Manuel Caponi el joven mendocino sorprende a la provincia con su actuación en la película «Argentina, 1985» junto a un gran elenco encabezado por Ricardo Darín y Peter Lanzani. El film retoma el juicio histórico a las juntas militares y está dirigido por Santiago Mitre, un gran exponente de nuestro país, luciéndose especialmente en el abordaje de tópicos políticos en el cine. Es la primera producción argentina original de la plataforma Amazon Prime, además compite este año por el León de Oro en el Festival de Venecia.
Manuel aterriza en el mundo de la actuación hace nueve años, desempeñando papeles en obras de teatro, cortometrajes y largometrajes. En los atisbos de su juventud no estuvo profundamente vinculado con la actuación, pero la influencia de su familia sumergida en el mundo artístico contribuyó al maridaje de emociones que Manuel arraigó en las aguas de la dramaturgia. Decidido se fue muy chico a probar suerte a Buenos Aires luego de un arduo camino de constancia y pasión. Manuel resalta una frase del General San Martín que lo acompaña mucho en su recorrido: «Serás lo que tengas que ser o no serás nada».
¿Tenías claro que querías ser actor?
Para nada, yo estaba en Mendoza bastante perdido pensando estudiar abogacía, medicina, odontología o profesorado de educación física.
Manuel se fue prácticamente a la deriva a la ciudad de la furia donde se dedicó durante un año al teatro. Nos comenta que el día de la muestra de fin de año montaban una pequeña obra y pudo reconocer en su cuerpo al salir a escena lo que le sucedía con la actuación. «Me pasó algo en el cuerpo que no había sentido nunca. A partir de ese momento empecé a vivir, como que había entendido algo. Quise hacer eso el resto de mi vida».
Las vueltas de la vida del mundo artístico lo hamacaron en un escenario de incertidumbre sobre su destino, hasta que un llamado del azar lo depositó con una precisión magistral nuevamente en el rubro correcto. Continuó en Buenos Aires y ahora nos deleita en un film con un elenco de lo más completo y exquisito.
«Tenía mi casa en Buenos Aires obviamente, pero estaba viendo de volverme a Mendoza, ya llevaba un mes y medio acá. Hasta que llegó el llamando para hacer Argentina, 1985. Me dijeron que no me afeitara más, que me dejara crecer el pelo, y me indicaron a dónde tenía que ir para las pruebas de vestuario. Estaba con mi viejo por tomarme un micro y el teléfono sonó».
¿Ahí empezó todo?
Ahí empezó todo. Arranqué a escuchar todos los podcasts de historia y a leer todo lo que podía, al ser una película de historia quería adentrarme completamente.
¿Te imaginaste que ibas a quedar en el casting?
Ni lo había pensado. Haces tantos castings. Haces setecientos y setecientos de esos no te dicen nada. Yo sabía que había dado un buen casting, también me lo hicieron a saber, pero nunca me lo imaginé.
Recordemos que además de ser una película de tinte político, tiene una gran producción y un singular elenco que se desenvuelve detrás de la magia de los lentes. El actor nos cuenta que la película consta de gran presupuesto y es la más cara del cine argentino.
El film estará presente en septiembre en los festivales de cine de Venecia y San Sebastián. «Todavía tengo que encontrar un esmoquin», nos comenta el joven entre risas para volar a esos deliciosos eventos del universo del séptimo arte.
Como si fuera poco la vida le regala la posibilidad de trabajar con uno de los directores que más lo movilizan. «Mitre es uno de mis directores preferidos. Es el mejor director de cine político del país. Si bien todo lo que hacemos es político y siempre el cine es político, él hace foco en la política en sí».
¿Cómo estás transitando esto emocionalmente?
Mirá yo flasheaba que me iban a sacar de la película. Hasta que no metí la primera escena grupal en que salíamos todos pensé que en cualquier momento me sacaban. Pero bueno, es el miedo de estar en algo tan gigantesco, es una producción enorme.
¿Estas contento con el resultado?
Creo que no se puede estar de otra forma.
