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Marta Argerich: “Mi sueño es vivir del barro”

Un universo hecho de barro, formas y colores brillantes se abrió ante mí cuando entré a la casa taller de la escultora.

Una joven fresca y simpática con un look de estrella popera me recibió en su casa taller, su presencia es alegre y su espacio -El Taller de Marta- tiene todo lo que ella irradia: colores muy brillantes y formas llamativas en cada rincón, un ambiente que es su casa y también su taller, repleto de energías poderosas.

Miré alrededor y descubrí mil objetos, esculturas de demonios y de corazones, vasijas de tipo “precolombinas” de arcilla colorada y formas redondeadas de colores saturados: “No uso pigmentos de cerámica porque no tienen el brillo que mi obra necesita, utilizo acrílico y barniz”, comenta la artista Marta Argerich. Ella sabe exactamente quién es y hacia dónde va aunque la primera pregunta que le hice la dejó pensando…

¿Quién es Marta? Titubeó, esbozó algunas características de su obra y su persona entre risas tímidas, le dije que tranquila que se lo volvería a preguntar al final. Y así comenzó nuestra conversación en donde descubrimos su universo multicolor.

Una breve historia entre barro y pinturas

Su nombre es Martina, aunque desde hace algún tiempo eligió para bautizar a su artista el nombre Marta. Con tan solo 26 años fue seleccionada para participar del encuentro latinoamericano de ceramistas “Barro Calchaquí 2024” que se realizó en la provincia de Salta hace algunos días, en donde sólo 30 ceramistas, 15 argentinos y 15 extranjeros, estuvieron al frente del evento modelando en vivo.

Quise conocerla, de dónde salió Marta, a lo que comentó: “Mis viejos no son artistas pero en cierto punto sí porque hacen de todo: han restaurado muebles, mi papá ha tenido varios proyectos, entre ellos una fábrica de aceite de oliva y ahora una de destilados. Mi mamá junto a mi abuela son costureras, lo manual y lo creativo lo vi desde chiquita”. 

Su primer contacto con el arte fue a través del taller de pintura de Renata Würschmidt, allí la paleta de colores de su maestra la cautivó y fue ella quien la impulsó a decidir el camino del arte para su formación profesional ingresando así en la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo.

 

“Cuando entré a la facu descubrí todo”, dijo la joven artista con entusiasmo al recordar aquellos tiempos. Marta sabía pintar pero nunca le habían enseñado a dibujar, ni las técnicas como grabado o escultura. Finalmente cuando supo que con esta última sus ideas podían llevarse a la realidad no dudó un segundo en especializarse en aquella técnica. 

 

Mientras la escultora me contaba su bagaje era imposible posar la mirada solo en ella: paredes pintadas con líneas que recorren el espacio, incontables objetos en repisas, sobre la estufa hogar, sobre libros. Esculturas arriba de otras esculturas, rollos de lienzos en un rincón que contienen pinturas de años atrás, atriles con pinturas que con sus formas y colores atrapan. Marta inspira.

Escultora y ceramista: el barro como hilo conductor

Marta hoy también se amiga con el título de ceramista, en un primer momento le costó ya que no se considera constructora de objetos utilitarios sino de objetos de diseño o de arte. En el “Taller de Marta” enseña a sus alumnos cerámica utilitaria, decorativa y esculturas, este es su segundo espacio, el primero -Casa Caolín- abrió sus puertas hace algunos años en su ciudad natal de San Martín junto a dos socias, actualmente en funcionamiento. 

El barro le permitió a Marta Argerich llevar todas sus ideas, formas y colores a ocupar un espacio en el mundo real. “Los demonios de mil colores brillantes y los corazones lagrimeando representan mis emociones, es una forma de sacarlos de dentro mío” 

Esta simbología no le es ajena, más allá de que sus emociones encuentran formas en estos elementos, Marta expresa: “La imagen del demonio la he visto mucho en el norte, mi papá vive en Salta, he vivido desde chica el carnaval y toda la cultura”.

En los trabajos de la artista prevalece una idea estética y un fluir al que se entrega por completo. Jugar con el barro y las posibilidades que este noble material le aporta a sus ideas es lo más interesante, moldea al ritmo de sus emociones, intuitivamente, y luego de un tiempo quizás le encuentra sentido a todo aquello. 

Las sillas fueron un tema recurrente en su obra: “Me pasé dos años construyendo sillas en lienzo, papel y barro, en terapia, con los años, descubrí que son la representación de mi padre, él toda la vida vendió sillas y yo nunca lo había relacionado a él, era obvio”.

Algunas preguntas para Marta
¿Artistas referentes?

Marta Minujin, me encanta cómo usa el color y la forma, cómo transforma objetos que ya existen en obras propias. Por otro lado el arte precolombino como corriente artística me llama mucho la atención, de hecho mi obra en este momento se ha encaminado hacia esa estética, me parece muy interesante la utilización del barro y cómo con poquísimos recursos generaron formas muy hermosas. 

¿Te nutrís de otras artes? 

Sí, me gusta mucho la música, estoy todo el día escuchándola. Cuando estoy en mis procesos creativos y de producción escucho instrumental, jazz. También escucho a artistas locales, me gusta sumergirme en la escena local, saber qué está pasando culturalmente en Mendoza. Tengo muchos amigos músicos y me parece muy importante apoyar emprendimientos artísticos.

¿Hay algo más que el barro?

Sí claro, la pintura, la ilustración, me gusta acompañar mi obra además con otros recursos visuales como stickers y láminas. Cuando voy creando me gusta pensar que una obra hecha en barro tenga un soporte en papel. Me parece interesante que mis ideas se expandan todo lo que puedan. 

¿Cómo ves la escena cultural de la provincia? 

Creo que la escena artística de Mendoza es rica en cuanto a variedad de propuestas y artistas, sin embargo creo que los espacios son escasos y por lo general utilizados por artistas únicamente de alto renombre y larga trayectoria.

Volví a consultarle a Marta ¿quién es? Y esta vez sonrió tímidamente y expresó: “Soy una artista que va plasmando sus sueños y sentimientos en sus obras, de a poquito”.

Mi Uber llegó y prometí volver a su taller, me sonrió encantada. Marti aún no dimensiona su enorme potencial, sus formas contundentes y sus colores estridentes cargados de singularidad que sin dudas pronto darán que hablar. 

Para ver sus trabajos y saber más sobre sus talleres podés hacerlo ingresando a su Instagram

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