Con los ojos cerrados y en medio de un sueño profundo, Sofía Salomé García vio unos grafitis que decían «Vorfas», sin dudarlo y sin saber siquiera qué significaba decidió convertirlo en su seudónimo, el cual usó para posicionarse en internet y conseguir récords de visitas en Flickr.
«Lo cierto es que no significa nada, es un invento; intento encontrarle la vuelta desde el 2006 pero todavía no la encuentro. Siempre me pasan cosas paranormales».
Sus autorretratos la hicieron reconocida y así comenzó una carrera de crecimiento constante; ha trabajado para grandes marcas y en campañas internacionales de moda y ha expuesto en galerías físicas y virtuales. Su universo artístico crece a diario y ella nunca deja descubrir(se).
Vorfas es dueña de un estilo único y reveló que es «complicado» definirse. Ella es arriesgada, profesional y una gran madre. La timidez con la que empezamos a charlar sobre quién es Salo -como la llaman- se fue desvaneciendo a medida que se adentraba a su propia historia para compartirla.
Sus elecciones de vida, la anécdota de su cerdo llamado Evaristo, la pasión por la lectura y el amor que tiene por los símbolos y el tarot hicieron del encuentro uno mágico.
Vorfas: «El arte aún no está preparado para la inteligencia artificial (IA)»
«No pensaba ser fotógrafa», confía quien siempre pintó y quien estudió Diseño Industrial Gráfico en la UNCuyo. «No hacía fotos hasta que agarré una cámara que era mala e hice autorretratos, los empecé a subir y me hice famosa. Hice todo mirando tutoriales, usaba programas para mejorar la imagen, me pasaba horas. Ahí me di cuenta que la carrera no me interesaba y no me recibí».
Lo cierto es que el arte estuvo en su vida desde pequeña ya que su papá hacía esculturas con madera en su tiempo libre. «Ser autodidacta lo saqué de él. Una noche mientras dormía, me hizo paletas de padel de cedro y hasta una skate pero rectangular (se ríe). Estaba re orgullosa, eso era puro amor. Yo tallé con él, me prestaba herramientas».
La creatividad se despertó en ella de manera «natural», «dibujaba historias y gané varios concursos. Desde chica me gusta expresarme, desde la ropa que usaba; tuve mucha libertad para hacer lo que quería».
Además, la lectura es una gran fuente de inspiración para ella. Lee en formato papel, digital y escucha audiolibros con voz humana y robótica. Realmente es una apasionada. «Hay libros y libros, algunos son para tenerlos físicos y rayonearlos».
«Las últimas fotos que hice tienen collage y pintura, basadas en el libro ‘El jardín amurallado de la verdad’, de Sanai de Ghazna, me re inspiró. Ahí probé por primera vez la IA para hacer escenarios».
Vorfas confiesa que cuando le presentaron la inteligencia artificial la vio ‘media rara’ pero que al empezar a usar no podía creer las posibilidades de simplificación que brindaba. «En el arte te ven medio chanta si la usás; yo he hecho escenarios con IA pero en mis fotos y a varios galeristas no les ha gustado. El arte aún no está preparado para esto».
¿Es una herramienta real la IA?
Todavía no se la conoce y para mí va a ser para reinventarse como artista. Estamos en un mal momento del arte y siento que la gente siempre está escondiendo las referencias que usa porque estamos adoctrinados. Con la IA ya no se va a poder esconder nada porque el arte está desnudo.
«Para hacer que la máquina vomite algo diferente tenés que tener una mente creativa, ser vos mismo un diferente».
Vorfas, diferente desde chica
Salomé vivía en plena Ciudad de Mendoza y jugar a los videojuegos en las galerías es uno de los recuerdos imborrables de su mente como también lo es la época en la que le «salvó la vida a un cerdo en épocas de las fiestas de fin de año». Lo adoptó como animal de compañía, «lo paseaba con correa y cuando pesó 120 kilos lo llevé al campo de mi abuelo y se convirtió en reproductor. Era muy inteligente y tenía su mantita con la que se tapaba solo».
Nunca le gustaron los uniformes del colegio ni las modas de prendas ni cortes de pelo. De hecho, se tiñó de distintos colores su cabellera cuando tenía un poco más de 10 años. A los 12 decidió raparse la cabeza y al ser menor no quisieron hacerlo pero ella lo logró en una peluquería más alejada de su casa, a la que fue acompañada por una prima «que aparentaba autoridad».
«No lo hacía desde la rebeldía, me pasaba realmente, lo sentía, no veía la necesidad de usar determinada cosa. Desde chica me he vestido bastante rara, siempre he visto anomal seguir un patrón, me parecía extraño»
«No le tengo miedo a experimentar ni al ridículo, vivo libre. No importa el qué dirán», comparte. Y así también parece que lo vive su hija de 5 años, quien disfruta de pintar y colorear, de elegir su propia ropa y de respetar a los animales, tanto como para elegir una alimentación veggie como su mamá.
