La historiadora del arte Andrea Giunta escribió, para la página oficial de León Ferrari, una cronología que vale la pena leer para conocer la obra completa de este artista. [i] El valioso trabajo de Giunta enriquece la percepción y la comprensión de un conjunto de obras de Ferrari, que parece haber sido complejo de comprender pero que en realidad es de lo más simple, si tenemos en cuenta que esas obras hablan -ni más ni menos-, de situaciones sociales contemporáneas, reales, que Ferrari mostró sin tapujos. Y que ahora, guiándonos por la cronología de Giunta, INMENDOZA.com acerca la obra de Ferrari al público.
León Ferrari era Ingeniero de profesión pero con el tiempo se dedica en exclusivo a la producción artística. Se inicia con una obra escultórica amable y tradicionalista, que es interesante leerla como un homenaje al cotidiano ritual que conocemos como “comunicación”; hablar, escribir, escuchar, leer, pero también interpretar los silencios como espacios destinados al gesto, que también comunica.
A partir del año 1963 la obra de León Ferrari se perfila conceptual, simbólica, y literal a la vez. En este sentido, le debemos una de las obras más polémicas de nuestro país, que vincula las facetas más complejas de las sociedades y del ser humano, con su propia historia personal y sus convicciones.
“Yo no sé si lo que hago-afirma Ferrari-tiene que ver con que mi padre haya construido iglesias. […] Aunque iba a misa cuando estábamos en el campo, no era un clima demasiado beato. Hasta que me tocó ir al colegio de curas. Y ahí sí: fue el infierno […] por la idea del infierno que me metían en la cabeza, y con la que uno estaba obligado a convivir […] Esa imagen genera un miedo terrible, sobre todo en la cabeza de un chico. Y ese miedo le termina regulando la vida.” (León Ferrari)
“La civilización occidental y cristiana”
“La civilización occidental y cristiana” (1965) es particularmente, la obra que le dará “Vida eterna” a León Ferrari. Pertenece a su período artístico que va desde el 1963 al 1975; y deja ver, sin filtros, la faceta política (en el sentido más originario del término) de un artista comprometido con sus ideales.
Censurada desde su primera presentación en la escena del arte (la produjo para ser presentada en el Premio Di Tella 1965), esta obra tiene una fuerza que no pierde vigencia ni sentido. León Ferrari la piensa, siente y produce a partir de una radical oposición frente la guerra de EEUU contra el pueblo de Vietnam.
Todo lo que aconteció a su alrededor ha devenido en valiosos documentos que dan cuenta de un conceptualismo propio del artista; pero también del estado de la escena artística del momento. Los revuelos generados por su obra fueron producto de intensas reflexiones, debates, y discusiones que hoy son el referente para otros artistas (como es el caso de “La Internacional Errorista”, un movimiento fundado en 2005 por los integrantes del Grupo Etcétera).
“Mi querido León: me gustan mucho tus proyectos pop artísticos anti Johnson. Avísame cuando te lleven a Martín García para iniciar una gran campaña internacional por tu liberación […] O Di Tella te da el premio a ti, o tú acabas con Di Tella. Y esta sería también una manera de ser premiado […] ¿Cómo está tu taller? ¿Con menos alambres que antes? Me lo imagino hoy lleno de cristos, escapularios, pelos de monjas, caspas de curas, cagados calzoncillos de militares, etc. […]” (El poeta Rafael Alberti en una irónica carta dirigida a León).
“Lo de Vietnam es asqueroso. ¿Quién puede callarse? […] Dudo que te las dejen exponer ¿Ha cambiado tanto la Argentina? […] Sería muy bello no tener que hacer lo que estás haciendo ni yo escribir lo que a veces escribo, pero basta abrir el diario en la mañana para comprender que eso ya no es posible. Es la hora de vomitar. VOMITEMOS…” (Rafael Alberti a León Ferrari)
Y Ferrari vomitó, presentó la obra, que consistía en una instalación conformada por varias piezas. “La civilización occidental y cristiana” era una de ellas, y como era de esperarse, fue censurada. Sólo le permitieron exponer el resto de las piezas, que, de todas formas, produjeron la reacción que se esperaba por parte de los agentes más conservadores (o de los consecuentes con ellos) de la escena del arte de Buenos Aires.
