En el fascinante universo de María José Gómez, cada dibujo es una ventana a su vida, a sus reflexiones y a la cotidianidad que la rodea.
Su infancia transcurrió entre acuarelas, lápices, papeles, rollos de fotografía y todo tipo de objetos que su abuela paterna le proveía; un espacio lúdico que ella reconoce como la chispa que encendió su creatividad.
“Eran días y noches completas de creación infinita. Con ella jugábamos al museo, colgábamos todas nuestras “obras” en las paredes y ella las compraba con billetes de papel que también habíamos dibujado nosotras”, relata María José sobre las jornadas que disfrutaba junto a sus hermanas.
Años después estudió la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad Nacional de Cuyo y luego se mudó a Barcelona. Allí se encontró -entre muchas otras cosas- con un trabajo mecánico, lo que terminó desencadenando una necesidad de expresión que explotó en un gran volumen de sketchbooks y diarios visuales.
Parques, plazas y puntos verdes se convirtieron en su refugio y en su materia prima de inspiración. “Acudía a esos lugares para conectarme con algo más que la vida de la oficina, el ordenador, los bares. En 2018 surgió el primer diario salvavidas” relata la joven y agrega “me dije ‘o mostrás lo que hacés o nunca vas a salir de esta vida robot”.
Al principio en sus dibujos primaban los colores pasteles. No fue hasta más tarde, cuando una amiga le regaló unos fibrones neón, que comenzó a desarrollar su estilo tan característico. “Un día fui a un parque y salió un dibujo que para mí fue una revelación. Salió solo y supe usar los colores”.
Ilustraciones con identidad propia
Lo primero que notamos al ver los dibujos de María José es una explosión de color. Tonos fluorescentes le dan vida a paisajes y personas en situaciones de los más variadas, pero siempre cotidianas. “La naturaleza es el lugar donde salen estos dibujos, aunque normalmente es una naturaleza urbana, habitada por personas”.
Y es que su principal herramienta para obtener inspiración es la observación. “Las personas me inspiran, sus cuerpos y posturas. También me inspiran las luces, las sombras del sol, las plantas, el agua de las fuentes, lagos o el mar, los veleros que flotan sobre ella…”
En su obra, la información del exterior es filtrada y transformada por sus ojos, cerebro, mano y emociones. Cuando se coloca en el rol de ilustradora, este proceso es más consciente y ordenado. Juega con colores, sombras, luces y la ausencia de líneas para capturar escenas y contar historias que reflejan su entorno y su visión única del mundo.
Su uso distintivo de colores fluorescentes, sombras y luces intensas, la ausencia de líneas, la textura y la falta de límites, son puntos claves en su estilo que reflejan su propia explosión interna .
“Si me pongo a pensar, hay algunos movimientos artísticos de vanguardia que creo son muy influyentes, como el fauvismo o los impresionistas, pero definitivamente no fue una búsqueda consciente, sino algo que identifiqué después”.
Para María José, la creación artística requiere condiciones específicas. Necesita sentirse cómoda. Su ritual incluye armar su mochila con libreta y una selección de rotuladores y fibras. Este momento es un fin en sí mismo, una desconexión de la rutina diaria que le da sentido al día y a la vida. Dibuja en un contexto relajado, inmersa en conversaciones, disfrutando de café o mate, deteniéndose y retomando para acentuar detalles, colores, sombras y agregar capas de texturas. “Es una manera de estar presente, pero registrando desde otro lugar”.
Cuadernos, diarios y pequeños formatos
La obra de María José se desarrolla principalmente en libretas. Aunque no suelen contener palabras, narran el tiempo y el espacio que habita. Estas bitácoras son testigos de sus procesos creativos y del día a día, siendo un medio para capturar y preservar la evolución y detalles de su práctica artística y de sus vivencias personales.
La artista establece una relación amorosa con sus cuadernos. Considera estas obras como bienes no fungibles, únicas y partes externalizadas de sí misma que perduran a lo largo del tiempo. Cada página es una versión de ella que ya no existe, pero que siempre estará presente.
Más allá de las libretas
A lo largo del tiempo la artista ha desarrollado diferentes proyectos e incursionado en diversas técnicas. En su portfolio podemos descubrir desde ilustraciones para tapas de libros, hasta una compleja experiencia inmersiva. Otra arista de su trabajo es el dibujo digital, el cual considera como otra forma de identidad.
Recientemente fue convocada por Cosset Galería para participar de un proyecto colectivo dedicado a productos inspirados en Mendoza. En este caso el lugar homenajeado por la artista fue El Rosedal del Parque Gral. San Martín. “Lo elegí porque me encanta y me parece un lugar icónico. Es un lugar especial para mí y para todos los mendocinos”, explica María José. La ilustración se puede adquirir en diferentes formatos.
A través de sus obras, María José Gómez nos invita a explorar su vida y su manera única de percibir el mundo. Cada trazo es un testimonio visual de su conexión con la naturaleza y de su capacidad para transformar lo ordinario en algo extraordinario.
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