«Dejo que fluya todo pero nunca dejo de buscar nuevas alternativas», confiesa Federico Barrault sobre sus obras abstractas y figurativas. «Vivo pintando y produciendo, y siempre tengo la sensación de que mi obra es poca. Dejo que fluya todo pero nunca dejo de buscar nuevas alternativas, me gusta romper las reglas del academicismo», reconoció el artista que se instaló en Vistalba y que llegó a varios países con su obra en colecciones privadas.
Uno de ellos es Estados Unidos, Nueva York precisamente. Allí entregó trabajos encargados y dejó obras suyas en Manhattan Soho, en poder de su Art Dealer y Galerista Angélica Torres, encargada de armar una muestra junto a otros artistas que rotará desde Newport a Miami.
Barrault se define como un artista versátil, que no sigue procesos en su trabajo, que es poco metódico y que se guía por su impulso. Además asegura que el eclecticismo es parte de nuestros tiempos y la prueba de ello es su variada producción, los temas que aborda y su técnica en constante investigación, tanto en los materiales, como en el aprovechamiento de los mismos.
«Estoy siempre entre la abstracción y la figuración, voy y vuelvo permanentemente, a modo de recreo y como un ejercicio para descansar la vista, me ayuda a resolver y encontrar nuevos recursos. Me atrae despertar interrogantes en el espectador, que se genere preguntas desde lo estético y estridente de la abstracción, hasta las sensaciones perturbadoras y de tensión que provoca la obra figurativa», reveló.
Federico utiliza el material que esté a su alcance, oleos, acrílicos, sintéticos, pinturas de automotor. «Soy improvisado en cuanto a la técnica, voy incursionando permanentemente. Me gusta la alquimia en los elementos que uso, las texturas, la excesiva materia. Trabajo con espátulas, pinceles, rodillos, me gusta dejar la huella de trabajo que genera un tarro apoyado, costras de pintura seca, las pisadas de Montserrat y Benicio (risas)…» remarca el padre de dos pequeños, quienes muchas veces participan de las pinturas. «Dejo que se involucren y que su sello esté en mi obra», asegura.
«Siempre me gustó mucho la estridencia, la saturación, y estoy en la transición de involucrarme con una paleta más calma», precisó el artista que está en el ejercicio permanente de desarrollar nuevos temas en lo figurativo, como su serie de princesas de cuentos, que parten de bocetos e ilustraciones digitales.
«Me involucro mucho con la tecnología, soy muy fan de los recursos que brinda, muchas veces, por falta de tiempo, el ritual de prepararme para pintar no es posible; entonces pienso ¿qué mejor que desde la cama dibujar ideas en la tablet, guardar, retocar, probar colores, volver atrás? Valoro mucho los beneficios y la apertura que eso genera, son el disparador para obras en un lienzo de dos por dos, además de mantener el oficio del dibujo. Hoy en día las posibilidades de un lápiz óptico y una tablet son las misma que las que te da el papel», confió.
¿Cuándo sabés que la obra está terminada?
Por lo general es un proceso de días, la dejo instalada por donde transito permanentemente, convivo con ella, paso y la miro de reojo, le saco fotos, veo como se ve. A veces me queda la sensación de que nunca se termina y al tiempo vuelvo a insistir o empiezo otra arriba.