Fue así que recibió una dura crítica por el simple hecho de expresar, a través del arte, su desacuerdo con una guerra, con la tortura que ésta encarnaba, y con la obscena visibilidad mediática que se hizo de la misma.
“…no podemos dejar de referirnos a las obras de León Ferrari, cuya aceptación de parte de los responsables nos resulta incomprensible […] nada tienen de artístico y sí, en cambio, de alegato político […] Debe admitirse que puede resultar por lo menos curioso el que se haya permitido colocar en las salas de una institución seria esos artefactos que comportan una actitud de crítica acre –quizás corrosiva– en la que se pretende enjuiciar nada menos que a la civilización occidental y cristiana. Bueno sería que dentro de los dominios del arte, adonde han ingresado ya manifestaciones de dudoso origen, no penetraran obras que, como las que nos ocupan, no permitan duda alguna sobre su filiación y, por lo tanto, sobre sus fines. El carácter panfletario de estas vitrinas resulta verdaderamente sorprendente para los que acuden con la intención de tomar contacto con obras de arte.” (Crónica de Ramallo, en diario “La Prensa”, 1965)
“Parece que el cronista quisiera descartar del arte aquello que sea crítica acre o corrosiva y sugiere que se impida la exposición de obras que ¨no permiten dudas sobre su filiación y por lo tanto sus fines¨. Quitar la crítica al arte es cortarle su brazo derecho […] creo que ningún artista argentino aceptaría lo que el sr Ramallo propone; eso sería reducir al artista a ser un fabricante de adornos para generales […] Me parece prudente aclarar que no soy comunista, que no soy anticomunista, y que me preocupa profundamente la guerra de EEUU con el Vietnam […] Mi ¨intención agresiva hacia un determinado país¨ se limita a unir mi protesta a la de todos aquello que en nuestro país, en los EEEE, en Europa, en Asia, y en todo el mundo, luchan en una u otra forma para que el gobierno de los EEUU ponga fin a su política de matanzas en nombre de cristo […] Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible […] es posible que alguien me demuestre que esto no es arte; no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle de nombre …” (Respuesta de León Ferrari al cronista Ramallo, publicado en la revista “Propósitos”)[ii]
Más adelante, en el año 2004, esta obra siguió dando que hablar. Un sector de la iglesia pretendió censurarla y prohibir su exhibición en la retrospectiva que se hizo de su obra ese año. Al respecto de esa pretensión (no lograda), León Ferrari expresó, y aclaró sabiamente, que aquellas obras que más ha censurado la iglesia, son sólo una forma de expresar su opinión sobre la tortura:
“Desde el Evangelio hasta el Catecismo oficial de la Iglesia el cristianismo anuncia que las almas de los muertos en pecado mortal -y más adelante sus cuerpos resucitados- son torturadas en el infierno. Esa idea, el castigo al diferente, recorre nuestra historia y ha originado diversos exterminios: aborígenes, judíos, brujas, herejes, vietnamitas, iraquíes.”[iii] (León Ferrari)
León Ferrari realmente se esforzó por expresar las contradicciones que los humanos protagonizamos cuando pretendemos “organizar” nuestra sociedad, o “construir un mundo mejor”. De ahí su continua crítica hacia las estrategias religiosas y políticas que conforman nuestro “sistema de vida”, estrategias que dialogan (?) con nuestra naturaleza humana en su estado más primitivo; y con nuestra historia.
“Palabras ajenas” (1966), es otra de sus obras que da cuenta de esos esfuerzos. Se trata de un libro que construye con recortes informativos y literarios -desde discursos políticos hasta poesía de Borges por ejemplo- que representan un diálogo paralelo entre el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson; Adolf Hitler; y los dioses cristianos. El libro se presentó como obra teatral en el Arts Laboratory de Londres en el año 1968, con el nombre de “Listen, Here, Now!”
Merecidamente, su obra, que es conceptualmente bella, hoy es más valorada que vapuleada… He aquí nuestra valoración de un artista que supo manifestar a través del arte su postura frente a las instituciones religiosas, la guerra, y por supuesto, la dictadura militar que sufrió nuestro país.
[i] Las citas expuestas en la presente publicación (a excepción de las referencias ii – iii), han sido extraídas de la cronología realizada por Andrea Giunta en: http://leonferrari.com.ar/files/leon-ferrari—cronologia.pdf , desde donde se puede obtener el origen primero de las citas.