La Isla de Pascua es una de las más misteriosas del océano Pacífico, y la más alejada de cualquier continente en el mundo. Si bien pertenece a Chile, está ubicada en la Polinesia, a 3700km de Santiago. Con una población de 4000 habitantes y una superficie de 163,6 km2, es uno de los destinos turísticos más requeridos del país trasandino.
Dada su cultura compleja, es considerada el museo a cielo abierto más grande del globo. Posee la más amplia visibilidad del océano Pacífico y ningún tipo de contaminación. En tan solo 6 días, el viajero puede conocer toda su riqueza.
Tiene una belleza natural, producto de su relieve, con características similares a la Polinesia aunque con menos vegetación, y cuenta con las huellas de la misteriosa cultura ancestral de la etnia rapanui, cuyo más famoso legado son las enormes estatuas conocidas como “moáis”. El predio que las contiene, Parque Nacional Rapa Nui, es un territorio declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad.
Se estima que los primeros habitantes de Rapa Nui llegaron desde las Islas Marquesas en el siglo VI y que durante más de mil años no tuvieron contacto con el exterior. Hasta que el domingo de Pascua de 1722 fue descubierta para el mundo occidental por el navegante holandés Jakob Roggeveen, quien describió a los rapanui como «un sutil pueblo de mujeres hermosas y hombres amables». De allí su nombre Isla de Pascua.
En la isla se desarrolló una cultura compleja, que tras su apogeo cayó en la escasez de alimentos y las consecuentes luchas tribales. El espíritu de esta cultura sigue vivo en sus habitantes, su lengua, sus vestimentas, su música, sus bailes, su artesanía y sus comidas. Cada mes de febrero, la vuelta a las raíces alcanza su punto máximo en la Tapati, una fiesta de dos semanas cuyo corazón son las tradiciones y donde los rapanui se pintan el cuerpo como lo hacían sus ancestros, compiten en pruebas asombrosas, cantan, bailan y eligen a su reina. Locales y turistas conviven y disfrutan de su magnífica cultura.
Lo que define a la Isla de Pascua es su ambiente, su espíritu. Cuando el viajero llega a destino sabe que por alguna razón especial desembarcó allí. Exigencias citadinas, ritmo de las urbes, ansiedad estresante, pretensiones lujosas, internet y teléfonos deben ser por lo pronto dejados de lado.
Las excursiones obligan a prever zapatos cómodos, cortavientos, lentes de sol, bloqueador y agua. Hace mucho calor, hay pocos vientos y solamente en julio se disfruta de la lluvia.
Los lugares más interesantes para visitar son los templos del Norte, el volcán Rano Raraku y la playa Anakena; Ahu Akivi y sus 7 moáis mirando al mar; la plataforma Tahai (el lugar donde todos los fotógrafos del mundo sueñan con captar la puesta del sol durante el atardecer con las sombras de los moáis); la puerta de entrada a la ciudad con el ceremonial de Orongo; Hanga Roa y otros yacimientos. Además se pueden dar paseos en bote y presenciar shows folklóricos, ir hasta el punto más alto de la isla y visitar las ventanas y las cavernas; y los túneles de lava. En noches de luna llena el volcán Rano Raraku es un espectáculo que merece capítulo aparte.
La isla posee playas rocosas con piscinas naturales que se forman con el agua del mar y también de arena gruesa, como la playa Anaquena, a 15 minutos del centro. Entre las más visitadas figuran además Playa Pea y Playa La Caleta. El buceo, la pesca, cabalgatas y trekking son actividades del día a día.
En cuanto a la gastronomía del lugar, la estrella es el atún en diversas preparaciones (grillado, en empanadas, cebiche y la memorable versión en churrasco) y se pueden adquirir en los carritos cercanos a la caleta.
A la isla se llega en avión. Desde Santiago, salen siete vuelos por semana hacia el aeropuerto de Mataveri, en Hanga Roa (con 5 horas y 25 minutos de vuelo). Actualmente no hay vuelos a la isla desde otras ciudades del mundo.
Al arribar, todos los visitantes deben pagar una entrada a esta isla, considerada Parque Nacional. Para los chilenos el precio es de US$20; para los extranjeros, US$60; y para los niños, US$10. La entrada puede pagarse en el sector de Orongo o en Rano Raraku.
Los servicios hoteleros con que cuenta la isla son básicamente de categoría turista, con algunos contados desarrollos de mayor categoría. Las comunicaciones modernas existen en el destino aunque con interrupciones y cortes de servicio habituales, ya que el mismo generador de energía abastece a la población desde hace 20 años. Es común el corte de luz debido al sobre consumo de energía, especialmente en fechas especiales o época de verano.
Entre las opciones de categoría estándar en la lejana Isla de Pascua para satisfacer las necesidades de quien decide conocer y disfrutar de su cultura, está el hotel Rapa Nui, ubicado en pleno centro de Hanga Roa y a escasos minutos de los servicios primordiales para cada huésped.
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