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Mendocinos for Export: Sebastián Dris, diseñador de espacios gastronómicos y mucho más

Lleva años diseñando en Barcelona marcas y espacios que cuentan historias. Hizo escaparates para Nike, Lacoste y Volkswagen, además de plantillas para Canva durante la pandemia hasta que formó su propio estudio. Hoy, con un pie allá y otro acá, apuesta por aplicar su experiencia y visión en proyectos locales.

La pasión por el diseño apareció temprano en la vida de Sebastián Dris. Como su familia tenía una fuerte afinidad por los autos y una librería donde iba a dibujar de niño, llegó a creer que su futuro estaba en el diseño automotriz. “Me gustaba curiosear, dibujar cuando acompañaba a mi papá en su trabajo. En casa siempre se hablaba de autos, así que de niño empecé dibujándolos y pensaba que iba a ser diseñador de autos”, recuerda.  

Esa inclinación lo llevó a estudiar Diseño Industrial en la UNCuyo, sin saber que en el camino descubriría otro mundo que le apasionaría aún más. “Empecé la carrera porque la estudian quienes diseñan autos pero al poco tiempo se me abrió la cabeza y me dejó de interesar ese mundo y me acerqué al diseño de producto, al mobiliario, los espacios y los objetos que nos rodean en el día a día”, explica.  

«En Sando Café Sando, veremos un choque vibrante de colores y texturas inspirado en el material gráfico y fotográfico recopilado por Sol Mark, encargada del diseño del espacio».

A su formación universitaria la destaca como una base sólida de su carrera: “Nos hacían hincapié en el concepto antes que en la técnica, y eso es clave. Me dio herramientas que en otro momento de la profesión no practicás tanto”. 

Barcelona y el giro hacia la identidad visual

En plena cursado de la carrera, Seba y dos amigas decidieron buscar una pasantía de verano en el exterior y así llegó su primera experiencia laboral. Entraron a un estudio de diseño de mobiliario de oficina en Barcelona. Ese viaje fue el punto de inflexión: “Ahí encontré un montón de inspiración y amor por la ciudad. Mi idea era  terminar de estudiar y volverme a Barcelona porque también había más salida laboral”, cuenta.  

Y así fue pero llevaba un nuevo plan en mente, realizar un máster en Diseño Gráfico orientado al diseño de productos para así combinar conocimientos y aplicarlos en conjunto; lo hizo en una empresa donde puede conjugar identidades visuales, diseño de espacios y creación de marcas para restaurantes, bares y hoteles. 

 

Desde el 2016, el mendocino reside en Barcelona y ha trabajado en diferentes agencias diseñando restaurantes, escaparates, activaciones de marca y tiendas pop-ups para marcas internacionales . “Pasé por varios trabajos hasta que decidí ser freelance y concretar trabajos hacia afuera, desde plantillas para Canva hasta la gráfica de una exposición de arte en Suiza y varias otras cosas ”.

Justo allí llegó la pandemia y su vida volvió a tomar un giro tanto en lo laboral como en lo personal. Sebastián comenzó una nueva etapa y decidió dejar de lado su apellido paterno para crear su marca personal con el materno, “me resonaba llamarme Sebastián Dris y no Sebastián Lara”. 

¿Estos cambios en lo profesional trajeron aparejados cambios personales?

Sí, fue como un hito. En pandemia tuve el tiempo de replantearme la vida, de cómo seguiría hacia adelante. Me propuse hacer las cosas que quisiera y también hacer valer mi tiempo.

Y a raíz de esto ¿reafirmaste tu estilo o encontraste uno nuevo?

Lo sigo reafirmando porque estoy en constante búsqueda pero creo que lo tengo más marcado de lo que pienso en realidad. Tengo conectores que identifico como míos, con los que me siento cómodo, como hacer algo manual o más analógico.

