Por Jimena Fernández Arroyo
Al elegir un restaurante para una ocasión (o compañía) especial, ya sea cuando nos aventuramos a probar uno al que nunca fuimos, o bien repetimos un lugar porque tuvimos allí una buena experiencia, tenemos en cuenta varios factores. No sólo importa lo qué vamos a comer, también buscamos que el ambiente sea agradable, que el servicio sea eficiente y que nos «cierre» la ecuación precio-calidad.
Muchas veces los restaurantes de bodegas o de hoteles 4 o 5 estrellas cumplen con todos esos requisitos, pero nos parecen fríos, impersonales, lejanos o inaccesibles.
El restaurante de Entre Cielos, Katharina, sorprende con un concepto de sabores simples y sofisticados al mismo tiempo, logrados con los más frescos productos regionales. Ambiente tranquilo y exquisito, precios asequibles, buen servicio y un paisaje inigualable a solo unos pocos kilómetros de la ciudad conforman el tentador combo.
«Cuando abrimos, empezamos con una cocina fusión –asiática con local–, pero luego fuimos cambiando, buscando nuestro estilo distintivo, que es comida regional elaborada de manera muy sabrosa. Son sabores naturales, pero jugando con técnicas internacionales. Normalmente el plato tiene como máximo tres sabores», cuenta Cécile Adam, una de las propietarias y fundadoras del hotel boutique.
«Para el almuerzo ofrecemos opciones frescas, livianas, sanas, que van bien para reuniones corporativas como para quienes utilizan el hamam. En la noche generalmente vienen parejas a celebrar, porque la carta es un poco más sofisticada, los precios son algo más elevados, el ambiente es romántico y de buen gusto», describe Cécile.
Además del almuerzo y la cena, tanto los huéspedes del hotel como visitantes en general pueden disfrutar en Katharina del desayuno, tardes de té (clásico y deluxe), degustaciones de vinos, opciones de tapas (fuera del horario de cocina), y hasta de eventos especiales como presentaciones, cócteles, cumpleaños, pequeñas bodas y coffee breaks para quienes utilizan, por ejemplo la sala de reuniones (con capacidad de hasta 20 personas). También arman propuestas y promociones para fechas especiales como el Día de los Enamorados, el Día del Amigo, etc.
Frescas y originales ensaladas, pastas con un toque distinto, pescados, carnes tradicionales como ojo de bife, pechuga de pollo grillada o bife de chorizo con guarniciones clásicas, y también otras carnes como conejo, chivo, cordero o cerdo.
¿Los platos imperdibles de Katharina? La ensalada de cítricos, queso blackambert y palta. El conejo braseado sobre tabule de menta, pepino y yogur. La torta de chocolate suizo. Así es la trilogía elegida por Cécile.
Katharina está abierto todos los días desde las 8 de la mañana hasta las 22.30 (horario de la última reserva). «Aunque si es fin de semana y nos avisan, puede ser hasta las 23», asegura Cécile.
Pero además de las muchas opciones mencionadas, Katharina ofrece una alternativa más que atractiva, súper original. «Dos veces por semana –siempre miércoles y domingos a las 20– hacemos un asado, invitamos a los huéspedes, pero también pueden venir quienes se alojan en otros hoteles o los mismos mendocinos. Armamos una mesa de unas 12 personas. Servimos un aperitivo, organizamos una especie de curso de empanadas –cada comensal debe cerrar, hacer el repulgue de la suya, y luego se cocinan– y el clásico asado argentino con ensaladas. De postre se sirve flan con dulce de leche y el cierre es con un fernet “bajativo”. Se nos ocurrió esto porque el equipo de trabajo es de acá y querían mostrar cómo es un asado bien criollo. Está por supuesto pensado para turistas, pero si algún mendocino quiere hacer un “control de calidad” y compartir la experiencia con extranjeros, puede reservar y venir a disfrutar. La experiencia tiene un costo de 70 dólares», explica Cécile.
