Innovador y revolucionario, el emprendimiento de Bodega Alpamanta, iniciado en 2005, abrazó desde su inicio, conceptos de respeto al medio ambiente y biodiversidad, donde la flora, la fauna, los humanos y el cosmos están relacionados y son complementarios. Con la inauguración del edificio de su bodega en medio de una finca de 35 hectáreas en la emblemática calle Cobos de Agrelo, desde esta Vendimia, la firma elabora los 17 vinos del portfolio en su propia casa.
Alpamanta significa «amor por la tierra» en el idioma nativo local y es uno de los pocos proyectos certificados orgánico y biodinámico en Argentina. Preservando el equilibrio natural del ecosistema en el viñedo, es una bodega boutique que implementa prácticas biodinámicas las cuales permiten obtener plantas saludables, buenos rendimientos y complejidad aromática sin contaminar los suelos.
La Biodinámica es una nueva vieja ciencia, basada en saberes antiguos y prácticas sustentables que responde a las necesidades de la Tierra y despliega nuevas soluciones de una manera viva y dinámica. En Argentina, el 0,1% de la vitivinicultura se trabaja con cultivo biodinámico y el 1% en el mundo, especialmente en Austria y Suiza.
Según el filósofo austríaco Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía, la educación Waldorf y la agricultura biodinámica hace 120 años, «la Biodinámica es una manera consciente, participativa y responsable de cultivar y de permanecer en el mundo, lo cual trae sanación al suelo, plantas, animales, personas y al planeta. Cada organismo-granja único y sustentable contribuye generosamente a potenciar la vitalidad de la ecología, economía, así como el aspecto social y espiritual de la comunidad que la rodea y de la Tierra misma, como ser vivo».
Mientras la biodinámica utiliza los elementos de tierra, agua, aire, animales, vegetales e intervención humana buscando forjar a través de los años un lugar diferente, mejorado y fértil con pilares del círculo productivo equilibrados, la diferencia fundamental con el cultivo orgánico es que éste se limita a la no aplicación de pesticidas y herbicidas. Aquí no se destruye, pero no se hace nada más para que en el futuro ese suelo sea un lugar mejor. Por otro lado, el método de cultivo convencional con el que se trabaja en el 90% de los vinos de Argentina y en el 80% de vinos del mundo, es el que incorpora agregados químicos en el viñedo y en la bodega, para lograr un estilo determinado de vino.
Los propietarios de la bodega son tres amigos europeos de familias tradicionales vitivinícolas que unieron legado y pasión para dar vida a este proyecto: Andrej Razumovsky de Austria y su primo André Hoffman de Suiza (ambos descendientes de la noble familia vitivinícola Sayn Wittgenstein) y Jérémie Delecourt, francés (cuya familia es propietaria de Chateaux de la Crois Bontar, productor de rosados en la región de Cotes de Provence). Alapamanta está certificada bajo las normas exigentes de DEMETER (biodinámico), ARGENCERT (orgánico) y con sello Vegan y BPM.
Cuando se pensó en sumar la construcción de un edificio a la finca, el concepto principal fue la integración con el paisaje con la mayor simpleza posible: un diálogo entre lo natural y lo construido, con vistas hacia un gran espejo de agua (biolaguna) y la Cordillera de los Andes. Cumple con las exigencias de un edificio sustentable a fin de respetar el medio ambiente y vinificar las uvas: uso de luz natural, paneles solares, reciclado de residuos y muros que permiten amplitud térmica buscando el ahorro de energía. Tiene techos verdes de tal manera que de forma natural se genera la aislación térmica superior. A su vez, la inclinación permite el escurrimiento y cosecha de aguas que finalmente serán colectadas por el estanque de riego tratado paisajísticamente.
En el predio se observan animales que interactúan: águilas que comen hormigas e insectos; gansos que comen maleza; ovejas que limpian, una vaca que fertiliza la tierra y también ingiere maleza; abejas que intervienen en el ciclo biológico de floración de las plantas. Hay frutales, olivos y hierbas que surgen del suelo como hinojo y rúcula salvajes, que aportan ingredientes naturales al vino.