Seba se confiesa un artesano en la creación de diseños para que sus proyectos tengan ese plus de lo “hecho a mano”; no necesariamente es algo ilustrado sino la manera de manejar los recursos para la obtención de lo deseado: “Trabajé con piedra travertino para experimentar en la creación de una etiqueta de vino, me puse a picarla y así compuse la ilustración que iba a llevar, por ejemplo”.

El salto a su propio estudio  

En ese tiempo donde el mundo entero se pausó, Seba retomó el contacto con su colega y amigo Abián Martín, quien inmediatamente se convirtió en su socio y crearon Frutero Studio. Ambos prefieren equipos pequeños de trabajo, “él es más de la estrategia, desarrolla la marca desde las palabras y la historia, mientras que yo estoy más en la dirección artística, en traducir esa estrategia a lo visual”, precisa. 

Comparte que siempre buscan contar historias de emprendimientos de una forma más humana y emocionante y, también, en que las ideas se materialicen, “que la idea/marca termine en un espacio o en algo físico, algo palpable”.

En esta transformación de la estrategia a un diseño, ¿dónde sos más detallista? 

Siempre busco un disparador cuando ya tenemos la estrategia clara. Me gusta meterme a fondo en la historia del cliente y encontrar algo que quizás es random pero que termina dándole identidad a la marca. Me encanta cuando algo no es tan evidente pero está completamente conectado con la historia y el concepto.  

Mendoza como su nuevo escenario laboral

A fines del 2024, Sebastián sintió que era el momento de volver a su provincia natal por una temporada un poco más larga de las que solía tener. “Se alinearon las cosas para poder volver de a ratos, estar los meses necesarios acá y también allá, quiero empezar a generar más proyectos en Mendoza”, confía.  

El contexto lo favorece: “Veo que actualmente hay una valoración mucho mayor de los emprendedores hacia la inversión en la identidad de marca, en encontrar su historia y volcarla en su local, sobre todo en lo gastronómico. Tenía la iniciativa de aplicar y traer lo que he aprendido y las influencias que tengo para así aportar a una visión más fresca y diferente”. De hecho, con su estudio, trabajó en la creación de Cora y de MTA Café, donde se encargó del branding, el naming y toda la identidad visual. 

Antes de volverse a Europa, Seba dejará listo un nuevo proyecto mendocino del cual solo adelantó que pertenece al ámbito del entretenimiento; “me encanta que estén saliendo acá proyectos con conceptos y cariño”, dice con entusiasmo.  

El equilibrio entre la inspiración y la rutina

Con una agenda cargada de proyectos, el mendocino ha aprendido la importancia de encontrar espacios de desconexión para alimentar la creatividad. “En lo que más creo es en estos respiros para salir de la cotidianidad, un cambio de aire. Salgo a andar en moto, en bici, dejo de pensar un rato y veo otras cosas”, cuenta.  

¿Cómo manejás la presión creativa? 

Algo que me ayuda es volver a la tablet y ponerme a dibujar cosas más pequeñas, menos ambiciosas, inmediatas. Me lo recomendó Abián y es como una ducha de agua fría para salir de la ofuscación. Si hay mucha intensidad puesta en un proyecto, eso mismo te termina alejando, así que es mejor tener respiros pequeños y constantes para disfrutar todo. 

Entre sus hobbies están el snowboard, el surf y las escapadas con amigos a lugares donde pueda hacer deporte y que la naturaleza esté presente sí o sí. “Hay un equilibrio entre lo que hago en grupo y en solitario. En Barcelona me armé una familia de expatriados y locales, pero los amigos de siempre también me hacen volver a Mendoza”, comenta quien también disfruta de la soledad: “A veces para no complicarme, hago escapadas solo en la moto de ruta, salgo a comer y así”.  

Presente y futuro: entre dos mundos

Hoy, su plan es seguir combinando sus dos hogares: Barcelona y Mendoza. “La idea es mantener las dos sedes, seguir viviendo allá, pero también estar cada vez más presente acá”, dice. Mientras tanto, continúa explorando nuevos proyectos y dejando su huella en la identidad visual de marcas que buscan contar una historia a través de los espacios.

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