Carolina Saguan es una apasionada del diseño y de crear un concepto sobre cada vino. Su objetivo en cada trabajo es contarle al consumidor la historia que hay detrás de ese producto que escoge para degustar y compartir. Se dedica principalmente al diseño de etiquetas de vino, aunque desde hace un tiempo abrió sus horizontes para entrar al mundo de los destilados. Es Licenciada en Diseño Gráfico y su trabajo ha sido distinguido con premios internacionales.
Todo lo que sucede a su alrededor la inspira y siempre está en la búsqueda de más disparadores de ideas que hagan de sus etiquetas un mensaje «redondo y coherente» y también una pieza «instagrameable». Sí, las tendencias estéticas y la tecnología también han alcanzado al mundo vitivinícola.
A los 20 y pocos años conoció esta industria, trabajando para Finca La Celia y luego para Telteca Winery. Era algo totalmente desconocido para ella porque su experiencia laboral había sido en agencias de publicidad y diseño. En las bodegas se encargó del marketing y comunicación y cada vez que podía, adaptaba etiquetas de sus colegas.
Y así, de a poco, fue dando rienda suelta a su propia creatividad. «Soy esponja de aprender de todo, yo no tenía idea de lo que era un corcho. Pero mi amor es el diseño y en un momento me lancé, renuncié, salí de mi zona de confort y arranqué desde cero», cuenta quien ahora realiza un trabajo unipersonal en el Branding y Packaging del Vino. A la vez que cría y disfruta de sus dos hijos (de 7 y de 3 años), sus cables a tierra.
«Jugando con ellos logro un equilibrio sano en mi vida, me mantienen joven de mente porque si no me aggiorno, los diseñadores tenemos fecha de vencimiento», dice.
¿Qué te atrapó del mundo vitivinícola?
Creo que es infinito, ¿no?. Es apasionante. Se cree que solo vendemos vino y es más que eso, se venden experiencias, momentos… El vino tiene una historia, un trabajo por detrás que le imprime una magia. Por eso yo creo que más que diseñadora soy contadora de historias, interpreto historias que me cuentan y las transmito en mis etiquetas sumamente conceptuales, coherentes.
La primera que diseñó y salió al mercado fue hace 11 años «Demente», el vino del enólogo Matías Michelini. «En ese momento fue amada y odiada, revolucionó el mercado y me empezaron a encapsular en etiquetas transgresoras y yo traté de salir y demostrar que hacía etiquetas con concepto, memorables, con impacto». Su estilo está a la vista en su propia web www.carolinasaguan.com.
Y para ello, la también docente universitaria, recurre a ilustradores y artistas plásticos (como Martín Rodríguez Ríos) para que le impriman un toque distintivo a su creación: «Entendí que no todo lo tenía que hacer yo, me vinculé con artistas y eso suma mucho, ellos expresan la idea que yo no puedo bajar al papel, enriquecen mucho el trabajo».
¿Influye en la elección de un vino una etiqueta «distinta»?
Creo que es el primer aproach a un vino. Yo paso horas en las góndolas viendo etiquetas y cuando viajaba me traía botellas vacías dentro de la valija (ríe).
Carolina es una fiel tomadora del vino blanco, le encanta, aunque también confiesa que elige tintos y rosados para momentos determinados. Distintos colores que nos llevan a pensar si influyen o no a la hora de crear su etiqueta. Y la respuesta que nos dio es un rotundo «sí» como también asegura que las tonalidades de los vidrios de las botellas se tienen muy en cuenta.
«Los más vistosos ahora son los rosados que dejaron de ser rojos furiosos y pasaron a ser rosa piel de cebolla. Es mi categoría preferida de diseño porque tiene distinta botella y cápsula. El gran desafío es que no se vea femenino porque sino deja al margen a un público masculino que es tomador de rosados».
¿Y en este mundo cada vez más tecnológico, has tenido algún otro desafío?
En varios proyectos me piden como un must que las etiquetas sean instagrameables. Una premisa es que la etiqueta tenga un nivel de estética que vos digas ‘le saco una foto no por lo que estoy tomando, sino por lo que veo’. Tuve que aprender de nuevo, es inevitable ir adaptándote a las tendencias. Y lo que quiero aplicar son las etiquetas de realidad aumentada para que las personas completen la historia con una App en su teléfono.
Gracias a su deseo de aprendizaje permanente, Caro se está inclinando hacia las bebidas espirituosas: «Los destilados son re interesantes, son otros códigos, otros lenguajes… Estoy investigando mucho y la delicadeza de tipografías me encanta porque son equilibradas y armoniosas. Esto en el mudo del vino no sucede, y siento que puedo tomarlo para darle al vino un toque de distinción». Ahora está en plena creación de etiquetas para coñac y un canadian whisky.
Etiquetas transgresoras
Carolina Saguan revela que la quisieron encasillar como diseñadora de etiquetas transgresoras, entonces, ¿quién mejor que ella para consultarle sobre la etiqueta del espumante de Dante Robino que ha dado mucho que hablar en los últimos días? Esa que dice: «2020 LPQTP (Lindo Período Qué Tiempos Pletóricos)».
«Aplaudí lo que hicieron y hubo muchos resentidos por la situación. Y la verdad es que el lanzamiento fue en el momento justo y en el lugar indicado. Más allá de que te guste o no, hay que entender que todo es subjetivo y valorar la intención final, que fue que la gente hablara del producto y que nos enteráramos que Quilmes compró a Dante Robino. Será memorable y lo van a vender. Yo lo voy a buscar para hacer un regalito, para decir que fue un año para el traste pero que brindemos igual».
Fotos: Rodrigo Castillo Bond