Los viajes se arman para andar, para recorrer y México siempre es una buena opción. Y sería un error relacionar a este país solo con la playa ya que también cuenta con ciudades imperdibles a las que se puede acceder fácilmente. En los alrededores del Distrito Federal por ejemplo, existen varias alternativas que si te animas a conocer, te pueden sorprender.
Partir y dejar el país de origen implica enfrentarse a nuevas experiencias. Transitar un viaje relajado para conocer locaciones mexicanas increíbles y durante ese transcurrir, disfrutar de charlas, algún trago virtuoso de noche, tomar buenas fotos y adquirir por un precio oportuno algún recuerdo, es lo que te proponemos.
Una mirada positiva sobre un cronograma folclórico.
Guanajuato o “lugar de las ranas”
El primer destino que te proponemos es Guanajuato, ciudad que se encuentra a 375 km. de D.F. hacia el norte. Una opción rápida y económica para llegar es -sin salir del aeropuerto Benito Juárez-, dirigirse a la terminal de micros. La travesía dura aproximadamente 5 horas, teniendo en cuenta que hay que realizar un trasbordo en la ciudad de Querétaro. Los micros están bien equipados, brindan servicio de snack y tienen WiFi.
Una vez que arribás a la terminal de destino tenés que tomar un taxi para llegar al corazón de la ciudad. Puede ser que a esta altura sientas cansancio y ansiedad por llegar pero a medida que te vas adentrando en la ciudad, el agotamiento se borra instantáneamente. Para llegar hay atravesar una red de caminos subterráneos, un laberinto del que sólo los foráneos pueden salir victoriosos. Al final del laberinto te espera una ciudad mantenida en el tiempo.
Situada en un amplio valle, rodeada por montañas, Guanajuato fue antigua ciudad hogar de la mina La Valenciana, siendo en el siglo XVII, el principal centro minero del mundo. En 1988 fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco y cada año es anfitriona del Festival Cervantino de las artes y cultura de México y América Latina.
Los choferes dejan generalmente a sus pasajeros al pie del Templo San Cayetano. Con solo levantar la mirada sabrás que no te equivocaste, que valió la pena llegar después de tanto andar… Pintoresca: fachadas coloridas, callejones angostos y en su gran mayoría empedrados, balcones decorados con macetas típicas mexicanas, marcan el inicio del itinerario sugerido.
Subidas y bajadas marcan la topografía del lugar siendo la mejor forma de explorar a pie –heavy smokers abstenerse-. De a poco se inicia el intercambio con las personas del lugar y en ese encuentro, uno se topa con hombres y mujeres serviciales, amables y sobre todo, seguidores y conocedores de su cultura y tradición. Por las calles traen y comparten sus leyendas locales, como su costumbre de recordar a los muertos. También, al atravesar los umbrales de diferentes negocios, historias divertidas ilustran la pasión y alegría por su pasado, generadores de una identidad única y trascendental. Entre tantas anécdotas podemos contar que Guanajuato es la ciudad natal de Diego Rivera – su casa actualmente es museo –. Dicen que cuando nació, su hermano gemelo estaba tan débil que la madre eligió amamantarlo sólo a él (al año lamentablemente falleció) y a Diego se lo dieron a una nodriza. Según relatan, el famoso pintor aseguraba que a partir de ese momento nació su amor por las mujeres ajenas.
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San Miguel de Allende: barroca, bohemia e ideal para foodies
Se encuentra a dos horas y media -en micro-, de la ciudad de Guanajuato, como volviéndose al Distrito Federal. Hay hoteles 5 estrellas hasta alojamientos típicos de construcción colonial mexicana a precios muy convenientes. San Miguel de Allende es una ciudad tranquila y segura, de caminos estrechos. Andar de noche puede resultar una aventura, donde, como navegantes perdidos que buscan un faro, uno se orienta hacia luces resplandecientes que se mezclan con las estrellas. Se llega al corazón de la ciudad en pocas cuadras, donde la plaza central marca ser el lugar de encuentro de los más jóvenes y enfrentada a ella, la Parroquia de San Miguel Arcángel. Según cuenta la leyenda, su arquitecto Zeferino Gutiérrez, utilizó una postal de la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona como musa inspiradora.
Sacar fotos de la Parroquia San Miguel de Arcángel iluminada es un must. El olfato resulta ser el sentido más adecuado mientras uno anda y poder identificar ‘el lugar’ para relajarse y disfrutar de la noche miguelense, no es tarea difícil. La oferta gastronómica de la ciudad es imperdible. Atravesar distintas puertas puede convertirse en una experiencia mágica: por fuera mantienen la tradición colonial y por dentro se vuelven totalmente cosmopolitas, con ofertas para la sensibilidad de cualquier paladar y bolsillo…
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De día el panorama cambia completamente, las calles se ven con movimiento y colores. Erigida como villa en 1592, aún se mantiene colonial, sin anuncios luminosos, sin semáforos y con negocios eclécticos ya que uno no sabe si entra a una galería de arte, a un bazar de souvenirs o a una tienda que se quedó en el tiempo. Las fachadas de las casas son similares, con ventanas que dan a vías empedradas y puertas de madera trabajadas a mano de orfebre. En su gran mayoría tienen las terrazas muy decoradas con macetones y como planta estrella, la “Santa Rita”. Y aún más, para los que les gusta la onda “bohemia”, San Miguel es lugar de artistas y escritores extranjeros que la buscan para inspirarse.
Taxco: la meca de la plata
Taxco se encuentra a 170 km. al sur de la ciudad de México. El camino es bastante sinuoso y si no estás acostumbrado el paseo puede dejarte un lindo mareo. Enclavada en una zona resguardada por cerros y montañas, Taxco es increíble y única. Llegar a la nochecita es una buena opción ya que se ve mucho movimiento alrededor de la plaza principal donde el ruido, la alegría, las celebraciones y los cantos dejan entrever por qué la llaman también “ciudad de la eterna primavera“. Son llamativos los taxis: todos escarabajos, uno tras otro en calles súper angostas de doble vía, un caos muy simpático. Salir a cenar aquí también es volver a experimentar con una amplia oferta donde recetas tradicionales y nuevas tendencias culinarias logran un blend perfecto.
Estar en Taxco es transportarse a una época diferente, de esplendor cultural, virreinal. Iglesias antiguas, casonas, calles inclinadas que desembocan en hermosas placitas, bancos donde descansar y en casi todos los rincones, tiendas donde se puede comprar joyería de plata producida en la región -el descubrimiento de una veta de plata en la época del virreinato detonó el desarrollo de esta ciudad en el siglo XVIII-. No hay forma de no tentarse. Aros, pulseras, cadenas, cruces, medallas, adornos exponen la tradición y habilidad de su pueblo para trabajar este hermoso metal. ¡Taxco es un paraíso para los que les gusta comprar alhajas!
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Finalmente el viaje termina y no nos queda otro camino que retornar a lo propio. Como viajeros intentamos interpretar y conocer lo ajeno y en ese cara a cara, logramos hacer una analogía entre dos países, dos culturas, dos historias…