El cabello trenzado es uno de los peinados más antiguos y tiene una interesante historia cultural. Camila Brandi, dueña de La Trencería nos cuenta todo acerca de su origen, elaboración y cuidados.
La joven de 22 años es autodidacta y desde muy chica fue puliendo sus habilidades. El año pasado decidió estudiar peluquería para complementar el servicio que ofrece en La Trencería. Las posibilidades y variaciones de trenzado son casi infinitas. «Las trenzas existen desde 3.500 años a.C., por lo tanto, hay diversos tipos y estilos. Lo que más me piden chicos y chicas son las africanas, que son pequeñas trencitas en todo el pelo, explica Cami. «En Mendoza la gente no se anima tanto, pero son muchas las cosas que se pueden hacer con trenzas. Si miramos en otros países la gente lleva diferentes estilos, pero a nosotros todavía nos cuesta. En Buenos Aires se practica un montón y van probando cosas nuevas, no sólo el trenzado africano», dice.
Este peinado suele durar aproximadamente un mes y medio, siempre y cuando se tengan algunos cuidados. Lo recomendado es no pasarse de los dos meses, aunque pueden durar mucho más si se mantienen con un service.
Existe el mito generalizado de que llevar trenzas durante un tiempo prolongado puede arruinar el pelo, pero Camila explica que esto no es cierto. «El cabello no se arruina porque lo que estamos haciendo no es un tratamiento químico, no hay nada que pueda hacer que se arruine Lo que sucede es que el cabello se cae todos los días de forma natural, y al tener el pelo atado durante meses, ese proceso sigue su curso, sólo que no lo notamos. Al desarmar las trenzas nos encontramos con todo el cabello que se cayó durante ese tiempo, pero es algo normal, no hay de qué preocuparse».
El trenzado manual es una técnica compleja que lleva muchas horas de elaboración y requiere de algunas preparaciones previas. «Algunas chicas se hacen un baño de crema o nutrición antes de hacerse las trenzas. Previamente se desenreda bien el cabello, se hacen las divisiones, y se coloca gel para unir todo el pelo», cuenta Camila. “El tiempo de cada trabajo depende de la cantidad de cabello y del largo que deseen las trenzas, pero por lo general me demoro unas seis horas haciendo un trenzado africano».
La buena noticia es que si no tenés el pelo muy largo te las podés hacer igual, siempre y cuando cuentes con un mínimo de 10 cm para colocar extensiones. «Yo trabajo con tres tipos de extensiones: hilo encerado y vellón, que son materiales más accesibles económicamente. También utilizo kanekalon, un cabello sintético que es caro porque es lo que más se asemeja al pelo y hace que las trenzas se vean más naturales. Ofrezco diferentes materiales para que todos tengan la oportunidad de hacerse un trenzado».
En cuanto al mantenimiento es bastante sencillo y no requiere de muchos cuidados. Cami recomienda lavarlas dos veces a la semana como máximo y únicamente con shampoo. Otro punto importante es que no se pueden aplicar productos como acondicionador, aceites, o cremas para peinar. El uso de secador de pelo tampoco se aconseja.
Es importante tener cuidado con la exposición al sol. «Recomiendo poner protector solar en el cuero cabelludo, el mismo que usan para el cuerpo, y sino usar alguna gorra o pañuelo».
Desde hace un tiempo existe un debate alrededor de estos peinados. Son muchas las mujeres afro y provenientes de distintos sectores que alegan que el uso de algunos tipos de trenzas por parte de mujeres blancas es apropiación cultural. Para ellas son un símbolo de su cultura y representan la lucha por la adquisición de sus derechos y un recordatorio de su difícil pasado y presente.
«Es un tema muy amplio y complejo y nunca vas a dejar contento a todo el mundo», comenta Camila. «Mi postura y pensamiento lo pude ir procesando con el tiempo. Cuando empecé a hacer esto me puse a investigar, porque no es cuestión de hacer trenzas porque sí. Esto tiene una historia muy grande detrás, es una cultura», continúa. «Creo que antes de hacerlo por moda uno tiene que saber qué es lo que está consumiendo, porque tiene una historia y un significado, no sólo las trencitas en todo el pelo, también los peinados».
El concepto de trenzar el cabello empezó en África, más específicamente en Namibia, casi cuatro siglos antes de Cristo. Era común entre las mujeres y ayudaba a identificar a las distintas tribus de la zona. Era considerado un arte social que comunicaba la edad, la relación y la casta a la que se pertenecía.
Cuando la gente de África fue esclavizada y transportada a América, tuvo que enfrentarse a una pérdida de identidad. Sus cabezas eran afeitadas por razones sanitarias. Durante la esclavitud muchos africanos llevaban trenzas como una forma de estar conectados a su herencia y para aseverar su independencia, pero también los ayudaron a crear y ocultar mapas para transferir las rutas de escape y poder huir de sus captores.
Idearon su propia lengua a través de la cual podían enviar mensajes. A los esclavos rara vez se les concedía el privilegio de escribir, e incluso si lo tenían, este tipo de información podía traerles muchos problemas si caía en las manos equivocadas, por lo que los trenzados era la manera perfecta de comunicarse entre ellos. Algunas mujeres usaban semillas para decorar su cabello y luego eran utilizadas para que los esclavos liberados originaran sus propios cultivos.
«Tuve la suerte de tener una clienta africana. La atendí durante muchísimos meses. Lo primero que hice fue preguntarle sobre este tema y su respuesta fue muy copada. Ella me dijo que no es apropiación cultural porque nosotros llamamos a este peinado trenzas africanas, no les estamos poniendo otro nombre, y ya con eso estamos diciendo que no es nuestro. Además de que, según su visión, nosotros no lo hacemos de manera ofensiva, sino que llevamos trenzas porque nos gustan, o por una cuestión de comodidad»., cuenta la joven peluquera.
«Es importante respetar que esto no es de nosotros, respetar su origen. Me parece que podemos compartir sin ofender a nadie, pero entiendo que haya personas que no piensen igual. Esto que hago, lo hago con muchísimo amor, más allá de que es el trabajo que elegí porque me gusta», cierra Camila.