En materia de souvenirs o recuerdos de una gran fiesta existen tan distintas visiones como cantidad de personas que los reciben: para muchos se trata de algo que no puede faltar ya que es un símbolo de agradecimiento a quien acompañó en el festejo y para otros, está completamente out, eso ya fue, y la sola idea de pensar en un confite envuelto en tul con cintitas de colores o un angelito por más dulce que sea, les crispa la piel.
Tanto en ocasiones de fiestas personales (casamientos o cumpleaños) como en eventos corporativos (aniversarios, lanzamientos, aperturas), uno de los temas que surgen en el check list de quien organiza el evento es el de un presente para que los agasajados o invitados se lleven consigo al retirarse.
¿Qué elegir que no sea olvidado en un rincón o se tire a la basura? ¿De qué precio para que no sea un ítem muy costoso en el presupuesto? ¿Cómo encontrar algo de utilidad que trascienda el momento y sirva para algo más una vez que el invitado se retira de la fiesta? son algunas de las preguntas que se hacen los que quieren festejar.
Intenté hacer un poco de memoria y en mi propia cajita de recuerdos creo que lo único que he conservado son las tarjetitas de bautismo de mis tres amados ahijados. Esto, capítulo aparte, porque de ellos guardo todo: dibujos, cartitas, muñecos o cualquier intento de creación de su parte, pues se convierten de inmediato en un regalo muy preciado para mí. Pero volvamos al tema: excepto por algún que otro delicado comestible que haya hecho las veces de souvenir –y que fue rápidamente degustado- el resto de las cosas me parece que fue, después molestar en casa durante unos días, directamente descartado.
En materia de casamientos, los souvenirs surgen de la tradición italiana de entregar los “bomboniere” (unas pequeñas bolsitas con dulces hechos en casa o almendras con azúcar), simbólico recuerdo elegido por las parejas durante años para regalar a sus invitados.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, este recuerdo que se intenta dejar impreso cual tesoro en la memoria del invitado mutó en cientos de productos que te puedas imaginar: llaveros con foto; imanes para la heladera; mini perfumes; velas; macetitas; cajitas con todo tipo de diseño; peluches; tazas; portavasos; portarretratos, alfileteros; espejitos; prendedores; artesanías; utensilios y muñequitos-flores-animalitos en mazapán, etc. La lista es interminable.
Aunque entregando un souvenir uno pretenda recordar emotivos momentos vividos durante la celebración, son pocos los que realmente se conservan y tienen una utilidad, afirman los expertos.
“En los casamientos que pretenden ser lo más, lleva tiempo la elección acertada de un souvenir. Hoy se estila entregar a los invitados algo que les sea útil durante la fiesta” –afirma Ricky Videla- un experto en organización de eventos sociales y empresariales-. “Si se trata de un casamiento al que asisten invitados del extranjero, muchas veces se los agasaja recibiéndolos con algo significativo, que evoque su país. Por ejemplo, sombreros colombianos para un gran número de asistentes de esa nación. Inclusive se les obsequia algo típico de aquí para que lleven consigo y recuerden el lugar. Otras veces, al momento de la entrega del cotillón, muchas novias optan por entregar a las amigas simpáticas badanas, colines para el pelo o pantuflas para bailar más cómodas en lugar de pelucas, anteojos o maracas”.
En general todos pretenden ser originales y no caer en desgracia con la elección. En esos casos se apunta a sobrios packagings -muchas veces aromatizados- con diversos rellenos: jabones, kits de belleza, delicatessens, velas personalizadas o chocolates que salgan de lo común. También existen mini wedding cakes, pequeños cofres o exquisitos centros de mesa, que muchas veces son reservados para entregar a las distintas familias. Usualmente estos obsequios se colocan en la mesa y sorprenden al invitado cuando llega al lugar.
“Actualmente en mis fiestas utilizo accesorios de decoración muy refinados que suelen ubicarse en las copas o como porta servilletas y que los asistentes pueden retirar” -cuenta Ricky Videla-. “Puede ser una flor natural para cada comensal sobre su servilleta; tiras de strass con detalles de plata, algo que siempre seduce a las mujeres. Si hace calor, son muy bienvenidos los abanicos y también se aprecian los finos pastilleros. Cuando hay una gran cantidad de público internacional, no dudamos y los agasajamos con habanos o whiskies importados, siempre de la mejor calidad. Las trufas envueltas en acetato son un must, y se colocan al lado de la vajilla para que –luego del plato principal y antes del postre- renueven el gusto del paladar”.
Si a encuentros empresariales o corporativos nos referimos, los típicos productos regionales, botellas de vinos, copas, sacacorchos y decanters son los más acertados, especialmente si hay gente del exterior. “A las mujeres les encanta llevarse productos vinculados a la moda: cremas, vouchers para servicios, mousse para el pelo o perfumes” afirma nuestro experto.
Como verán, en eventos que pretender estar a la vanguardia de lo refinado y moderno ya no se estila el cotillón. Son los detalles de la decoración, especialmente en la vajilla lo que marca la diferencia –ya que se pueden usar en casa-, o esos accesorios útiles especialmente para ellas: piezas de calidad, realizadas artesanalmente con materiales autóctonos o traídos desde afuera.
Sabemos que no es una elección fácil. En todo caso, quien oficia de anfitrión de un evento deberá pensar muy bien qué pretende entregar a sus invitados y si se adecua en su totalidad a la temática o argumento de la fiesta. En cualquier caso dependerá si la experiencia del encuentro fue buena y divertida: seguramente el souvenir seguirá por algunos meses más en el bolsillo del traje hasta que vuelva a la tintorería, o pasará a ocupar un lugar de privilegio en el recuerdo y el hogar de cada uno de los asistentes.
