A 27 kilómetros de la ciudad de Malargüe, al oeste y siempre siguiendo la huella que conduce a la Valenciana se encuentran los famosos Castillos de Pincheira, o formaciones rocosas que por la acción del viento y el agua han adquirido la forma de una fortaleza medieval. En una cabaña sobre la margen del Río Malargüe, con comodidades suficientes para acampar, se pueden degustar comidas típicas del lugar mientras se aprecia desde enormes ventanales la vista de los castillos naturales. Un puente colgante sobre el río conduce al pie de las singulares formaciones rocosas donde, según cuenta la historia, solía esconderse de sus correrías el bandido José Antonio Pincheira.
Los Castillos de Pincheira fueron declarados Monumentos Naturales de la Provincia por su gran belleza escénica y su valor geomorfológico, el lugar donde se encuentran, unas 650 hectáreas, son área protegida y resguardada.
Estas paredes enormes, semihundidas en las montañas malargüinas, tienen todo el aspecto de un castillo abandonado hace siglos. La imponente roca erosionada oculta historias lejanas de bandoleros y caudillos. Un arriero se encargará de contar, qué cosas sucedieron allí durante el tradicional paseo a caballo que los visitantes pueden hacer desde la posada ubicada al pie de los singulares castillos sureños. El viento y la soledad de esas tierras acompañan el paso a caballo mientras la tarde cae sobre el único rancho visible en esa inmensidad. El Río Malargüe es también el único murmullo lento que interrumpe de vez en cuando los relatos del arriero.
En la posada, recortes de viejos diarios cuentan lo mismo que relatan los lugareños cada vez que alguien pregunta quién fue Pincheira. Y alrededor de un fogón, o explorando las cuevas del gran paredón de piedra los turistas se remontan al 1800 para repasar las últimas guerras donde se batieron realistas y revolucionarios.
El mito y la historia
José Pincheira y sus hermanos, Santos, Pablo, Rosario y Teresa, fueron de los últimos guerrilleros clandestinos que aprovecharon la resistencia de los indígenas contra los republicanos para vivir como bandoleros. Llegaron de Chile a Neuquén y subieron a Mendoza por el sur dejando tendales de tropelías. Mientras los varones Pincheira se ocupaban de robar los pueblos del sur, las hermanas Teresa y Rosario tomaban a las mujeres en cautiverio y las explotaban. Los bandoleros, buscados y odiados, consiguieron la colaboración de los hambrientos y los aborígenes. Así, José Pincheira se transformó en un mítico caudillo que lideraba a los indios y saqueaba poblados enteros tanto en los campos del sur argentino como en Chile. Con el tiempo se fue construyendo la poderosa leyenda del «botín de los Pincheira», donde se suponía que los cinco hermanos guardaban los tesoros robados en sus atracos.
Las pillerías de los Pincheira llegaron a preocupar al propio Juan Manuel de Rosas quien no veía con buenos ojos que después de 20 años de la revolución, un ejército de casi 6.000 hombres continuara haciendo la resistencia.
En 1829 el gobierno de Mendoza firmó un pacto con los Pincheira para que estos no avanzaran sobre la ciudad, sin embargo poco tiempo después, la política nacional y las peleas entre federales y unitarios llevaron a los hermanos a desconfiar del trato. La historia consigna que sintiéndose burlado y engañado, el ejército pincheirino dispuso la matanza masiva de los hombres del gobierno, hecho que se recuerda en Malargüe como la tragedia del Chacay. Recién en 1832 las milicias rebeldes de los Pincheira fueron reducidas por el General Bulnes. El caudillo José, en una de sus huidas se escondió entre las rocas que hoy llevan su nombre. La leyenda que se teje en torno a los hermanos no deja de mencionar el tesoro perdido de José Antonio Pincheira. Para algunos está escondido en algún lugar de los castillos malargüinos y para otros está enterrado en las tierras del Epulafquen (sector andino del norte neuquino).
El cuento alimenta la fantasía de viajeros y visitantes que no pierden las esperanzas durante sus cabalgatas, de encontarse allí con la fortuna.
Deportes y aventura
En la posada de los castillos se pueden contratar las excursiones a caballo para seguir deliciosos senderos que bordean el filo de las rocas donde se escondió Pincheira. Otros circuitos llevan al turista por vertiginosos caminos cordilleranos o por el valle florido del Río Malargüe. Pero las cabalgatas no son la única opción. También se pueden contratar excursiones a pie para explorar los alrededores en busca de cerámicas, puntas de flecha, chaquiras (cuentas de collar) y otros restos indígenas que subsisten al tiempo. El deporte aventura es otra de las alternativas. Trekking, kayaking, travesías en 4×4, salidas en mountain bike, escaladas y rappel son algunas de las ofertas. Por supuesto, la pesca no está al margen del programa. En cuanto a la oferta gastronómica, se recomiendan las parrilladas regionales y las truchas frescas recién sacadas del río, preparadas por mano experta en la posada de los Castillos.
Los Castillos de Pincheira se integran al circuito diseñado por la oficina de turismo de Malargüe, con atractivos culturales que se pueden visitar todo el año. A escasos kilómetros se pueden conocer también el Fortín Malargüe, el Molino de Rufino Ortega y el campo del Chacay. Todos ellos con atractivos, leyendas y encantos naturales suficientes para dedicar otras historias.
Datos útiles:
* Distancia de la ciudad de Mendoza a la ciudad de Malargüe: 422 km.
* Distancia de Malargüe a los Castillos de Pincheira: 27 km, tomando al oeste en la intersección de Avenida San Martín y la calle Fortín Malargüe.
* Altura de los Castillos: 1.500 metros sobre el nivel del mar.
* Acceso en automóvil o vehículo 4×4.