El cielo está rojo es la ópera prima de la directora mendocina Francina Carbonell. Se trata de una película documental, producida por Carlos Núñez y Gabriela Sandoval, que reconstruye la mayor tragedia en la historia penitenciaria de Chile, la cual está causando una profunda impresión en cada uno de los festivales en los que participa.
Francina vivió en Mendoza hasta los 11 años, luego la capital del país vecino se convirtió en su lugar de residencia. Allí estudió Cine y Televisión en la Universidad de Chile y en su último año de carrera presentó como tesis El cielo está rojo. «En un primer momento fue un cortometraje, era muy distinto. Después fue desarrollándose hasta convertirse en una película», explica.
Su trabajo hace una relectura sobre el incendio en la cárcel de San Miguel ocurrido el 8 de diciembre de 2010 en Santiago de Chile. El fuego comenzó con una pelea y terminó en un siniestro donde las puertas no se abrieron hasta una hora después. El hecho produjo la muerte de 81 presos y 13 heridos. Tras nueve meses de juicio y tres años de investigación, la justicia determinó la absolución de todos los imputados, quedando como un caso sin responsabilidades y, por lo tanto, abierto a la repetición.
«Es un episodio que se enmarca dentro de otros incendios carcelarios que se han repetido a lo largo de la historia y en dónde podemos encontrar siempre las mismas causas. Entonces de alguna manera en este hecho se reflejan las condiciones en que se habitan las cárceles al interior de Chile y en toda Latinoamérica y que finalmente es un agujero que está dentro de nuestro sistema penal y en donde claramente se vulneran los derechos humanos».
Francina cuenta que su interés por adentrarse en esta tragedia surgió el mismo día en que sucedió el incendio. La joven recuerda estar viendo televisión y de pronto la pantalla comenzó a llenarse de imágenes que ella misma describe como insoportables. «Te costaba mantener la mirada porque eran imágenes realmente infernales. Recuerdo que hubo dos días en donde apareció todo esto en la crónica roja y después el país quedó en un mutismo total y fue una herida muy traumática que no tuvo ningún tipo de elaboración posterior. Esa sensación un poco angustiosa me quedó dando vueltas muchos años y en algún momento me pregunté por el valor de las imágenes que yo había visto».
Así fue como comenzó a trabajar sobre ese material y fue descubriendo todos los retazos que habían quedado; objetos, recuerdos, archivos. A través de la reutilización de pruebas audiovisuales del caso la película reconstruye la tragedia y va sumergiendo al espectador en el horror de esa madrugada.
En el proceso de investigación no fue fácil. La joven y su equipo tuvieron muchos obstáculos para poder acceder a cierta información, al igual que el permiso para grabar dentro de la cárcel lo obtuvieron luego de dos años. «Sentimos muchísimos obstáculos de parte de las instituciones para contar cosas sobre este caso porque obviamente preferían dejarlo más bien enterrado».
El 9 de diciembre del año pasado -un día después de que se cumplieran 10 años de la tragedia- fue la primera vez que pudo verse la película en una función especial para familiares y algunos sobrevivientes. «Fue un momento muy especial, fue como que estuvimos de viaje todos juntos y fue muy emocionante […] Una de las cosas que tengo más grabadas fue cuando se acercó una de las madres y me dijo que nunca le habían contado la historia, era la primera vez que podía ver el relato y eso que fue muy simple para mí fue muy importante porque tiene que ver con poder reconstruir esa memoria y no solo recordar, sino también hacerlo desde un punto crítico», explica la joven.
Luego el documental comenzó un circuito de festivales internacionales muy importante: su premier mundial fue en IDFA, el festival más importante de documentales en Amsterdam; inauguró la semana de la crítica en el festival de Berlín y ganó el premio SIGNIS en la Competencia de largometraje documental del Festival Cinelatino Rencontres de Toulouse. Actualmente se encuentra dentro de la programación del DocMontevideo y estará en el festival de Lima. Pronto, aunque sin fechas confirmadas, se estrenará en Argentina.
A nivel personal, este proyecto fue una gran enseñanza para su directora. En un primer momento intuyó que lo único que podía aportar era la exposición de los reveses y las trampas que fueron parte del proceso judicial del caso, pero al acercarse a las familias de las víctimas su punto de vista cambió. «Empecé a pensar la película menos como una obra y más como un puente, como el espacio que nos permite transitar y escuchar al otro con atención. Creo que eso me permitió complejizar un punto de vista, pero sobre todo trabajar la película desde una posición afectiva».
Actualmente la joven tiene varios proyectos futuros en mente, aunque nada concreto, y remarca que tiene ganas de volver a Mendoza para filmar. «Tengo algunos personajes e ideas que todavía estoy tanteando. Me interesa la ficción, creo que tengo una formación más documental y eso está en cualquier proyecto que encaro, pero me gustaría borronear las fronteras entre los géneros y poder tratar la ficción con elementos de la realidad o viceversa», y agrega «Sigo a algunos directores mendocinos que me gustan mucho y toda la onda que se está formando, así que tengo ganas de ir a ver lo que se está haciendo».