¿Tenés un interés sobre el tema que aborda la película?
Si re contra. Yo creo que no se puede hacer una película de este tipo si no tenés una inclinación política. Se toca un tema muy fuerte. Si bien está en línea con todo lo que pienso, me da un poco de miedo lo que pueda llegar a pensar un grupo de gente.
¿Qué se siente ser un actor de Mendoza?
No puedo decirte mucho de la provincia porque desde el inicio de mi carrera estuve en Buenos Aires y nunca actué en Mendoza. He visto muchos actores mendocinos actuar acá y son increíbles porque jamás vi una obra allá tampoco. Es una provincia muy consolidada en ese mundo. Ser artista es casi una locura, es un acto de rebeldía absoluto y más siendo mendocino que tiende a ser más conservador en algunos sentidos. Cuando vengo acá inevitablemente siento un choque cultural grande. Igualmente amo Mendoza y creo que está en evolución constante.
¿Cuáles son tus directores preferidos?
Bueno uno de ellos es mendocino, el gran Leonardo Favio, también Federico Fellini, Wong Kar Wair, Jim Jarmusch, los hermanos Coen, una directora argentina contemporánea que es Paula Hernández, además de Lucrecia Martel o Albertina Carri que tiene un cine espectacular y muy crudo.
¿Tenés alguna película que te haya marcado?
Sí, en realidad es una película que también tiene un libro y siento que ambos me representan. La película se llama Fitzcarraldo (de Werner Herzog). El director quería subir un barco por el Amazonas como hecho artístico. Él mismo empieza a financiar la película porque era una locura, nadie se la quería producir. Cuando la vi me pareció súper hermosa y bella porque no tiene sentido alguno. Se empeña en llevar una sinfónica al medio del Amazonas y para hacerlo tenía que cruzar un barco por el medio de la montaña.
¿Te generó algo profundo la temática de ese film entonces?
El hecho de querer hacer algo que lo sientas tan profundo y vaya más allá de lo posible, me gustó y me marcó mucho. El diario de filmación de la película fue lo que me cautivó, se llama La conquista de lo inútil, y siento que es un poco mi filosofía de vida, porque hacer arte cuando hay hambre, enfermedades o un montón de cosas, se transforma en algo vano, en algo que no tiene sentido que es casi inútil. Si bien confío en el arte como algo necesario para vivir y como una necesidad no solo de expresar sino de consumir, siento esa conquista como algo inútil, pero necesaria, no podríamos vivir sin eso. Es un dualismo muy grande.
¿Qué es actuar para vos?
Es muy loco porque para míi es soltar, soltar pretensiones, soltar lo que habías armado en tu cabeza y dejar que suceda.
¿Qué me decís de la preparación previa? Se me viene a la mente la imagen de Nicholson en la escena de El resplandor preparándose para la escena del hacha.
Bueno, ahí literalmente a Jack Nicholson lo está poseyendo un espíritu, se está auto poseyendo él mismo para entrar en escena como un loco. Tenés que convocar a esa energía. Evocar cada energía es un proceso distinto. Cada actor lo hace a su manera. Yo me lo tomo como un proceso más espiritual. Tengo unas piedritas energéticas en el bolsillo, libero mis preocupaciones del día, hago unas respiraciones, muevo el cuerpo despertando cada una de mis articulaciones, trato de ser consciente de lo que sucede a nivel físico en mi musculatura, me relajo, pido que me acompañen en la escena y me mando hacerla, escuchando. Escucho. Trato de afinar el oído con la emoción. Es un poco el trabajo del actor, para mí la escucha es estar presente y dejarte atravesar por todo lo que suceda.
Para cerrar, ¿qué es lo que te produce el cine?
Es lo que me produce la literatura y ver obras de teatro, ponerme en el lugar de la otra persona y vivir situaciones que no he experimentado. Te hace conectar. Como si te convirtieras en eso que estás viendo y eso mismo te da experiencia. La capacidad de empatizar, te hace entender que existen otros mundos.
Nota: Cata Giachino