Gastón Priori (30) es el chef que está al frente de Katharina desde hace unos 6 meses. «Para mí, menos es más. Me interesa mostrar el producto local, fresco, de estación. Respetamos las técnicas clásicas de cocción, sobre todo de las carnes, y buscamos que el acompañamiento concuerde. Ofrecemos distintos tipos de carnes y las cocinamos en distintos puntos y formas, por ejemplo, una vizcacha que se suele comer en escabeche, nosotros la hacemos en empanada», explica el joven cocinero, con experiencia en distintos hoteles y restaurantes de importantes puntos turísticos del país.
«Resultaría inconcebible llegar a una región vitivinícola famosa en el mundo entero y no tratar de fabricar un gran vino nosotros mismos», cuenta Cécile. Así fue que iniciaron el proyecto desde cero y hoy Entre Cielos produce su exclusiva línea de vinos Marantal –es el nombre de una estrella de la constelación de Orión–.
Marantal Rosado 2014, Marantal Malbec 2012, Gran Marantal Malbec 2010 y Gran Marantal Pinot Noir 2010 –en un rango de precios que va de los $160 a los $320– son los vinos que produce Entre Cielos.
«Nuestros huéspedes normalmente eligen este vino, quieren probarlo porque los viñedos están acá. Pero tenemos una carta de 50 etiquetas que hemos elegido junto a nuestro sommelier, José Vila. Son vinos que sabemos que les gustan a los mendocinos, también tenemos vinos de bodegas boutique. Los precios también son variados», explica Cécile.
El nombre Katharina es un homenaje a la abuela de Daniela Wäger, otra de las dueñas de Entre Cielos. La mujer tenía un restaurante en Suiza que atendía ella misma. La artista Cristina Zabala pintó un cuadro de gran tamaño ubicado en el ingreso al restaurante –que, además, está reproducido en la carta del almuerzo– en donde recrea una situación en ese restaurante europeo.
La misma Daniela fue quien estuvo a cargo de la decoración de cada rincón del hotel boutique. Columnas con racimos de uvas en relieve, una selección de libros, lámparas y sillones de diseño, entre otros exquisitos detalles son parte de la cuidada decoración de Katharina.
«Si fuera mendocina, elegiría Katharina durante el día o al atardecer, por la vista que tenemos, tanto si uno decide comer adentro como en la terraza-galería. Es relajante y te desconecta. También lo elegiría por el buen servicio, rápido y amigable, y porque en el restaurante se puede cenar, y normalmente las bodegas no abren por la noche. Cuando uno elige un restaurante es importante la calidad de la comida, pero también el ambiente es fundamental, querés estar cómodo, en una buena silla. A algunos mendocinos les resulta intimidante ir al restaurante de un hotel, piensan que va a ser caro. Pero nuestra carta tiene precios medios, similares a los de muy buenos restaurantes de la ciudad. Los precios son para el mercado local, son accesibles. Y para los mendocinos, es una buena escapada y es cerca», asegura Cécile.
En la carta del almuerzo, los precios de las entradas están entre los $90 y los $140. Podemos elegir entre ratatouille y huevo mollet sobre pan brioche, ensalada de hojas verdes y salmón ahumado, penne rigate con vegetales o fetuccini de rúcula con vieiras. Los principales ($150 – $190): abadejo a la plancha, conejo braseado, ojo de bife y bife de chorizo. Y el dulce final ($70 – $80): mousse de chocolate blanco o peras al Malbec.
La carta de la cena es algo más formal y elaborada, incluso tiene otra presentación. Se pueden elegir como entrada (entre $120 y $150) vegetales, sopa, ensalada, raviol de chivo o ceviche de salmón. Los platos principales ($180 – $200): trucha, salmón a la plancha, rack de cordero, filet mignon de ternera, matambre de cerdo, pastas rellenas. También carnes tradicionales como ojo de bife o pechuga de pollo grillada, con guarniciones clásicas. Para el momento del postre ($80 – $100) podemos optar entre un habano de chocolate relleno con mousse, crème brûlée, torta de chocolate suizo, ananá o durazno asado.
Katharina también ofrece un menú liviano para quienes hagan uso del hamam. Y una carta de tapas ($90 – $140) que incluye una selección de quesos y ahumados, ensaladas, sándwiches, hamburguesas, papas fritas, mini pizzas, empanadas, quesadillas, milanesa napolitana y ribs de cerdo.
[authorbox authorid=»29″ title=»123456789″]