«Creo en el arte como potencia transformadora, como materia de unión entre lo terreno y lo divino. Creo metáforas visuales para descubrirme en esa conexión». Así describe el joven artista su esencia y su labor.
Gianfranco Ricchiardi es un explorador de técnicas, de materiales, de formas de hacer y de transmitir arte. Su obra muta cada vez que ella lo pide y en ese punto es donde reside su sensibilidad: ser fiel a ese cambio de rumbo cuidando, a la vez, que el fuego de la inspiración no se apague.
Su «base» es conceptual, lo que alimenta su obra es el concepto de metáforas y símbolos: «Creo que el arte casi siempre funciona como metáfora y símbolo y eso trato de hacerlo muy consciente en la elaboración de pintura, escultura… sea la forma que sea que tome la obra. Conceptos que luego alimento desde lo técnico».
Así, con esta búsqueda permanente, el artista coronado con el premio mayor del concurso «1° Salón de Arte Joven Espíritu de Italia» nos introduce a su mundo creativo donde la obra no tiene imposiciones, es libre de fluir y posee aura.
El carácter aurático del arte
Walter Benjamin, en su libro «La obra de arte en la época de reproductibilidad técnica», considera que la obra de arte original posee algo inexplicable llamado aura, una especie de energía que se la transmite al espectador cuando éste está en plena contemplación.
Eso plantó una semilla en Gianfranco Ricchiardi: «Quise conocer qué es esa experiencia de confrontarnos a una obra de arte; lo exploré para ver cómo podía potenciar el carácter aurático de mis obras». Y la respuesta la encontró en el uso del símbolo y de la metáfora, los mismos que se repiten siglos tras siglos y siguen creando arte.
«De todo esto es que surge mi concepción del arte. La exploración es la parte divertida del arte, en mi caso, ver cómo funcionan diferentes materiales. La curiosidad alimenta al artista y se retroalimenta con la obra que va diciendo por dónde ir y qué usar».
¿Ahora sabés por dónde seguirás la búsqueda?
Estoy pintando principalmente y planteando una colección nueva que va por otro lado, sería un encuentro entre la pintura y la escultura. Es una exploración de otro aspecto de mi vida con el uso de materiales no convencionales.
¿Te ponés fechas para comenzar con un proyecto artístico?
Soy pésimo con eso, cuando estoy con una obra y veo que empiezo a tener otros intereses y a querer ir hacia otros lados, me apuro. Yo necesito que la obra esté alimentada por un mismo fuego.
El joven artista pintó desde chico pero nunca se dedicó de lleno a las artes plásticas si bien estuvo ligado a lo artístico cuando estudió Filosofía y Artes Audiovisuales en el exterior. La línea directa de Gianfranco con el arte era su abuela materna, Elena, quien también pintaba y tocaba el piano.
Todo su conocimiento lo complementó con terapias y ciencias alternativas y luego decantó en el arte: «Creo que tiene un poder muy grande, un poder terapéutico, un poder de transformar a las personas. A mí me transformó. El arte es por excelencia un acto psicomágico, transforma».
El lugar que habita Gianfranco Ricchiardi
Reflexiones, vivencias, su estadía en el extranjero y su especialización en Filosofía Contemporánea y Estética como así también su interés por campos alternativos -como la astrología, el tarot, la decodificación biológica y la hipnosis clínica-, funcionan a la par en las colecciones de Gianfranco.
«Las artes plásticas eran un pendiente y a partir de la pandemia, cuando volví a Mendoza, puse toda mi energía en sintetizar en mi obra los procesos y los conocimientos adquiridos a lo largo de mi vida».
Su colección de cuadros grandes titulada «El lugar que habitamos» es una prueba de ello. Trabajó el concepto de la pertenencia a raíz de una experiencia personal traumática: el incendio de su casa.
«Lo que uno va pensando y sintiendo alimenta las ideas y la obra. Mi casa era escombros y cenizas y al otro día empezaba la primavera, era un contraste muy fuerte que se reflejó en cuadros. Estaba todo en ruinas pero también luminoso». Esa madrugada del 20 de septiembre, su perro Argos lo despertó y juntos salieron de las llamas: «Nos salvamos mutuamente».
Para sus cuadros redujo al mínimo los materiales y los colores -igual que como quedó el lugar que habitaba-: «Solo usé negro y oro; tinta china, fibrones y cenizas de la casa trituradas para el primero y la técnica antigua de dorado a la hoja para el segundo».
Con su colección casi terminada, un día navegando por las redes sociales, encontró la convocatoria del concurso de pintura «1° Salón de Arte Joven Espíritu de Italia 2023» y allí su concepto de pertenencia, de ese lugar que uno habita, tomó más fuerza. «En ese momento pensé en la genealogía de uno, en los ancestros, en mis familiares italianos. Reflexioné en torno al espíritu italiano y creé el cuadro ‘El triunfo de Italia’ que, sin querer, resultó ser el cúlmine de toda la colección por un lado y también, el gran ganador».
La Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de Cuyo, con su Coordinación en gestión Artístico-cultural junto al área de Artes Visuales de la Nave UNCuyo, la Fundación Fonditalia y el Consulado de Italia en Mendoza coronaron a Gianfranco y lo premiaron con un viaje a Italia. «Aún no he decidido la fecha para ir», comparte.
La muestra de todas las pinturas participantes de la convocatoria continúa en el Espacio de Arte Luis Quesada en la Nave UNCuyo, hasta el 14 de abril. El próximo jueves 04, a las 19 hs., habrá una visita guiada y Gianfranco será parte del encuentro.
En esta exposición se podrá apreciar el cuadro premiado de Ricchiardi y si uno quiere ver otras de sus pinturas, puede acercarse al hotel Diplomatic (Av. Belgrano 1041, Ciudad) o visitar su web www.gianfrancoricchiardi.com