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Ludovico Zanettini: pocas palabras, muchas ideas

De espíritu abarcativo que sigue su deseo sin muchos programas, este músico, artista plástico y poeta juega con todas sus facetas para expresarse

Recién mudado a Buenos Aires, Ludovico Zanettini, artista visual, músico y poeta, nos recibe en su «mundo», algo así como un acercamiento cibernético entrevistado-entrevistador, ya que nos comunicamos por WhatsApp, varias veces, para poder conocer más acerca de su trabajo creativo.

Ludovico conjuga la belleza a través del arte: «El impulso que me lleva a hacer música es una búsqueda que tiene que ver con algún tipo de belleza instintiva; desde las artes visuales pienso esa belleza y exploro; la práctica plástica me flashea, y también el modelado, la escultura, la política…». La poesía también ocupa un lugar en la creación de quien es nieto de Ricardo Casnatti, destacado poeta mendocino: «Los poemas son ejercicios íntimos que mezclan todo lo que dije antes».

Músico desde pequeño. Zanettini logró su primer proyecto como solista en 2013, año en el que nació el seudónimo Puar; meses más tarde grabó su primer disco, El look de la pelea, con canciones compuestas por él, mezcladas por Baltazar Oliver y masterizadas por Daniel Melero. De este icónico músico y productor, dice: «Trabajar con él es muy emocionante, azaroso y sorprendente». La relación de admiración, al parecer, fue mutua, ya que en 2015 Melero invitó a abrir la presentación de uno de sus discos en la ciudad de Buenos Aires.

Este año, Ludovico Zanettini emprendió un viaje a la «ciudad de la furia» para fortalecer su crecimiento como artista. Continúa con la grabación de su nuevo disco Una luna loca, junto con su amigo y artista Baltazar Oliver, y estudia en un programa de formación de artistas en el Centro de Investigaciones Artísticas, para dar paso a otra de sus pasiones: el arte visual.  

[divider]Partir de lo visual[/divider]

El método de trabajo de Ludovico consiste en «colorear» con ideas su trabajo previo; piensa un tema, lo desarrolla y busca alrededor para experimentar. Así evoluciona con técnicas y procedimientos distintos sus obras. A propósito de esto, me cuenta: «En su momento me interesó la relación de la moda y el vestuario con la fotografía de moda, la “imagen” del músico, entonces juego con esos elementos y los transformó en mi parecer. Por ejemplo: busque un modelo, lo vestí con la ropa que uso yo para mis espectáculos y jugamos con eso; como una especie de retrato diferido en el que hay otra persona en el lugar que estaba ocupando yo. Mi formación es de artista visual. Al momento de plasmar la música la pienso desde el arte visual. Todo lo que hago lo hago pensando en esa búsqueda personal que tenemos la mayoría de las personas, pero a mí me gusta transferirlo al arte, ya sea plástico, visual, musical o literario».

Eso sí, no hay musas inspiradoras para Ludovico: «hay una especie de estado en donde cualquier cosa puede ser en ese momento lo más importante de tu vida y del arte».

Ludovico le da vida a su mundo través de una canción, una escultura y/o un poema. Un artista con todas sus variantes, joven y prometedor.

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