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Flaco Gabrielli: el relator apasionado

Es difcíl definirlo: periodista, curador de arte, productor, agente de prensa… o simplemente, el relator del hipódromo. Conocelo.

Fernando Flaco Gabrielli es inquieto, multifacético, burrero de tradición familiar, periodista por vocación, curador de arte, relacionista público, pero –ante todo– el antológico relator del turf mendocino. Su último emprendimiento es el vino El Relator, que hace un año lanzó al mercado en sociedad con el enólogo Pepe Reginato. Es director de Arte del restorán Casa El Enemigo, por donde pasan figuras internacionales (la última: John Malkovich). Además dirige la revista High, tiene su propia agencia de prensa y comparte un programa de radio junto a Federico Croce.

–¿En qué lugar te sentís más cómodo: como periodista, RRPP, curador de arte, empresario…?

–Soy esencialmente el relator del Hipódromo, eso ha sido la génesis de todo. Desde muy chiquito, en mi casa relataba las carreras de caballos que veíamos en la tele, las relataba jugando. En la secundaria lo hacía también con las carreras entre los chicos. En mi familia siempre fueron burreros. Un día me llamaron de la comisión de carreras del hipódromo y me dijeron: «El Uruguayo se fue, ¿vos te animás a relatar las carreras?». Yo, de puro pendejo dije que sí, pero no fue fácil. Me di cuenta de que una cosa era hacerlo en mi casa jugando y otra hacerlo en serio. Tenía 17 años.

–Desde entonces sos el relator del Hipódromo. ¿No hubo otros?

–Sí, el Uruguayo que se fue en 1994. Antes no se usaban los relatores, pero en el ’93 vino este tipo, estuvo un año y se volvió a Uruguay. Desde ese año, cada domingo de carreras estoy ahí. En 23 años sólo he faltado cuatro o cinco veces. Yo me crié en el hipódromo y eso fue lo que me vinculó a la comunicación, porque en 1999 empecé a escribir en Los Andes sobre turf, algo que hice hasta 2014 y ahora lo hago en MDZ.

–Y ser relator te relacionó con la radio…

–Hice radio toda la vida. Con el Juampi Candisano y Sebastián Iacobucci como productor hicimos Historias y leyendas en la 100.5, una radio de Las Heras que se escuchaba sólo  a cuatro cuadras de donde estábamos. También estuvimos en la UTN cuando era más rockerita. Yo después me abrí y me fui a hacer Tarea Fina. Aloha, en la UTN, era un delirio: tomábamos vino, nos traían comida y después en La Red con el Chango Serpa hacíamos un micro de rugby, polo y de tenis. En 2012 me invitó Claudio Laciar y Gabriela Celeste para hacer Negro Paladar, en Montecristo. Hoy hacemos El que avisa no traiciona con Fede Croce en MDZ Radio.

–Fuiste también «el relator» de sociales.

–Siempre estuvo bueno hacer sociales. Era fácil porque ya conocía a la gente, me resultaba muy sencillo. En Los Andes hicimos junto a Laura Antún «La vidriera on line». La gente que se vincula con los eventos es y será la misma siempre, el círculo se mantiene, es gente a la que le gusta salir y estar en los eventos. Después los que leen o miran los sociales suelen ver las mismas caras. Pero es divertido el tratamiento que le da  Fede Croce en la radio, como qué se puso Gabriel Canci, o la Dalila Tahán. En Mendoza no tenemos celebrities pero sí una linda farándula, de hecho los sociales sigue siendo una de las secciones más visitadas.

–¿Cómo se dio lo de La Garita?

–Con Rodrigo Scalzi, Luciano y Bruno Franchetti nos propusimos recuperar la garita del Ferrocarril. Después armamos un grupo de artistas, entre los que estaban Martín Villalonga, Alberto Thormann, Osvaldo Chiavazza, Nico Godoy, Sergio Roggerone y Flor Aise, y abrimos ese lugar para el arte.

–Marcaron una tendencia. Hicieron de las muestras de arte una fiesta con música y tragos, algo que no se veía en Mendoza…

–Fue un boom, éramos los pendejos que hacíamos fiestas en las muestras. Uno de los más sorprendidos era el Viti Fayad, que nos decía: «Pero ¿cómo? ¿Ustedes hacen esto sin cobrar un sueldo, sin ganar un peso?». Simplemente nos divertíamos. Después el Onabe (Organismo Nacional de Bienes del Estado) nos la quitó. La obra más importante que hicimos con ese grupo fueron los famosos balcones de la Municipalidad de Capital, que generaron mucha polémica.

Cruzar el disco

De 2008 a 2014 el Flaco fue director de arte de Navarro Correas y trajo la primera gran  muestra de Eduardo Hoffmann. Hoy se encarga de las muestras de Casa El Enemigo, restaurante y cava de Alejandro Vigil.

–Una cosa te va llevando a la otra, de marchand de las bodegas pasaste a tener tu propio vino.

–Como te dije al principio, ser relator ha sido la génesis de todo. Con el vino siento que cada cosa que hice confluye.Las etiquetas de El Relator son como las chaquetillas de los caballos del turf, y la del Malbec, que es azul de banda blanca, es la chaquetilla del stud de mi abuelo. Un poco en joda empezamos a imaginarnos con Pablo Morales (diseñador) cómo sería el vino. Teníamos el nombre, la etiqueta, la idea, la historia, teníamos todo. Nos compramos el collar antes que el perro porque no teníamos el vino (risas). Un día se lo comenté a Vigil, y me dijo: «¡La historia que tenés para contar es genial: la pasión familiar por el vino y los caballos, el relator, el abuelo enólogo!». Pero para mí no era tan fácil.

–Faltaba la plata…

–Y, sí, había que poner mucha guita. En otro asado, el gordo Reginato, enólogo de los espumanteros grossos, me dice: «esto está buenísimo, hagámoslo. Si querés yo te hago el vino y vos me lo comprás. Y si no, somos socios». Arrancamos con etiquetas para 6.000 vinos y tanto el Ale (Vigil) como el Pepe (Reginatto) me dijeron que iba a estar súper bien para un año.

–¿Y duplicaron la producción?

–¡Noooo! Estamos cumpliendo un año y ¡llevamos 33.000! El Relator está en Buenos Aires, Rosario, Córdoba, La Pampa, Misiones, Ushuaia, el Calafate. Hace un mes El Tapado salió espumante del año en la guía Descorchado.

–Recientemente estuvo John Malkovich y fue a Casa El Enemigo. Contame cómo son estos encuentros y con qué otras personalidades compartís esta clase de momentos.

–Nos han pasado cosas muy locas, desde cenar con Drexler y que después de unas horas se ponga a tocar la guitarra y a cantar, a cenar con Mollo, Los Piojos, Luciano Pereyra, Lali Espósito o los Illya Kuryaki. Todos caen como rendidos a los pies de Vigil, se enamoran de sus vinos y del lugar. John Malkovich se nota que está más allá de todo, se interesó muchísimo por el vino y hubo charlas largas. Le pude regalar El Relator.

–¿Después de estas experiencias seguís eligiendo ser relator?

–Lo del vino ha sido un super descubrimiento. Ser productor de vino es lindísimo pero estar en el hipódromo no tiene comparación.

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