«Yo intento no influenciarla, que juegue sola y que tome sus decisiones para que vaya desarrollando su personalidad; la dejo que descubra y sus ideas me dejan maravillada. La maternidad es surrealista, yo no puedo creer, para mí es lo máximo, increíble».
Vorfas y su relación simbiótica con el tarot y los símbolos
Así como la lectura está presente en su día a día, el tarot también. De hecho, ambos son sus guías para crear proyectos y para saber el mood con el que encarará la jornada.
«Siempre leí mucho y ahora más. Hubo un momento en que me di cuenta que no lo estaba haciendo por estar mucho en la compu y empecé a investigar sobre la atención fragmentada. Mi fuerza de voluntad se estaba yendo así que como ejercicio para mantener la atención y para enriquecer mi conocimiento me puse la meta de leer un libro por mes y de repente me empezaron a interesar un montón de autores».
Actualmente, Salo está eligiendo libros para ver cómo está representado el demonio, «para ver simbólicamente a qué se refieren con el demonio porque yo no creo en el de la cola y cuernos. Para mí, cualquier persona puede ser demoníaca».
En «Relatos de Belcebú a su nieto» de Gurdjieff o en «Charlas con un diablo» de Ouspensky, el diablo es presentado «como un extraterrestre, alguien superior, inteligente o hasta como un filósofo que muestra a las personas las contradicciones».
¿Y esto lo reflejás en tus piezas de arte?
Si, en las últimas obras están todos estos símbolos de lo oscuro, de cómo la gente le teme al diablo, a ese ser desconocido; me llama la atención el miedo absurdo. De hecho, uso velos porque me gusta lo oculto. Me gustan los símbolos, es una manera de comunicarse objetivamente con personas que no hablan un mismo idioma, de hecho, cuando los he pintado siento que sucede algo mágico.
De hecho, ella se confecciona sus propios velos para que no la reconozcan cuando sale y ahora creó con una amiga una marca de ropa y accesorios con mensajes y protesta social: Cultural Hallucinations.
¿Te pones a disposición de los símbolos?
Sí, empecé a estudiar herramientas para leerlos como el tarot, es una herramienta útil que ofrece símbolos y reflexiones sobre el inconsciente humano. Siempre ando con un péndulo en el bolso porque en el mundo pasan cosas raras con las energías y a eso no se le puede poner palabra entonces ahí entran en juego los símbolos.
¿Tenés una carta favorita del tarot egipcio?
Si, La Transmutación porque simboliza la transformación profunda y la aceptación de la impermanencia. Esta carta también enfatiza la no dualidad al mostrar cómo la muerte y el renacimiento son aspectos inseparables de la misma realidad.
Confesiones del backstage con Vorfas
A modo de confesión, en la conversación, Salomé revela que había bloqueado su parte mágica y que cuando le empezó a prestar atención fue hermoso y que «todo tomó otro sentido. Siempre veo sincronicidades por todos lados y los nuevos trabajos van a la par de lo que voy pensando y creando».
Y a modo de confesión II, durante el rodaje del reel con Vorfas en el Parque General San Martín, ella sacó su tarot del bolso y le pedimos sacar una carta para el momento. Y no por nada, salió primero El Diablo y luego, La Emperatriz.
Vorfa explicó esta combinación de la siguiente manera: «En la entrevista estuvimos hablando de cómo varios autores presentan al diablo en la literatura y luego salió el Diablo. Esta carta no representa maldad sino nuestra «sombra» interior que siempre deberíamos conocer. Además de la Emperatriz que simboliza la prosperidad y la armonía. Es crecimiento y justo estamos realizando la nota en la primavera así que las cartas graficaron bien nuestros temas».
«El Diablo refleja nuestra tendencia a culpar a factores externos en lugar de asumir responsabilidad. Su figura es usada como chivo expiatorio cuando en realidad debería ser diferente, es el único que castiga a los malos… De alguna manera me remite a la justicia. Mientras tanto, la Emperatriz nos recuerda la belleza y la abundancia que podemos alcanzar cuando vivimos en armonía».
«La prosperidad, la fertilidad y el poder femenino que representa la emperatriz contrasta con la imagen del diablo. Son una buena pareja ya que representan la creación, las pasiones, la renovación y la expansión en todos los planos, desde lo espiritual hasta lo físico».
¿Vida salvaje o vida civilizada?
Salvaje porque estar fuera de la alucinación cultural me encanta, me parece una experiencia mucho más pura.
¿Magia blanca o negra?
Magia, no la calificaría.
Y damos fe de que la entrevista y producción en general con Vorfas fue magia. Transitamos caminos inesperados y llegamos a rincones suyos increíbles. Conocimos su «lado b» y mucho más como que le encanta el género del surrealismo, que tiene playlists en Youtube, que quiere incursionar en la música y que ahora disfruta de la dirección de arte.
«Ahora genero la idea, lo otro ya lo hice mucho y fue un proceso de aprendizaje».
Nota: Romina Scatolón
Fotos: Agustina Agost
Dirección de arte: Paulina Gervasi
Video: Rocío Carloni