“Extraño suceso en 9 de Julio y Sarmiento”
Casi en la esquina de de 9 de Julio y Peatonal Sarmiento de la provincia de Mendoza nos cayó del cielo una nota. “¿Conocen a Marín Linares?” Nos dijo una conocida hace poco más de un mes.
Lo conocemos ahora, después de intercambiar palabras con él, tímidas al principio aunque de aspecto seguro…Es que se estaba calentando el aceite…y en un momento determinado las palabras, cual lluvia de pisingallo sobre él, empezaron a explotar y a hacer “alboroto”, “pochoclo”, “palomitas”, “pororó”, y un poco de “pop corn”.
“No digas tanto que tu obra es pop”, nos atrevimos a decirle después de haber escuchado todo lo que nos contaba acerca de sus intereses; lo que sin duda fortalecía el sentido de sus obras mucho más que lo que podía hacerlo una referencia puntual a conceptos propios del arte.
Él soltaba con pasión unos cuantos nombres relacionados al mundo de la música, puntualmente al “Krautrock”, y unos cuantos “conceptos” acerca de su visión del mundo como economista que es; y nosotros podíamos ir viendo cómo su obra nos pasaba sin tropiezos por la memoria. Nos empezó “a cerrar” el color, lo títulos, las técnicas, los procesos creativos y de producción que despliega; y agregamos, sin dudas, que sus referentes e influencias son más que interesantes.
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“La mordida del tigre”
La mordida del tigre es el nombre que lleva el grupo musical en el que Martín “mastica experimentos” junto a Maxi Bustamante (publicista), Iván Dávila (músico), Ary Kutlik (diseñador industrial y multimedia) y Seba Ganem (de Wachalab Records).
Todos ellos -y alguno más, como Nacho Bru (de Cheka Productora), Tomás Fadel (de Fadel & Fadel Editorial), Seba Valdivia (grafitero), Cristian Ramos (rapero de MC), Carlos Nahim (director de fotografía) y Peque Mohando (novia y diseñadora)- son imprescindibles “caníbales” de la obra de Martín. Éste grupo de críticos avanzarán con “hambre” sobre las obras para darles una “mordida de tigre” difícil de cicatrizar.
“In front of us is a wide valley
The sun is shining with glittering rays”
Martín es un joven nacido en el valle de Tunuyán acostumbrado a las caricias agresivas de su sol. Quizás es por eso que fue capaz de absorber las ondas de aquella radioactividad foránea del Krautrock, para emitir luego, en otro tiempo y otro espacio, su propia “fluorescencia pictórica”.
El Krautrock es, en el universo del rock, la experimentación en su máxima expresión, por lo que escapa a etiquetas, categorizaciones y géneros. Pero, no por eso, es imposible de definir su “no definición”. Para ello recurrimos a Fedefer de la Revista Spazz (revistaspazz.com), quien indirectamente nos da una buena explicación que parafraseamos:
“…la sola evocación del término [Krautrock] conjura imágenes sonoras de experimentación radical, trances semidivinos y demenciales mausoleos de música entremezclándose en un caos mítico que no presume de asidero alguno a lo verbal”. Pero que si consideramos explicarlo no quedará de otra que ponerle palabras:
El Krautrock [movimiento progresivo alemán que se inicia a mediados de los 60´s] más que un género musical plenamente identificable, expresa una mentalidad en movimiento; un colectivo de artistas, activistas políticos y músicos que escribieron en Alemania una de las páginas más radicales, trascendentes y olvidadas de la historia del rock.
El ensayo, el descubrimiento, el juego y la improvisación grupal serán características de esta filosofía musical de avanzada que tendrá como valor estético el desinterés por la melodía, la exploración de sonidos electrónicos y loops de cintas, el coqueteo con trances monótonos y minimalistas y un estudio minucioso de las texturas sonoras.
Sus temas son un continuum que fluye libremente. Pueden durar veinticinco minutos o diez segundos; pueden ser totalmente instrumentales o incluir performances vocales cantadas en varios idiomas o simplemente balbuceadas; pueden contar con ritmos frenéticos y explosiones atonales o ser sumamente relajadas y hasta desplegar una profunda belleza melódica. Hay en ellos una sensación muy marcada de que las estructuras compositivas tradicionales [intros, versos, estribillos] han sido demolidas y por eso se hace imprescindible para el oyente dejar de esperarlas (o aprender a desaprenderlas) si pretende disfrutar del Krautrock.
Al contactar con esta música estamos, lisa y llanamente, ante uno de los más amplios fenómenos de convergencia entre la música culta y la música popular (los “krautrockeros” eran jóvenes treintañeros, músicos expertos discípulos de Karlheinz Stockhausen y estudiosos de Pierre Boulez, Karel Goeyvaerts y John Cage fuertemente comprometidos con políticas izquierdistas y estéticas de vanguardia […] Un encuentro entre la cultura juvenil del rock con la academia; pues sus fuentes son extraordinariamente ecuménicas: rock, blues, jazz, folk europeo, música del medio oriente, música concreta, experimentos de la música electrónica de vanguardia, jingles televisivos, etc
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Martín, desde su actividad artística, casi sin proponérselo pero sí, “toma registros” del sincretismo del Krautrock, y tal como lo han hecho las bandas originales (Faust, Kraftwerk o Neu!), como las actuales [en Argentina: El mató a un policía motorizado o Go Neko) hace propia la “actitud estética” de este movimiento, “relacionada con explorar incansablemente con texturas sonoras, liberarse de las formas tradicionales de la canción, dejar parte del efecto final librado a lo fortuito de la improvisación, aprovechar el potencial seductor / atmosférico de un patrón rítmico o un mismo acorde sostenidos en el tiempo, no poner demasiada ampulosidad o moralidad en las letras, jugar con la voz como un instrumento más, etc. En suma: experimentar.”
Aprender pintura de maestros de Mendoza arraigados en géneros y técnicas tradicionales; explorar la reacción de materiales sobre materiales; emular el juego de capa sobre capa del Photoshop para devenirlo en técnica “analógica”; o sincretizar temáticas, serán entro otras, algunas de experimentaciones que esconden las pinturas de Martín.
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The man machine
El economista que es también Martín atraviesa al artista y habla en su obra para expresarnos su visión del mundo en relación al “progreso” industrial, tecnológico y comercial. Pensará que la economía, como concepto y filosofía, es algo que ha sido creado por y para el bien del hombre, pero que como sistema se ha vuelto perverso, y cada vez más las personas deseamos no ser un engranaje del mismo, por eso es que, al corrernos, este sistema comienza a presentar fallas y no “funciona”.
No es la “máquina” el problema, sino el hombre que la manipula. Este pensamiento expresa, al igual que la obra de Martín, la simplicidad de lo complejo y lo ambiguo.
“¿Somos conscientes de lo que somos capaces o solo de lo que nos imaginamos haciendo?”… “ser inocente no es suficiente”
Estas dos frases son las que impulsaron el inicio de la producción artística de Martín; y nosotros las repetimos para dar fin a esta nota, que les deja las puertas abiertas para seguir descubriendo a alguien que un día se puso como desafío enfrentar el mundo de la pintura (pues la pensaba como una limitación personal). Hasta que, ya habiendo atravesado experiencias y experimentaciones, supo aceptar su capacidad, capacidad que decidió tomar como una obligación y no como una oportunidad.