dominical de la plaza de Chacras empieza alrededor del mediodía, cuando muchos pueblerinos deciden dar una caminata, comprar el diario o tomarse un café. Varios hacen las compras para el asado y es muy habitual encontrar a la misma gente primero en la carnicería, luego por los puestos de verduras, más tarde por las bebidas y la leña. Todo un ritual para quienes se llaman “chacrinos”.
La concurrencia disminuye por unas horas durante el almuerzo -cuando los bares y restaurantes de alrededor preparan sus delicias- y pasada la siesta, nuevamente la gente, invade de a poco el paisaje dominguero de este especialísimo lugar.
Además de los típicos stands, un paseo obligado para los más chiquitos es la vuelta en pony. Un recorrido de cinco minutos alrededor de la plaza, a bordo de los petisos que saben su camino de memoria. También están las jóvenes artistas que enseñan a dibujar o a pintar, y que alientan a la creatividad de los chicos.
Como en las plazas más urbanas, no faltan los skaters, que sobre sus tablas aprovechan rampas y escalones para deslizarse con giros y trucos que asombran. La fuente de la plaza, aún cuando está encendida, es su escenario favorito.
El espacio cuenta con personajes queridos: el cura de la parroquia colonial; el brasileño que vende mantas y hamacas; el viejito que endulza con sus copos de algodón y manzanas caramelizadas con pororó; el senegalés que vende anillos plateados. La plaza de Chacras es un espacio amigable para sentarse a contemplar.
Para las fechas patrias, la elección de la reina distrital de la Vendimia, o durante el verano, estallan los shows en vivo o los atardeceres de milonga.
Los domingos en Chacras tienen su magia, se concentra aquí el mundo socio cultural de la zona y seguro plasmará en tu memoria impresiones de una jornada para repetir. Seas turista o local tenés que verla, vivirla, sentirla.
La movida de este programa se completa con un sinnúmero de opciones de tiendas de ropa, regalerías, bares, bodegas boutiques, vinerías y restaurantes en los alrededores de calles Darragueira, Italia, Viamonte y Mitre. Hoteles y casas de campo con servicios cinco estrellas aseguran una apacible estadía si decidís quedarte a pasar algunas noches. Gastronomía regional y fusión o de países como la peruana, árabe, italiana y española están en todas las cartas y todas tientan por igual.
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